Frialdad en la reina y gritos de "monarquía kanpora" en Lumbier
Letizia llegó en helicóptero y con un enorme despliegue policial muy alejado de la cercanía que busca la Casa Real
No es casualidad que el CIS lleve una década sin preguntar a los ciudadanos del Estado por la monarquía. En 2015 lo hizo y Felipe VI sacó un suspenso. Quizá la baja popularidad de los reyes –creciente incluso entre la derecha más extrema, ojo– explique la necesidad de un protocolo tan distante y militarizado como el de ayer.
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Un dispositivo de seguridad de no menos de un centenar de efectivos –entre la Casa Real, Guardia Civil y Policía Foral– perimetró el instituto. El despliegue de medios –con policías apostados en puentes– contrastó con la veintena de personas –muchas de ellas, mayores– que se acercaron para tratar de saludar a la reina.
Fue difícil: llegó con el tiempo justísimo, en helicóptero y con tantas medidas de seguridad que fue complicado verla. Su llegada fue un visto y no visto, saludó rápidamente a algunos de los ciudadanos que estaban esperándola como agua de mayo y entró a todo correr al instituto. Nadie de la comitiva real o institucional –también estaba la ministra Alegría– se preocupó por las concentraciones de los profesores, que básicamente reclaman más medios para educar bien a adolescentes.
Una mujer interrumpe a la reina Letizia tras su visita al nuevo instituto de Lumbier
Aun así, hubo gente que esperó toda la mañana para intentar darle la mano o saludarla a la salida. Casi se van de vacío a casa. La reina enfilaba directa el coche oficial cuando los gritos de una mujer le hicieron muy complicado no girarse y acercarse. Hubiese sido demasiado impopular hasta para el más monárquico. Cambió de dirección, despachó un par de saludos más y se volvió al coche. Mientras tanto, del instituto ya emanaban cada vez más silbidos y gritos como alde hemendik y monarquía kanpora.
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