Un proyecto innovador que fomenta el bienestar, el disfrute y la socialización de las personas con diversidad funcional: eso es Bash. “Teniendo como bases el cuerpo y la música, nos centramos en las necesidades e intereses de cada persona proponiendo dinámicas de desarrollo personal, para aprender y disfrutar a través del juego”, explican sus coordinadores Ane Davila y Jon Zozaya, de 23 y 22 años, respectivamente, cabezas de un equipo joven que no supera los 30 años. Desde 2019 han creado diferentes programas, trabajando a nivel local junto a ayuntamientos de Gipuzkoa, y ahora han desembarcado en la Comunidad Foral a través de la Fundación Caja Navarra.

Jon Zozaya y Ane Davila, en los extremos izquierdo y derecho, coordinan la actividad.

Los estudios a nivel estatal evidencian que las personas con diversidad funcional tienen bajo nivel educativo, retos para socializar, dificultades participativas y habilidades reducidas de empleo, informan los coordinadores, justo antes de dar comienzo a su taller vespertino en Civican. En ese sentido, el 33% de las personas con diversidad funcional se encuentran en situación de pobreza y exclusión social, y el 80% de los jóvenes en esa situación han sufrido discriminación a nivel local, sobre todo en contextos de educación formal y en tiempos extendidos.

“No estamos listas para abrazar la diversidad en la que vivimos, y debido a ello las personas en situación de exclusión son las que sufren las consecuencias de la ignorancia y falta de empatía”, lamentan los organizadores. Por eso, “respecto al reto social que enfrentamos, nuestra propuesta es ofrecer un espacio seguro de entretenimiento y educación para jóvenes con diversidad funcional intelectual”.

Trabajar el empoderamiento

La música siempre está presente en las sesiones de Bash. Durante el inicio de la del pasado martes, los participantes jugaron a adivinar mímica, además de coordinarse en bailes y movimientos de imitación. El euskera y el castellano son utilizados indistintamente, según las características del grupo y la zona a la que acuden.

Es un espacio de socialización, en el que “la inclusión es la clave”. Trabajan, sobre todo, el autoconocimiento de cada uno, las habilidades y carencias que se tienen para saber explotar el lado bueno de cada uno, además de fomentar el trabajo en equipo y el talento de todos los asistentes. También hay lugar para la reflexión y la creatividad, y se trabaja el pensamiento crítico. Muchos objetivos concretos, que van encaminados, todos ellos a lograr el empoderamiento de las personas con diversidad funcional, explican.

Su objetivo es “fomentamos el bienestar, el disfrute y la socialización, mediante el arte y la innovación educativa”, y para ello realizan “procesos inclusivos y personalizados para que sean funcionales para todas las participantes”. “En cada propuesta, diseñamos y llevamos a cabo sesiones de dos horas y diseñamos programas dirigidos a la población, trabajando junto a iniciativas locales para dar a conocer nuestra metodología y crear conciencia”, ampliaron.

“Como los procesos de transformación personal requieren constancia y dedicación”, dicen, proponen sesiones con una frecuencia mínima de “un taller cada dos semanas”. En este caso, se engloban dentro del programa de actividades de la Fundación Caja Navarra de primavera en Civican. La iniciativa, con el nombre Otras miradas, está dirigida a todos los públicos, incluidas personas con discapacidad, para promover la inclusión y participación activa de colectivos que normalmente no se acercan a la danza contemporánea de una manera normalizada.