La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ha confirmado una condena de siete años y medio de prisión, dictada anteriormente por la Audiencia de Bizkaia, contra Eder E. L., de 46 años de edad, que intentó matar a su pareja, Pía Alvero, ahora de 48 años, al estrellar a propósito la furgoneta que él conducía en Cintruénigo con la intención de acabar con la vida de ella. El vehículo chocó contra un árbol, que se partió en el impacto, y por ello la mujer salvó la vida. La víctima sufrió diversas fracturas y lesiones, ya que en el lado del copiloto no disponía de airbag, pero pudo salir del coche y pedir ayuda un hombre que conducía por la zona hasta que pudo ser trasladada al hospital.
La Sala ha estimado ahora el recurso de la víctima y ha incrementado la indemnización que debe abonarle el acusado por el daño causado desde los 6.600 euros a los 25.000 euros. El TSJ tiene en cuenta las lesiones, secuelas, daños en el vehículo y la afección para la vida de la víctima, que incluso se ha tenido que marchar de Bizkaia y rehacerse en Navarra donde ha emprendido otra vida y se encuentra trabajando. Además, el tribunal se ratifica una orden de alejamiento y de prohibición de comunicación con la víctima durante 15 años.
En la sentencia se relata que el procesado mantuvo con la superviviente una relación de pareja que se prolongó unas dos décadas. Tuvieron un hijo común y residían en un municipio de Bizkaia. Sobre las 8.30 horas del 23 de mayo de 2021 se encontraban ambos en Cintruénigo, adonde habían ido a pasar el fin de semana y donde reside la familia de ella. La sentencia dice que en los días precedentes, Pía le había manifestado en reiteradas ocasiones al acusado que tenían que hablar de las tensiones familiares existentes y de una posible separación.
“En realidad es que llevaba años pidiéndole hablar e ir a terapia para salvar nuestra relación. Yo fui a terapia y me ayudó mucho. Diez días antes le comenté la posibilidad de separarnos. Ya no podía más. Siempre le daba las gracias y le pedía perdón por fallarle, pero él hacía como si nada. De hecho, el día anterior estuvo como sonámbulo, ni hablaba, estaba ido”, recuerda la superviviente. En la mañana de ese día, el procesado le indicó que en lugar de hablarlo en la vivienda en la que se encontraba la familia de Pía, le acompañase en la furgoneta que iba a coger para echar gasolina y así aprovechaban a discutirlo por el camino. “En ese trayecto solo hablé yo. Le pedí disculpas y le dije que lo tenía claro, que no podía más. Él estuvo callado todo el tiempo, mirando al frente, a la carretera y pisando el acelerador”, dice Pía.
Así, cuando circulaban por el vehículo por las inmediaciones de un polígono industrial, el procesado comenzó a dar dichos acelerones, pidiéndole ella que controlara la velocidad. Sin embargo, el acusado no hizo caso, llegó a invadir el carril contrario de la circulación hasta que, de forma inmediata, con ánimo de atentar contra la vida de ella, dirigió el vehículo hacia la parte derecha de la carretera, donde se encontraba un árbol, contra el que después de traspasar la zona destinada a aparcamientos, lo estampó impactando en el lado del copiloto donde se encontraba ella.
“Vi claro que su intención era matarme. Recuerdo que en un momento dado giró la vista hacia mi yendo por la carretera y me miró con odio. Entonces, me tensé en el asiento y apreté los puños. Me dije: Pía, hasta aquí has llegado. Y empecé a gritar Papa, no me quiero morir. Al abrir los ojos, vi un muro. Estaba viva. El árbol con el que chocamos había cedido, se había partido. Mi padre bajó del cielo para tirarlo. Como me dijo la Policía, si no llega a ser así, allí muero. Y la única conciencia que tengo entones es: Vete a de aquí por patas. Y me puse a correr, solo quería llegar a casa de mi hermana de la forma que fuera”. La víctima se encontró con un conductor, que le tocó el claxon para auxiliarla. Al subir, le dijo que ya había estado con su marido. Ahí a Pía le entró el pánico. “No sabía lo que ese hombre sabía, si me querría llevar con él... Le dije que me tiraba del coche y le pedí que me llevara a casa de mi hermana, que no me llevara con él, que me iba a matar”.
Como consecuencia del siniestro, la víctima resultó con lesiones consistentes en media docena de fracturas costales, además de una contusión en la rodilla. Sufrió 60 días de baja pero los dolores continúan a día de hoy y las lesiones psicológicas son evidentes. Aquel día Pía tuvo que rehacer su vida de arriba a abajo. Y sigue en ello. Ahora el acusado, que estuvo en prisión provisional unos 9 meses, ha recurrido la sentencia condenatoria.
“Se me hace un nudo en el corazón cada vez que lo cuento, pero he tenido la suerte de que me han querido escuchar. No soy consciente de lo que he vivido, pero sí de que tengo la suerte de poder contarlo”, recuerda esta mujer cirbonera. Preguntada por quén es ahora Pía Alvero, y en respuesta meditada, afirma que “es un retal de muchas cosas, soy totalmente diferente a la mujer que era. Soy una persona en eterna evolución, capaz de volver a reconocerse al mirarse en un espejo, de volver a sonreír de verdad y soñar. Agradezco cada día, cada instante, esta nueva oportunidad de vivir y de comenzar”.
Los detalles
Más de 3 años desde el suceso. Los hechos que han acabado en la condena de siete años y medio de prisión al acusado sucedieron en mayo de 2021. La sentencia ahora conocida del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco confirma la condena que le impuso la Audiencia Provincial de Bizkaia, pero estima el recurso de la acusación particular y otorga una mayor indemnización para la superviviente, Pía Alvero, a la que deberá abonar 25.000 euros. El acusado ha recurrido la condena al Supremo y por ahora sigue en libertad, tras haber estado nueve meses en prisión provisional.
Intento de asesinato al chocar a propósito. La víctima residía en un municipio de Bizkaia y le había manifestado al procesado su intención de separarse. Este, aprovechando un fin de semana que acudieron a Cintruénigo, de donde es la familia de ella, le dijo a su entonces pareja que fueran en la furgoneta para echar gasolina y hablar de la relación. Él no abrió la boca en todo el trayecto, solo aceleró el vehículo y a conducir de manera muy agresiva y cambiándose de carril. En un momento dado, el acusado echó la vista al lado de ella, “una mirada de odio”, recuerda la víctima, y estampó el vehículo por el lado de la copiloto contra un árbol. Por suerte, el árbol cedió y quedó partido. Pía Alvero resultó herida con varias fracturas costales y traumatismos importantes, pero pudo abandonar el vehículo para pedir ayuda.