Carlos Ibero es médico y subdirector asistencial del Hospital Universitario de Navarra. Durante la pandemia, le tocó estar en la primera línea del frente en el hospital. “La primera noticia que nos vino de China la tomé con curiosidad, pero al decretarse la emergencia de salud pública de importancia internacional, sentí una preocupación y alerta importante”, asegura el sanitario.
El primer caso diagnosticado en Navarra llegó el 29 de febrero. Ibero recuerda los primeros días. “Los primeros siete o diez días, noté un inicio muy progresivo, luego ya una situación de total contingencia los profesionales que estábamos en ello”, explica. “Un crecimiento exponencial del trabajo que replicaba lo mismo que estaba sucediendo en otros lugares que ya estaban desbordados”, añade.
La realidad de aquellos días se apoyaba sobre el miedo y la inseguridad de los pacientes y los profesionales sanitarios. “Fueron momentos de mucha incertidumbre y miedo, donde era muy importante la comunicación continua y cercana. Fue esencial la gente que se movió en esos momentos por la motivación o responsabilidad de ayudar ante un escenario que no se conocía bien la contagiosidad y mortalidad”, cuenta el médico. Estos sentimientos también permitieron reaccionar. “El miedo y la inseguridad se pueden manifestar de muchas formas, desde el silencio a otras formas. Son mecanismos o sentimientos normales y que puede que tengan su función de defensa o adaptación en ese escenario”, añade.
Cinco años después
Cinco años después, el profesional, que recibió el reconocimiento del Gobierno foral con la máxima distinción de Navarra, se muestra escéptico ante lo aprendido como sociedad. “Creo que cada uno habrá aprendido algo de esta experiencia en función de lo que le sucedió o como lo vivió. Como sociedad o sistema, inicialmente si que hubo un espacio para la reflexión y de puesta en común de las lecciones aprendidas. Desde la necesaria preparación que puede ser aún insuficiente pese a la amenaza, fortalecimiento de las medidas básicas de salud (higiene, vacunas…) o la importancia de los determinantes sociales, el trabajo integrado multidisciplinar con un objetivo común, la importancia de la salud mental, el mundo tan global en el que ya vivimos, la relación bidireccional enfermedad-economía, o como pueden influir nuestras acciones aunque sea desapercibido en las vidas de los demás… Quizás tenga una visión demasiado crítica, pero tenía la esperanza que esta crisis podía facilitar un aprendizaje y supusiera un cambio o revulsivo para generar un mayor impacto positivo”, explica.
Ante una nueva posible pandemia en el futuro, Ibero señala que “hay un aprendizaje local y mundial, por la experiencia adquirida en estas olas por virus SARS_CoV2, cada una ha tenido su particularidad. Si que se ha quedado una mayor sensibilidad ante esta amenaza”, pero que, sin embargo, “no está el trabajo hecho. La preparación no es todo cuestión de recursos y hay posibilidad de mejorar desde el considerar que la salud está implícita en todas las políticas”.