“Lo bueno de la depresión es que nos hace mirarnos al espejo: ¿Qué es lo que nos falla en la sociedad? Tenemos gente mayor que muere sola en casa. ¿Cómo combatimos eso? Con todos esos programas de apoyo mutuo, como el de San Juan, que cada vez hay más. Con educación emocional en los colegios, para que nuestros jóvenes cuando lleguen a la edad adulta sepan identificar qué es estar triste, que es muy importante no estar solo, tener apoyos con quien hablar, tener oídos, crear una red de apoyo. Si en la sociedad nos apoyamos entre todos, hay menos soledad, tienes amistades, sabes dónde pedir ayuda... la gente va muchísimo menos al psicólogo”. David Brugos, jefe del servicio de Área de Recursos Intermedios de Salud Mental, realiza esta reflexión en vísperas del Día Mundial de la lucha contra la Depresión (que se celebra este sábado). 

Este trastorno que provoca una profunda tristeza “es un viaje al pasado” en el que recapitulan, ilustra. “Es duelo, pérdida de juventud, miedo a la muerte, pérdida de mi salud, de mi pareja, de mi trabajo... En ese proceso, que se va enquistando, el paciente se va metiendo, se va metiendo... y se aísla del mundo”, explica el especialista, que recalca que las personas “se tienen que dar cuenta antes de meterse en el pozo para parar eso”. Por ello, lo primero que recomienda a los afectados es: “No te aísles, no te encierres en casa, sigue activo y socializando”.

Escuchar, estar y acompañar

En este sentido, Brugos recomienda en aquellos casos de estados de tristeza “más leves”, en los que los pacientes “siguen trabajando, continúan más o menos relacionándose”, que “se apoyen en sus redes de apoyo informal” porque existe cierta confusión respecto al papel de los psicólogos, psiquiatras, enfermeros... “Nosotros –refiere que no desea que esta frase suene fea– no queremos ser amigos, ni necesitamos serlo, primero porque el amigo está siempre, ahora y mañana, te conoce íntimamente, con lo cual tiene un poder que no voy a tener y, por otro lado, yo te tengo que aportar algo técnico distinto que un amigo no te da. Si necesitas ser escuchado, llorar, apoyarte... busca un familiar o un amigo, que lo va a hacer estupendamente, mejor que yo, porque es de tu mundo, te conoce y va a estar siempre ahí”. No obstante, advierte de que “cada vez tenemos más gente que no tiene amigos”, de modo que “estamos atendiendo a la soledad”.

Este responsable sanitario aconseja a quien tenga a un ser querido con depresión que hablen con él: “Escucha, pregunta sin forzar y permanece a su lado”. En algunos casos, cuando los síntomas persisten e interfieren mucho en el día a día, hay que pedir ayuda profesional. “No es algo vergonzoso; es valiente”, asegura el psicólogo, que explica que cuando hace terapia de grupo para tratar trastornos de ansiedad o depresión invita a los pacientes a mirar por la ventana. “Les digo: la mitad de las personas que pasan por la calle a lo mejor podrían estar aquí, pero no tienen valor de consultar y algunas podían necesitarlo”. No es fácil reconocer que uno se siente mal, aunque esa tendencia “va cambiando”, apunta Brugos, y añade que no debemos pasarnos al extremo opuesto. “Tampoco tiene sentido tener un psicólogo de cabecera”, concluye.