Lleva en la consejería de UNED Pamplona 33 años. Forma parte casi parte del mobiliario...

–Así es, suelo decir, en broma, que como aquí tenemos todo catalogado, yo también tengo un número del inventario. Soy el trabajador más veterano y del profesorado tutor, de cuando empecé, quedarán cuatro o cinco. El resto se ha ido jubilando.

¿Cómo llegó a UNED?

–Vi en el Boletín Oficial de Navarra que había una oposición para entrar en el centro y me presenté. Tenía 25 años y en aquel momento estaba en el paro y estaba concursando en varios sitios a la vez. Fui pasando las pruebas y al final tuve una entrevista con el que por aquel entonces era el director, Francisco Miranda, y con alguna otra persona más. Al poco me llamaron para decirme que había sacado la plaza y que empezaba a trabajar. Empecé el 2 de enero de 1991.

Quien le iba a decir a usted cuando empezó que iba a estar celebrando los 50 años de UNED Pamplona y con el broche de la Medalla. ¿La siente un poquito suya?

–Sí, creo que la Medalla de Oro es un poco de todos. De los trabajadores, del alumnado, profesorado, de los anteriores directores y directoras, tutores y compañeros que ya se han jubilado... Todos hemos participado en el éxito de UNEDPamplona y es bonito que se reconozca el papel de esta universidad. Cuando llegué no tenía ni idea de qué era la UNED. Una vez que entras y ves las diferencias con las universidades presenciales, con otras on line que hay fuera de Navarra, eres consciente del valor de la UNED, del sacrificio que supone estudiar y trabajar o conciliar al mismo tiempo. Cuando veo a alguien entrar por la puerta pienso ya tiene mérito solo por venir a preguntar que quiere estudiar. No sé lo que va a hacer, pero el mero hecho de intentarlo tiene mucho mérito. La gente que se titula es a base de constancia y tenacidad, de meter muchas horas, de sacrificar horas de familia, amigos, ocio...

Lleva 33 años viendo la evolución de UNED Pamplona. ¿En qué ha cambiado esta universidad?

–Cuando entré aquí había 60 profesores y unas 1.500 matrículas y ahora son 120 docentes y unas 4.000 alumnos y alumnas. El aumento es notable. Además cuando empecé era todo más presencial porque no había internet, las clases eran todas presenciales y estaban a tope de alumnos, sobre todo, Derecho y Psicología que eran las carreras más demandadas. En el resto siempre ha habido menos, pero venían más a clase. Ahora, ni en las carreras más numerosas, viene tanta gente porque siguen las clases desde casa o las graban y las escuchan cuando tienen tiempo. Ahora bien, aunque no es la presencialidad de antes, siguen viniendo muchos estudiantes. Quizá antes había un ambiente más familiar. Hacíamos incluso cenas con los alumnos. Yo les conocía a todos, pero ellos no se conocían entre ellos y era yo quien les presentaba. Ahora igual es algo más frío pero como la sociedad en general. Las tecnologías te van aislando. 

FICHA

Lugar de nacimiento. Amancio Amadoz nació en Caracas hace 58 años. Sus padres, navarros, emigraron a Venezuela y cuando tenía 15 años decidieron regresar. Está casado y tiene un hijo y una hija.

Una vida laboral en UNED Amancio terminó el Bachillerato y estudió un grado de Formación Profesional. Cuando tenía 25 años se presentó a una oposición para una plaza de consejere en el centro UNED Pamplona y hasta hoy.

No sé si es consciente de que muchos estudiantes no sabrán quién es la directora pero todo el mundo sabe quién es Amancio.

–Claro, pero es que al entrar tienen que pasar por aquí sí o sí. Además soy el que más tiempo lleva. Pero la gran mayoría también conoce a las personas que están en la secretaría o en la Biblioteca porque son con los que tratan a diario.

“La Medalla es un poco de todos: estudiantes, docentes, trabajadores, directores... Es bonito que se reconozca el papel de esta universidad”

Amancio Amadoz Morciollo - Conserje de UNED Pamplona desde 1991

Tiene pinta de que cuando va de paseo por Pamplona irá saludando a todo el mundo...

–Un poco sí. Además lo que me pasa es que todo el mundo se acuerda de mí porque soy solo uno, claro, y a mí las caras me suenan, pero no me acuerdo de todos los nombres. Suelo pensar: “Me parece que era de la UNED voy a saludar por si acaso”.

Tendrá miles de anécdotas, ¿alguna que le venga a la cabeza? ¿Algún estudiante que le haya marcado?

–¡Ay!, es que tengo tantas y la mayoría bonitas. Igual te digo una y se me olvida otra mejor. Yo me quedo con lo que la gente me cuenta y el sacrificio que hacen para cumplir sus sueños. Me dicen llevo dos semanas que no he podido estar en casa con los críos o he faltado a una comida familiar importante por estudiar. A veces llego y está la gente esperando para entrar y les digo: “Pero si metes más horas que yo!”. 

Hace una labor casi de psicólogo...

–Si, un poco sí. La gente se acerca y te cuenta de todo. Y luego cuando se titulan vienen y me dicen que se quieren hacer una foto conmigo: “Después de todo lo que me has aguantado, que te he contado mi vida, que me he pelado con no sé quien...”. Es un trato bastante personal. Tengo amigos que he hecho aquí de las cenas, por coincidencia con sus hijos y los míos... Son muchas vivencias... Hay quien me dice que debería haber escrito un libro.

¿Y usted no se ha animado a estudiar algo?

–Ya lo pensé en alguna ocasión pero he sido poco de estudiar. Terminé el Bachiller, hice un grado de FP y con ese título me presenté aquí. Me suelen decir que tengo todas las carreras cursadas y les contesto que sí, pero sin el diploma. Tanto tiempo por aquí hablo con uno de Psicología, con otro de Derecho... Sé un poquito de todo (se ríe).

Tiene pinta de que se jubilará en UNED.

–Eso espero. Tengo 58 años por lo que me quedan siete para los 65. Me gusta mi trabajo, tratar con la gente, soy bastante abierto y me llevo bien con todo el mundo. Además como recuerdo decía un profesor ya jubilado: “En la UNEDlo difícil no es entrar sino irte porque te crea una adicción buena”.