El euskera abraza el futuro en Zangoza
Familias y cuadrillas llegadas de todo Euskal Herria celebran y promueven su lengua a través de música, baile y actividades para grandes y pequeños
Por cuarta vez, Sangüesa-Zangoza acogió ayer el Nafarroa Oinez en su edición número 46. Las calles y alrededores de la localidad navarra se llenaron desde primera hora de la mañana de un ambiente festivo y familiar pero, sobre todo, de reivindicación por el euskera.
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Entre los asistentes se encontraban auténticas veteranas. “Mi hija tiene 44 años y venimos desde que tenía tres”, afirmó Josune Berango, de 73 años y vecina de Etxauri. Josune acudió este año acompañada de otras amigas que en décadas no se han perdido “ni una edición” del Nafarroa Oinez, como subrayó Maritxu Sánchez, de 59 años. “Sentimos que es nuestra lengua y que tiene que seguir adelante para que todo el mundo la vaya aprendiendo. Hacemos un apoyo total al euskera”, explicó Maritxu. Porque, como añadió Josune Baquedano, de 64 años, “aún hay zonas de Navarra en las que no es oficial el euskera”.
La juventud navarra también se mostró muy concienciada con la importancia del fomento del euskera. Así lo demostraron el grupo de amigos de Pamplona conformado por Aritz Coloma, Aimar López, Lander Sagaseta y Xabier González, todos ellos de 15 años. Para Aritz, “aparte de la fiesta venimos porque nos parece bonito ayudar a las ikastolas navarras”. Los jóvenes reconocieron que para ellos venir al Nafarroa Oinez es ya casi como una tradición: primero la vivieron con sus padres y ahora la continúan en cuadrilla.
A Jon Ander Iso y a Alex Molero, de 18 años, el Oinez de este año les ha tocado en casa. “En esta zona, siempre se ha hablado en euskera, pero con el tiempo se ha ido perdiendo y casi no se escucha”, lamentó Jon Ander. “Para el pueblo, este día es importante. Además de reconocer el trabajo de la ikastola por impulsar el euskera, acercar a gente de toda Euskal Herria a nuestra localidad hace que el euskera sea protagonista, y eso puede hacer que se recupere el uso del idioma en la zona”, destacó Alex. Los jóvenes, que desde primera hora de la mañana se acercaron al recinto, subrayaron “la buena respuesta de la gente ante la causa del euskera y la abundancia de actividades organizadas para todas las edades”.
En esta línea, la pamplonesa Sonia Domínguez tampoco quiso que sus hijos Aimar y Audane, alumnos de la ikastola Paz de Ziganda de Villava, se perdieran esta jornada en favor del euskera. Mientras los pequeños curioseaban entre los puestos de productos artesanos, Sonia recordó que fueron “a echar una mano y a colaborar, porque es importante que nos juntemos todos para seguir adelante con el euskera en Navarra”.
Los allegados a Sangüesa no fueron sólo navarros. Arantxa y Martxel, junto a los pequeños Kattin y Andoni, no quisieron desaprovechar la oportunidad de aportar su granito de arena en un día tan especial. Desde Oñati, la familia acudió ayer a la localidad navarra desde el pasado sábado. “Es un día muy bonito para todos los euskalzales. Que nos juntemos todos a favor de fomentar el uso del euskera demuestra que nuestra lengua está más viva que nunca. Nosotros venimos de Gipuzkoa y allí la situación del euskera es diferente. Es un día especial para los pequeños también, que disfrutan de las actividades desde bien temprano”, apuntó Arantxa.
UN AÑO DE TRABAJO DURO
Esta jornada festiva es la guinda de un pastel que lleva preparándose durante meses para garantizar que todo sale a la perfección gracias al esfuerzo de voluntarias como Amaiur González, exalumna de Zangozako Ikastola. “Para la ikastola ha sido un año trabajando duro, haciendo todo por sacar el Oinez adelante”, explicó la joven, quien se mostró “muy orgullosa” del resultado obtenido. “Es un lujo poder celebrar este día después de tanto trabajo que hemos hecho detrás y, como cada año toca en un sitio diferente, teníamos que aprovechar que esta vez es en nuestra ikastola”.
Para Lorena Montiel también fue día de trabajo el de ayer. Natural de Artieda, quiso aprovechar la oportunidad de la celebración del Nafarroa Oinez para ofrecer a los visitantes los productos que vende. Trabaja para una pequeña empresa de conservas ecológicas llamada Gukalde. Decidió colocar el puesto en la zona 1, al lado de la Ikastola de Zangoza. “Aquí vendemos de todo: mermeladas, tomate frito, garbanzos... si no hubiera tenido que trabajar, hubiera venido igualmente porque apoyo la causa. La cultura vasca se está perdiendo en los pueblos de la zona y es una pena”, lamentó la vendedora.
De esta manera es como el euskera volvió a unir a cientos de familias de todos los rincones de Euskal Herria. Un idioma de presente y futuro.
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