El arquitecto y profesor en la UNAV Patxi Mangado (Estella, 1957) abrió este lunes en Pamplona la Semana del Pensamiento de Civican, compuesta por cuatro diálogos sobre la igualdad, el progreso socioeconómico o el valor de la cultura. Mangado fue el primer invitado con una charla centrada en el cambio climático y el futuro de las ciudades y de los modelos de sociedad en un mundo tremendamente desigual.
Hace años el cambio del clima se imaginaba a largo plazo. Usted apunta a un escenario próximo.
–Sí, La ciudad es uno de los organismos más sensibles a los cambios culturales, económicos, sociales o políticos, que tienen una traducción inmediata en la forma de vida. Hay que preguntarse es de qué ciudad hablamos. ¿De la europea, con espacios públicos, zonas verdes, zona histórica…? ¿O las ciudades donde vive el 80% de la población urbana? ¿Del modelo americano, chino…? Porque existe hasta la no-ciudad. La ciudad europea es la de los ricos y muy ricos. Nos quejamos de una ciudad que a veces tiene deficiencias de infraestructuras, de servicios y espacios públicos, y que contamina, Y hacemos bien en quejarnos, La dimensión pública y colectiva es esencial, pero hay ciudades en donde no se puede producir eso, en países en vías de desarrollo o incluso de países desarrollados en donde no aceptan el sentido de lo público.
¿Los nórdicos están en vanguardia?
–Entre los países ricos. ¿Sabe cuánto tiene el alcalde de Mombasa, en África, para invertir por habitante y año? Un euro. No hay inversión. La inmensa mayoría de la gente vive en esas ciudades sin infraestructuras. La cuestión medioambiental tenemos que entenderla globalmente. Podemos tomar decisiones respecto a la contaminación, los coches eléctricos o los problemas de migración que van a transformar radicalmente las ciudades. Pero la razón es que hay países y ciudades donde la gente básicamente se muere de hambre. El gran problema y desafío sigue tendiendo que ver con la igualdad. Mientras no lo resolvamos no resolveremos el del medioambiente. Y en otro extremo, hay países muy ricos o que avanzan, como Estados Unidos o China donde les importa muy poco el medioambiente. Mire dónde van a vivir los ciudadanos que se marchan al extrarradio con todo lo que eso implica de coste extraordinario de circulación y consumo, que no hay quien lo sostenga.
Pensaba que me iba a encontrar un discurso más optimista.
–Yo no soy muy optimista. Las ciudades europeas que mejor lo están haciendo en este momento, como transformación del modelo comunista, son de los países bálticos.
“En Suiza o Alemania obligan a un aislamiento en edificios de 20 centímetros. Aquí es de 8 o 10. Tiene que haber una norma más severa”
¿Cuáles son esas buenas prácticas y que podemos copiar?
–Por ejemplo, políticas de vivienda sensatas. Le voy a dar un dato. Si en las ciudades pusiéramos en todos los edificios 20 centímetros de aislamiento, que es lo que obligan en Suiza o Alemania, y que vale 8 euros por metro cuadrado, no necesitaríamos ni calefacción, ni Passive house (estándar de eficiencia energética) ni nada. Habría equilibrio energético total.
Pero eso lo empezamos a ver.
–No, 20 centímetros no lo va a ver, ponen 8, como mucho 10, por un problema de especulación. Bastaría con una norma. ¿Por qué no se pone aquí? Tiene que haber una normativa más severa. En los países nórdicos están siguiendo un modelo que parece más sensato, policéntrico, donde las ciudades en vez de tener unos grandes centros y unas periferias costosísimas, se está creando un modelo de nodos que se comunican muy rápidamente, en infraestructuras eficaces y económicas. Esto se está produciendo. Basta hasta ver Pamplona y comarca, con un modelo policéntrico. Eso, acompañado con una adecuada e importante densidad en cada uno de los centros, parece que es a lo que vamos, también a nivel regional. Lo que pasa es que este modelo es muy caro de implementar, y no resuelve cuando tienes unas inmensas cantidades de población o cuando careces de infraestructuras.
En nuestro entorno ha comenzado a cambiar la cultura de movilidad y se ha potenciado la idea de reforestar las ciudades. ¿Hacia dónde deben ir ciudades como Pamplona?
–Voy a ser muy radical. Creo que el futuro del coche va a ser desaparecer de las ciudades; esto está más claro que el agua y bastante asumido.
Pero viene el coche eléctrico...
–En este momento en Europa es todavía imposible, no hay infraestructura capaz de aguantarlo.
¿Pero habrá interés en apoyarlo?
–Sí, es que no tenemos más remedio. Creo que Europa está francamente bien orientada en eso. Aquí viviremos en unas ciudades con unos servicios públicos cada vez mejores, más eficaces y menos costosos, y tendremos una interrelación entre las ciudades europeas con mecanismos cada vez más rápidos y de menos consumo, mediante trenes cada vez más rápidos. Hay que hacer unos cambios económicos poderosísimos. Y hay que aumentar la densidad; este último es un discurso que la izquierda tendrá que asumir, porque sigue todavía con un ideario a veces muy antiguo de querer una baja densidad de edificación de viviendas, porque piensa que eso es más democrático. No, la densidad es bastante indiscutible y más eficaz. No tenemos que ocupara tanto terreno. Eso sí, lo que habrá que hacer al lado es abrir más zonas verdes y libres.
¿Qué otros asuntos le preocupan?
–Por ejemplo, la influencia de las nuevas tecnologías en la ciudad va a ser extraordinaria, ya lo es. Sin embargo han demostrado que por lo menos en los primeros tiempos se las apropian las clases más pudientes y dirigentes. Nos podemos encontrar con que se creen bolsas o zonas donde no se tenga tanto acceso a esas nuevas tecnologías. Hablo también de edades o clases. ¿Qué pasará con los ancianos? Intuyo una ciudad cada vez menos igualitaria. Donde van a aumentar más las desigualdades sociales y el efecto de esas nuevas tecnologías, entendiendo que puede ser muy bueno, sin embargo si no se abunda en el sentido de lo público puede generar muchos más desequilibrios sociales. Eso sí que puede ser una bomba en potencia y generar un problema muy importante. Si no se toman decisiones muy claras de democratizar el suelo, lo tendremos muy mal con el problema de la vivienda, otra cuestión esencial. Tenemos sin resolver la incidencia de un modelo económico neoliberal muy cruel con todo lo que no es eficaz, y eso va en contra de la ciudad.