Uno de los principales frenos para las mujeres a la hora de decidir si se inclinan por estudios STEM es la falta de referentes. Con el objetivo de combatir precisamente ese paradigma, la jornada de ayer reunió a Gurutze Pérez Artieda, ingeniera industrial y doctora por la Universidad Pública de Navarra (UPNA) donde dirige el Proyecto Cátedra Mujer, Ciencia y Tecnología, a Iciar Calonge, licenciada en Informática y gestora de proyectos de Conasa y a Isabel López Ferrer, fundadora y CEO de Izharia Ingeniería y Consultoría. Las tres expertas ofrecieron una mesa redonda para abordar el tema de la cara social de las tecnologías y acercar a las jóvenes las carreras que parecen más alejadas.

La mayoría de las carreras universitarias, como Medicina o Derecho, gozan de una vocación firme de sus estudiantes. Sin embargo, es más complicado encontrar ese sentimiento en las carreras STEM. Pérez Artieda explicó que ella no sintió “ningún espíritu ingeniero a los 18 años” y confesó que se decantó por la Ingeniería “el último día a última hora”. López Ferrer también comenzó Ingeniería sin vocación alguna. De hecho, la decisión fue de su padre. Los siete hermanos se habían decantado pro dichos estudios y ella siguió el camino. “No sabía muy bien de qué iba la carrera. Conforme fui avanzando me fue gustando más”. Las tres expertas buscaron “tranquilizar a las nuevas generaciones de mujeres por buscar ese sentimiento mitificado de vocación”. De hecho, Calonge, se decidió por la Ingeniería Informática “porque no había nadie más que la hiciese, era una buena oportunidad de futuro”.

Como fieles embajadoras de su ámbito, las tres directivas coincidieron en que “la Ingeniería está para ayudar a la sociedad ”. En esta línea, Calonge afirmó contundente que “cuando no sabes qué quieres ser, tienes que estudiar ingeniería” y les aseguró a las presentes que es “lo único que va a satisfacer vuestra curiosidad”. Además, animaron a las presentes a “probar” los estudios STEM sin miedo a que no resulte su plan de vida porque “cuanto más conocimiento de tiene más fácil es cambiar de rumbo”, afirmó Pérez Artieda. Sin embargo, no se consigue aumentar el número de matriculadas en estos grados.

Frenos de estereotipos

Las carreras tecnológicas arrastran ciertos estereotipos “muy difíciles de tumbar” que provocan el rechazo de las mujeres. Calonge criticó la “imagen de friki” de quien ejerce un trabajo STEM. “Siempre que aparecen representados en películas o libros son como pringados. Somos gente totalmente normal, no tiene nada que ver”, explicó. Denunciaron una falta de representación veraz en productos culturales que, al final, tienen mucho peso al establecer referentes. También desde edades muy tempranas se asocian a niños y niñas con estudios distintos y se les mete una idea en la cabeza que años después es difícil de cambiar.

También las familias tienen un papel importante en conseguir este cambio. “Cuando un niño dice que quiere estudiar ingeniería está bien pero cuando lo hace una niña se le pregunta muchas veces”, señaló López Ferrer. Preguntarles a las niñas si están seguras transmite y crea una inseguridad que podían no tener por sí mismas. Antes de empezar la universidad le avisaron de que se metía “en un mundo de hombres”. Esa frase la escuchan muchas de las mujeres que comienzan una carrera STEM y “la verdad es que impone”. López Ferrer fue la única mujer de su promoción y años después es una mujer referente en mitad de ese mundo de hombres.

Historias como las de las tres expertas que participaron en la jornada son las que necesitan oír las niñas para ganar confianza ya que el mayor freno es la falta de confianza en sus propias capacidades. No es algo provocado por los centros educativos, las empresas o las familias, sino por toda la sociedad, que tiene que trabajar en conjunto para revertirlo. “Tenéis que confiar en vosotras y ser conscientes de que todo el mundo puede”, concluyó Calonge para animar a las estudiantes a “emprender y perseguir” lo que de verdad les guste.

Del mismo modo, las tres ponentes coincidieron en la importancia de crear una red de amistades y contactos. “Es muy importante establecer una red de mujeres que ayuden a mujeres”, afirmó Calonge. Además de la confianza y el esfuerzo, el apoyo mutuo es el tercer factor para que tomen el lugar que merecen.