¿A qué suena el Sol? ¿Qué forma tiene una galaxia cuando se traza con las manos? ¿Cómo se percibe el nacimiento de un agujero negro si no se puede ver? Parece que estas preguntas solo se pueden resolver a través de los sentidos. Sin embargo, en la exposición Strom - Astronomía inclusiva –un proyecto que comenzó en diciembre de 2024 en el Planetario de Pamplona, pero, como consecuencia del incendio que tuvo lugar el pasado enero se ha trasladado a la Sala de la Muralla de Baluarte– el cielo deja de ser un lugar lejano para convertirse en una experiencia próxima, sensorial y viva. Dicho de otra manera, se trata de una travesía hecha de formas, sonidos y texturas con la que se muestra cómo surgieron el sistema solar y los otros 3.000 sistemas estelares que se conocen de forma accesible e inclusiva, para que todo el mundo sepa que el cosmos no se observa, se siente.
Por esta razón, esta mañana ha tenido lugar una visita guiada para que usuarios de distintas asociaciones de personas con discapacidad de Navarra, como Retina, Eunate, COCEMFE, Iddeas, entre otras, pudieran comprobar que la exposición cuenta con todo tipo de adaptaciones –braille, intérpretes de lenguas de signos, mochilas vibradoras, líneas podotáctiles– para que puedan realizar una actividad que, de otra manera, no podrían disfrutar. “Este proyecto cumple todos los requisitos que queríamos desplegar para la divulgación y el fomento de las vocaciones STEM. Pero lo más importante es que cumple con los criterios de accesibilidad universal. Es decir, que la oferta se abra de verdad a todos los públicos”, apuntó Paula Noya, directora de Infraestructuras Culturales de NICDO.
Conocer el espacio con facilidades
En ese sentido, Noya reconoció que, para la culminación de esta propuesta, trabajaron durante varios meses junto con varias de las asociaciones invitadas para poder satisfacer todas y cada una de las necesidades y que la inclusión fuera lo más precisa posible. “Es un día muy especial porque los usuarios de esas organizaciones lo pueden testear y decirnos cómo han vivido la experiencia; si lo han disfrutado y si han podido aprender de astronomía con la misma facilidad que otras personas que no tienen una discapacidad”.
De esta manera, además de un recorrido por un sistema solar a escala que se suspendido en el aire, la exposición contaba con elementos replicados a nivel de mano. “El objetivo es que quienes pueden ver y quienes no hagan un seguimiento más completo de la exposición. De hecho, hemos tratado de emular las texturas. Y, en lo que respecta a los sonidos, existen vibraciones para que las personas sordas puedan vivir la exposición en su conjunto”, explicó.
“Aprender como uno más”
María José Casado –de 57 años– cuenta con una discapacidad visual grave y nunca antes había tenido la oportunidad de conocer el cosmos. De hecho, tan solo recordaba ligeramente lo que le enseñaron en el colegio. Pero desde la asociación Retina le invitaron a asistir a este evento y quedó “muy sorprendida”. Al principio, pensaba que iba a necesitar acompañante, pero “como te lo explican antes de empezar, casi puedes hacer el recorrido de forma autónoma. Los carteles para leer en braille se encuentran a la misma altura, el suelo podotáctil me ayudaba a encontrar todos los elementos que tenía que escuchar o tocar. Me ha gustado muchísimo palpar las dimensiones de los planetas con respecto a los otros. Y he podido tocar las particularidades de cada uno de ellos”, expresó.
Por su parte, María José Irigoyen –que fue invitada desde la asociación Eunate, que trabaja con personas con discapacidad auditiva– consideró que el éxito de esta exposición –que satisfizo sus necesidades al contar con una intérprete de lenguas de signos y subtitulado– se debe al trabajo en colaboración con las distintas asociaciones navarras. Incluso, reconoció que ella muchas veces se había autoexcluido creyendo que no podría asistir a determinadas actividades porque “siempre pienso que no están adaptadas. Y entonces dejo de hacer cosas. Pero que hayan apostado por tener en cuenta a gente como nosotros es un completo acierto”, mencionó con alegría. En ese sentido, Lorea Matínez –acompañante de María José y trabajadora de Eunate– señaló que se está favoreciendo la participación “de todo tipo de personas con sus diferentes dificultades”.
Roberto miraba las constelaciones desde su silla adaptada mientras sonreía porque todo estaba preparado tanto para él como para el resto de los asistentes. “Te sientes muy incluido porque puedes tocar los objetos, participar y, en definitiva, ser uno más del grupo”, indicó. Porque el cosmos es un escenario en el que todo se siente. Donde no hay límites.