Síguenos en redes sociales:

8M: La mujer, una fuerza laboral en la construcción

Construccionarias es un grupo que surge en oposición a las constricciones sociales que sostienen que la obra no es un lugar en el que las mujeres pueda desarrollarse como trabajadoras porque “no tienen tanta fuerza como los hombres”

8M: La mujer, una fuerza laboral en la construcciónJavier Bergasa

En la construcción trabajan albañiles, canteros, peones, fontaneros o alicatadores. Y todos ellos son oficios que se encuentran socialmente relacionados con el género masculino por aquello de que “las mujeres no tienen tanta fuerza o resistencia como los hombres”. Bajo este tópico, una mitad de la población se ha sumido en labores de conciliación y cuidados del hogar “como si no supiéramos hacer nada más. Como si no pudiéramos hacer lo mismo que ellos”, denuncia una trabajadora de la construcción. Navarra es una de las comunidades autónomas con menor número de mujeres ocupadas en este sector: 1.208. Según un estudio realizado por la Fundación Laboral de la Construcción (una entidad paritaria sin ánimo de lucro cuyos patronos son ACP, ANECOP, CCOO del Hábitat y UGT FICA) que cuenta con los datos del Observatorio Industial de la Construcción, tan solo el 7,8% de los ocupados de este sector en Navarra son mujeres. Por eso, en 2024 surgieron las Construccionarias, un grupo con el que potenciar y mostrar que la construcción es una salida laboral óptima para las mujeres, quienes todavía no tienen la conciencia de que podrían ocupar estos puestos.

Uno de los motivos que podría motivar esta situación es la falta de referentes femeninas en este ámbito, muchas veces considerado como un trabajo de hombres. “Y eso que hay mujeres albañilas –ya sé que la RAE no lo acepta pero me da igual–, encofradoras y que operan con maquinaria pesada. Pero si una niña, que está en su casa, no ve que hay trabajo en el sector de la construcción, no va a querer dedicarse a esto, cuando es una salida laboral más que digna, con un horario y un salario muy buenos”, admite Pilar Rodríguez, responsable de Empleo de la Fundación Laboral de Construcción. Con todo, se trata de un ámbito donde la presencia femenina es más que perceptible. “Las mujeres trabajan como arquitectas, como administrativas, como propietarias de la empresa u ocupan puestos altos en la junta de dirección; quizá, en comparación con otros sectores, la presencia es menor, pero sí que es verdad que donde más mujeres faltan es en producción. ¿Por qué una ingeniería de la edificación no resulta atractiva para las mujeres? Porque no se nos está dando visibilidad, sobre todo a las mujeres que trabajan en la obra”, añade Natalia Monreal, responsable de Comunicación de Obenasa.

En ese sentido, Pilar, Natalia y Susana Arbizu –responsable de Comunicación de la Fundación Laboral de Construcción– denuncian que es muy común que la sociedad se sumerja en los tópicos que han imperado tradicionalmente a lo largo de los años –y de los siglos–. “Siempre se ha aceptado que la niña estudie Peluquería, aunque esté abocada a un menor salario, a trabajar los sábados y tener un horario de mañana y tarde para ofrecer su servicio. Y, sin embargo, no está bien que estudie un grado de Construcción y que pueda marcharse a las 17.00 a hacer su vida. Es ilógico porque las mujeres somos una fuerza laboral en la construcción. Y el sector necesita incorporar profesionales porque hay mucha carencia y la brecha generacional es muy problemática. De hecho, solo el 9% de las personas trabajadoras del sector tienen menos de 30 años en Navarra”, indica Pilar. Y, aunque no hiciera falta mano de obra, “queremos a la mujer en el sector de la construcción”, reivindican. Sobre todo, ahora que la construcción se encuentra en un momento revolucionario en el que los avances en innovación e industrialización facilitan los sistemas para que el trabajo sea más accesible. “Es decir, que la mujer puede entrar y puede hacerlo. Solo tiene que convencerse de ello”.

Casco reivindicativo para el 8 de marzo.

Construccionarias

La sociedad sabe que faltan mujeres en la construcción y, sin embargo, parece que es una realidad silenciada, a la que nadie se enfrenta por falta de valor. No obstante, desde Construccionarias quieren poner el debate encima de la mesa. “Si no, no habrá una solución. Tenemos un sector muy masculinizado y la presencia de la mujer está muy concentrada en puestos de dirección, pero no en producción. Y hay mujeres que quieren entrar en estos trabajos, pero la sociedad no cree que sea una oportunidad real para ellas. Y les ponen trabas”, sentencia Pilar. “Apenas hay operadoras de grúa, alicatadoras, pintoras o escayolistas, que son gremios tradicionalmente masculinos, a pesar de que son trabajos que podría realizar cualquier mujer porque, de hecho, son labores que están relacionadas con el detalle, y eso es una aptitud que se relaciona desde siempre con el género femenino”, apunta Natalia.

En ese sentido, en lo que coinciden las tres es en que hay una resistencia al cambio por parte de la sociedad. “Siempre está el que piensa que la mujer tiene menos u otras capacidades. La conducta machista se mantendrá en muchos casos, pero tenemos que romper barreras y darnos cuenta de que el progreso y el cambio nos beneficia a todas y todos. Con el grupo queremos identificar y ver qué podemos hacer desde la propia empresa para que cambien los estigmas más conservadores. El introducir a la mujer en el sector de la construcción es mucho más difícil que incorporarlas y punto. Hay que concienciar a la plantilla, realizar un protocolo de acogida y sensibilizar a la población de que las mujeres pueden formarse en la construcción”, señala Susana.

La aportación femenina

Aunque todavía existen rezagados que piensan que hay oficios de mujeres y de hombres, la incorporación femenina en otros ámbitos de trabajo ha demostrado que, con la suma de fuerzas, los resultados son infinitamente mejores. De manera que, en este contexto de la obra, la aportación de las mujeres es “infinita. Ya hace un tiempo que dejamos atrás el perfil de hombre forzudo que carga muchos sacos en el hombro. Así que, si sacamos de la ecuación esa resistencia física, podemos centrarnos en otras competencias de profesionales que trabajan en el sector que pueden tener las mujeres. Ellas tienen las mismas capacidades que los hombres para desempeñar cualquiera de las labores de una obra. En muchos casos, las mujeres son más detallistas, organizadas o perfeccionistas. Y eso es mucho. Y lo necesitamos”, concluye Pilar.

“Ni la edad ni el género deben ser barreras para acceder a un trabajo”

No es el trabajo con el que una sueña cuando es pequeña, pero tiene algo que embelesa a quien lo conoce. De la misma manera en que alguien se detiene para ver cómo trabajan en la obra y, por curiosidad o por fascinación, permanece durante minutos o incluso horas, Sonia Gordillo, colombiana de 58 años, y Adriana Simancas, venezolana de 43, encontraron algo tan hipnótico en la construcción que, a pesar de las dificultades, se quedaron porque era su vocación o su destino.

Sonia Gordillo.

Sonia llegó a Pamplona con las ideas claras: quería dedicarse al mismo ámbito en el que en Colombia era una profesional, el hormigonado y el manejo de vehículos de carga. “Tan solo me tenían que dar una oportunidad, que es lo más difícil para las mujeres porque te miran por encima del hombro y te quieren hacer creer que no estás segura de lo que haces. Sé que es un trabajo en el que impera la fuerza, pero para eso están las máquinas. Y yo sé manejarlas, ¿por qué entonces no me daban oportunidades? Ni la edad ni el género deben ser barreras para acceder a un trabajo”, denuncia.

Adriana Simancas.

Por su parte, el azar quiso que Adriana estudiara y se graduara de Ingeniería Civil –en Navarra, esta es la actividad en la que menos mujeres afiliadas hay, con un 4,2%– en 2007, que se dedicara durante 15 años a trabajar en el sector –en el área de supervisión– y que llegara a la capital navarra en 2022. Sin embargo, como no tenía el título homologado, tuvo que empezar casi de cero en la Fundación Laboral de Construcción a través de un PIFE. “Me tocó levantar muros, hacer hormigón y fui haciendo cursos hasta que me propusieron dar clases sobre encofrado, albañilería o fontanería, entre otras cosas. Trato de mostrar a la gente lo interesante que puede llegar a ser el mundo de la construcción, porque hasta que no lo haces no te das cuenta”, explica. Y, cuando una mujer lo descubre, lo conveniente es que las empresas acepten a esa figura femenina que “tiene la chispa y la disposición de trabajar en la obra”. Como ella, quien asegura que la construcción es su vida. Por eso, la ama, la respeta y no puede pensar en otra cosa que le llene tanto como su oficio.