3 de febrero de 1916. El periódico El Pueblo Navarro recogía en su sección Ecos de sociedad la noticia del viaje de “la bella señorita Juanita Capdevielle” a Madrid, desde la Estación del Norte de Iruñea. Aquella niña de diez años, madrileña de nacimiento, formaba parte de una familia bien conocida por el público lector del diario liberal.

Los Capdevielle-San Martín pertenecían a la sociedad burguesa pamplonesa. Juan Pedro Capdevielle Lissalde era un industrial hostelero de origen vasco-francés casado con la pamplonesa Patrocinio San Martín Urriza. La familia se había trasladado a Madrid, si bien seguía manteniendo una estrecha relación y un fuerte vínculo con Iruñea, regresando en 1914 para instalarse definitivamente. La niña que cogía el tren era su hija Juana, que llegaría a ser la primera mujer jefa de una biblioteca en la universidad española; en concreto, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid.

Juana Capdevielle conseguiría también ser funcionaria del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y desempeñar su trabajo en la Biblioteca Nacional. Investigadora y divulgadora, perteneció al Ateneo de Madrid. Republicana de pensamiento, fue asesinada en 1936, en Lugo, por los fascistas enemigos de los libros.

Hoy, 23 de abril, Día Internacional del Libro, resurge su figura al estilo del Ave Fénix, pájaro de la mitología griega a la que tanto le gustaba referirse en sus trabajos.

Una trayectoria brillante

Juana hizo gala de su gran capacidad intelectual desde bien joven. En sus estudios en el Instituto Provincial de Pamplona, hoy IES Plaza de la Cruz (1917-23), consiguió un expediente extraordinario de mérito, obteniendo el Premio Ansoleaga. Entre sus compañeros figuraba Pedro Laín Entralgo. A finales de noviembre y durante el mes de diciembre de 1923 se publicaba en prensa –alguno de los avisos incluso en portada– el anuncio “Lecciones de francés. Calle San Nicolás, 41, primero”, con la firma de Juana Capdevielle. Nuestra profesora de francés ya contaba entonces con 18 años.

Al finalizar el verano de 1924, Juana marcha de Pamplona a Saint Savin (localidad cercana a Poitiers). Esta vez era la sección Ecos de Sociedad del diario nacionalista La Voz de Navarra quien recogía su viaje. Comenzó aquel año sus estudios en la Universidad Central de Madrid. Allí recibiría clases, entre otros profesores, de José Ortega y Gasset, y tendría como compañera, entre otras, a María Zambrano.

Compaginó entonces los estudios con el trabajo. La dirección del Colegio Huarte de Pamplona (hoy, Katakrak) anunciaba que nombraba a “la ilustrada y bella señorita Capdevielle para el desempeño de las clases de contabilidad, idioma francés, etc”. Al mismo tiempo, obtuvo la primera plaza en, oposición, entre 22 aspirantes, para la Caja de Ahorros de Navarra. Por entonces, su hermanano Juan Manuel, empleado de la Compañía Constructora Colonial, se desplaza a Santa Isabel (Fernando Póo), Guinea.

Durante los siguientes años, cada final de curso regresaba a Pamplona con un brillante expediente académico. La prensa recoge también sus frecuentes viajes a Francia al término de cada verano. Una foto suya, con toga y birrete, abría la portada del Diario de Navarra el 5 de diciembre de 1929: Juana Capdevielle, primera mujer en Navarra en obtener el título académico de Filosofía y Letras.

En la apertura del curso académico, en octubre de 1929, en el Paraninfo del Instituto (hoy INAP, Instituto Navarro de Administraciones Públicas), Juanita exponía en su discurso, El arte y el placer de la lectura, estar más interesada “en las ideas, las palabras, la cadencia y el juego de imágenes” que en los argumentos de un libro. Junto a las autoridades, profesores y catedráticos, aparece Juana Capdevielle, aportando sus reflexiones sobre la lectura y los libros, en un texto publicado íntegramente por El Pueblo Navarro. Aquel curso sería profesora del Instituto de Bachiller de Pamplona, según se recoge en la nota con motivo del fallecimiento de su padre, en enero de 1930.

En julio de 1930 obtuvo plaza como archivera en la Biblioteca Nacional. Allí participaría en charlas y conferencias en compañía de Pío Baroja y Ramón J. Sender. Trabajó por la implantación de la Clasificación Decimal Universal en la biblioteconomía española, además de participar en diferentes congresos y jornadas; en una de ellas trató sobre El problema del amor en el ambiente universitario. Entre otros intereses, cooperó en proyectos con la Cruz Roja y colaboró con el grupo teatral La Barraca. Juanita creía en el amor y en la acción social para transformar y mejorar la vida.

Becada para estudiar en el extranjero, la guerra civil impidió su viaje.

Del paraninfo a la cuneta

Juana Capdevielle se casó por lo civil –en marzo de 1936– con el abogado, militante de Izquierda Republicana y político Francisco Pérez Carballo, letrado del Congreso de Diputados que fue nombrado entonces Gobernador Civil por A Coruña.

Con el estallido de la guerra, su marido fue detenido y asesinado. Ella lograría esconderse pero, a través de un engaño, consiguieron detenerla. Ingresó en prisión estando embarazada. Allí perdió la criatura que esperaba. Poco después, el 17 de agosto de 1936, el mismo día que Federico García Lorca, fue asesinada. Tenía entonces 31 años.

Al mismo tiempo, en su querida Pamplona, los golpistas secuestraban y asesinaban “rojos”, clausuraban locales y centros republicanos y quemaban libros, como la Enciclopedia Espasa Calpe del abogado Enrique Astiz, por ejemplo, que también terminaría siendo asesinado. Así lo contaba Juan de Luis, el que fuera secretario del Gobernador Civil, al historiador Jimeno Jurío.

“El libro puede ser el vehículo de verdades sublimes, el mensajero de los lejanos países de la ilusión y el ensueño, la puerta que nos abre las perspectivas maravillosas”. Palabras por ella escritas, pronunciadas ante los alumnos y alumnas pamplonesas en aquel inicio de curso en 1929. Su rastro se desvanecería después. Hoy, Día del Libro, rescatamos la figura de Juana Capdevielle, desconocida en su ciudad.