Los protagonistas son ellos: los jóvenes. La vida no ha dado las mismas oportunidades a todos, y hay quien necesita otra oportunidad. Se suele decir que todos merecemos una segunda oportunidad, pero estos jóvenes la merecen aún más. La Fundación Ilundain da cobijo y futuro a estos jóvenes que, tras un primer intento, no han podido seguir el camino marcado. La rigidez con la que se defiende el sistema educativo y el mercado de la competición hace resbalar a todos estos chicos y chicas que no han tenido facilidades para seguir las reglas del juego. De esta manera, la pasión, el orgullo y el pundonor se convierten en desbrozadoras, cortacéspedes y cubos de limpieza. Una forma de volver a sentirse parte, con actitud, trabajo y compromiso. 

Iker del Hoyo tiene 20 años y vive en Buztintxuri, aunque es natural de Ansoáin. Desde marzo, forma parte de la Fundación Ilundain. “Yo hago jardinería, teoría y práctica. De lunes a miércoles, tenemos clases de teoría y práctica, y luego los jueves y viernes salimos fuera a trabajar. Mi clase, a veces, es un poco difícil. A veces los alumnos no siguen la clases y no mantienen una buena actitud en el aula. Por eso, se agradece la paciencia de los profesionales con nosotros. Ellos hacen un buen trabajo para que nosotros podamos optar a un futuro digno”, señala del Hoyo. “Yo entré por recomendación de mi asistenta social. Fui por otra cosa distinta a verla, y fue ella quien me mencionó Ilundain por primera vez. Yo había visto algún cartel y el logo, pero no sabía nada de la fundación. Mi asistenta social me preguntó si quería que me apuntase y le dije que sí. No tenía mucha esperanza de que me llamaran, porque soy consciente de que otros centros como el de Ilundain tienen unas listas de espera de casi 100 personas, pero sin embargo, en poco tiempo me llamaron e hice la entrevista. Me cogieron y aquí estamos”. ríe el joven de Ansoáin. 

Los jóvenes que entran en este programa, como todos los demás, sueñan. Sueñan con ser lo que han ansiado toda la vida. “He querido ser tantas cosas en mi vida que ya no sé ni lo que quiero. De momento, la jardinería me gusta y sé que hay trabajo. No diría que es mi pasión, pero si algo en lo que me siento cómodo y se me da bien. Me lo tomo como si fuese una empresa familiar, un trabajo donde empezar y luego buscar algo mejor”, subraya del Hoyo. Carla Irisarri, de 19 años de la Rochapea, si tiene claro lo que quiere ser de mayor: actriz. “Siempre me he imaginado como actriz en mis películas, pero la limpieza es algo que me gusta. Mi familia siempre se ha dedicado a esto, incluso yo misma, antes de entrar en Ilundain, trabajé de limpiadora en San Fermín”, señala la joven. Irisarri forma parte de la escuela taller de limpieza. Ella entró por recomendación de su hermano. “Mi hermano mayor Juanito estuvo aquí hace 2 o 3 años, y fue él el que me recomendó entrar aquí. Me dijo que me iba a venir bien, y cuando dejé de estudiar, me apunté y me cogieron”, relata la adolescente de la Rochapea. “Me mola el ambiente que tenemos aquí. Varios días de teoría y otros de practicas. También hacemos tutorías de convivencia y demás. Entre los jóvenes que estamos aquí nos llevamos bien, pero entre las actividades y las clases qeu tenemos, sólo nos vemos a la hora del almuerzo o en la vuelta del trabajo en la furgoneta”, añade Irisarri. 

Los dos jóvenes tienen claro que Ilundain es la puerta a un nuevo futuro, a una nueva realidad. “Si aprovechas la oportunidad de estar aquí, Ilundain tiene muchas cosas buenas. Los profesores son majos con nosotros, si les respetas te respetan. Hay gente que viene aquí como si fuera un instituto. Si no vienes a aprovecharlo, mejor ni vengas”, concluye Iker del Hoyo. “Aquí te tratan bien, se preocupan, te cuidan, te quieren, están pendientes, te entienden, te escuchan... Y eso se agradece. De todas formas, si no pones de tu parte, no te dan todo regalado. Tienes que también querer que te ayuden y exigirte un trabajo”, asegura Irisarri. 

Iker y Carla siguen trabajando por tener un futuro digno y feliz.