El primer estudio realizado en Navarra sobre vulnerabilidad y fortaleza emocionales en la educación refleja un aumento del 6% en casos de acoso escolar. En cuanto al alumnado, un 17% de estudiantes en Primaria y un 30% en Secundaria ha precisado asistencia psicológica en el último año, principalmente sobre problemas familiares y relacionados con la ansiedad en el primer grupo, y sobre problemas familiares y relacionados con ansiedad y también depresión en el segundo grupo. Se han explorado como indicadores de vulnerabilidad emocional las experiencias de acoso escolar y los sentimientos de soledad.

Aproximadamente un 54% del alumnado navarro de Primaria y Secundaria de centros públicos y concertados manifiesta haber sufrido una o más conductas de bullying presencial o cara a cara, bien de tipo físico, verbal, social o psicológico, según los datos del primer estudio sobre vulnerabilidad y fortaleza emocionales en estudiantes y docentes de Navarra elaborado por la Cátedra de Inteligencia Emocional UNED Pamplona – Fundación Caja Navarra, en el marco del convenio de colaboración firmado con el Departamento de Educación. 

Un incremento del acoso escolar

Este porcentaje supone un incremento del acoso escolar de aproximadamente un 6% con respecto a las tasas declaradas hace dos años en el mayor estudio realizado en la Comunidad Foral sobre acoso escolar y tecnológico elaborado, en el curso 2022/2023, por encargo del Departamento de Educación por la catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológico de la Universidad del País Vasco (EHU), Maite Garaigordobil, y en el que, a través de una muestra voluntaria y anónima de 15.544 estudiantes, se determinó que un 48,4% del alumnado declaraba haber sufrido acoso escolar presencial. 

El estudio de la Cátedra de Inteligencia Emocional recoge datos obtenidos en el curso 2024-25 sobre una muestra representativa, voluntaria y anónima, de 3.410 estudiantes y 1.481 docentes de Primaria (5º y 6º), ESO, Bachillerato, y FP (Básica, Grado Medio y Grado Superior) y ha sido realizado por el director científico de la Cátedra de Inteligencia Emocional de UNED Pamplona - Fundación Caja Navarra, y catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la UNED, Juan Carlos Pérez-González.

El análisis resalta asimismo que en el último año ha crecido también hasta el 46% el porcentaje de alumnado de Primaria y Secundaria que reconoce haber realizado una o más conductas de bullying presencial o cara-a-cara, ya sea físico, verbal, social o psicológico. Este porcentaje de estudiantes que han realizado el rol de agresor o agresora supera en más de 10 puntos porcentuales los datos del 32% en 2023, y que constituye otro aumento relevante y preocupante.

A su vez, determina que en el último año el 62% de estudiantes de Primaria y el 61% de Secundaria manifiesta haber observado una o más conductas de bullying presencial o cara-a-cara, ya sea físico, verbal, social o psicológico. Estos últimos porcentajes se asemejan al 64% de observadores identificado en 2023. De modo que han aumentado las víctimas y los agresores, pero se mantienen los porcentajes de observadores.

Sentimiento de aislamiento

Con respecto a la soledad, este estudio es pionero y probablemente constituye el primer estudio en España que analiza esta cuestión en una muestra grande de estudiantes de primaria y secundaria, pero eso implica que no se dispone de baremos de comparación para poder valorar, por el momento, si los niveles promedio de soledad son normales, bajos o altos. Sin embargo, sí se ha podido examinar la íntima relación inversa entre sentimientos de soledad y experiencias de bullying.

En concreto, los estudiantes con mayores sentimientos de soledad son más vulnerables a experimentar el rol de víctimas de bullying cara-a-cara. Pero también los estudiantes con experiencias de ejercer el rol de agresor suelen ser estudiantes con mayores sentimientos de soledad. Estos resultados arrojan luz para comprender la vulnerabilidad emocional común tanto en el perfil de víctimas como en el perfil de acosadores/agresores. Aparentemente, ambos perfiles de estudiantes sufren silenciosamente sentimientos de soledad (por ejemplo, “me siento excluido, olvidado por los demás”, “no tengo a nadie con quien pueda contar”, “la gente está a mi alrededor, pero no la siento conmigo”).

En cuanto a las fortalezas emocionales de los estudiantes, este estudio ha confirmado que las y los estudiantes con mayores niveles de inteligencia emocional presentan menos dificultades para reconocer y regular sus emociones, y esto se traduce en que manifiestan menos sentimientos de soledad y también menor probabilidad de vivir experiencias de bullying como víctima o como agresor. Esto concuerda con otro hallazgo del estudio, y es que los estudiantes con mayores niveles de inteligencia emocional son quienes manifiestan mayores grados de satisfacción vital. Estos resultados ratifican el papel de la inteligencia emocional como factor protector en infancia y adolescencia que se ha encontrado en estudios previos.

En cuanto al profesorado, un 55% ha acudido alguna vez al psicólogo, siendo los principales motivos problemas de ansiedad, seguidos por problemas de depresión, problemas familiares, de pareja, y, en último lugar, problemas laborales.

Síndrome burnout del profesorado

La profesión docente es una de las más estresantes por diversas razones, y en ocasiones tanto estrés deriva en el denominado burnout o síndrome de estar quemado en el trabajo. Éste se compone de tres indicadores: cansancio emocional, despersonalización o cinismo, y baja realización personal. En la muestra docente estudiada, se observaron, en conjunto, niveles medios en los tres indicadores de este síndrome, lo que significa que, en general, el profesorado de Navarra no presenta, como grupo, niveles altos de burnout. Sin embargo, alrededor de un 7% del profesorado encuestado mostró niveles muy altos de cansancio emocional, de tal modo que con una frecuencia de algunas veces por semana manifestó sentirse emocionalmente agotado, frustrado o incluso al límite de sus posibilidades. 

En cuanto a los niveles de despersonalización o cinismo fueron, en general, muy bajos, lo que es una buena noticia e indica que la amplia mayoría del profesorado apenas tiene comportamiento insensible o indolente hacia los estudiantes. Finalmente, el profesorado navarro exhibe niveles normales en realización personal, sin apenas casos de profesoras o profesores con sentimientos de baja realización personal. Adicionalmente, se observó un interesante patrón de diferencias estadísticamente significativas según el sexo (hombre vs. mujer) en cuanto a los dos primeros indicadores de burnout. Las mujeres tendían a mostrar más cansancio emocional que los hombres, y los hombres a mostrar mayor grado de cinismo que las mujeres. Esto sugiere diferencias en la experiencia emocional docente entre mujeres y hombres. Los niveles de despersonalización o cinismo fueron mayores en ESO y FP frente a otras etapas como Primaria.

También se exploró el nivel de compromiso (engagement) docente. Éste se caracteriza por tres indicadores: estado emocional de vigor o energía, estado de dedicación al trabajo, y absorción, que se refiere a sentimientos de disfrute al estar concentrado e inmerso en el trabajo. La muestra encuestada manifestó niveles medios en energía o vigor, pero altos en dedicación y en absorción.

Con respecto al nivel de inteligencia emocional del profesorado, en conjunto de docentes navarros entra dentro de niveles normales. Sin embargo, cabe señalar que aproximadamente un 3% de la muestra presenta niveles muy bajos de inteligencia emocional que reflejan una alta vulnerabilidad emocional, tal y como evidenció la pandemia de la COVID-19, que puede afectar seriamente su propio bienestar y su salud mental, así como puede impactar negativamente sobre el bienestar de su alumnado.   

En lo que concierne a las fortalezas emocionales del profesorado, se ha vuelto a comprobar que conforme mayor es el nivel de inteligencia emocional del profesorado, menor es la probabilidad de experimentar burnout, y mayor la de experimentar compromiso laboral. Además, los docentes con mayor inteligencia emocional suelen ser quienes reportan sentir más emociones positivas en su práctica docente (por ejemplo, disfrute, afecto o cariño) y menos emociones negativas (tales como tristeza, enfado o miedo-ansiedad), en línea con la evidencia disponible tanto en condiciones ordinarias como en condiciones especiales como fue la pandemia. 

Un último resultado relevante es que los docentes que expresaron sentirse más cómodos con la inclusión de la educación emocional en su práctica docente eran precisamente aquellos con mayores niveles de inteligencia emocional, lo que es congruente también con otros estudios hechos en España.

Conclusiones

Dos de los problemas que afectan a la salud mental y el bienestar de los estudiantes son el bullying y los sentimientos de soledad, estando ambos aspectos ligados al riesgo de ideación suicida. La inteligencia emocional se ha confirmado en este estudio como un factor protector frente a estos fenómenos negativos. Dado que la inteligencia emocional es una competencia que puede mejorarse con la adecuada educación emocional tanto en niños y niñas, jóvenes como en adultos, este estudio avala la conveniencia y la urgencia de la educación emocional en los centros educativos.

La inteligencia emocional constituye una herramienta personal que tanto en estudiantes como en docentes se asocia positivamente con indicadores de bienestar y florecimiento personal, así como se asocia negativamente con indicadores de malestar emocional. 

Estos resultados refuerzan la necesidad de fortalecer las estrategias de prevención, entre las que se incluye la educación emocional de los estudiantes, de acuerdo con lo que promulga la Ley educativa (LOMLOE). Sin embargo, este estudio también revela que el profesorado necesita apoyo y formación no solamente para mejorar su propio bienestar personal en el trabajo, sino para desarrollar su competencia profesional a la hora de aplicar la educación emocional en el aula sin que su compromiso y comodidad con esta nueva labor que la sociedad demanda al docente tenga que depender casi exclusivamente de su nivel de inteligencia emocional y de sus buenas intenciones.

El presente estudio, enmarcado en el conjunto de actividades formativas y de investigación que constituyen el objeto del convenio previamente citado, está acompañado de otras dos importantes líneas de trabajo: la formación del profesorado para una posterior implantación y evaluación de programas de educación emocional y la oferta de cursos de formación en Inteligencia Emocional para el conjunto del profesorado. Esta misma semana, finaliza la primera acción formativa dirigida al profesorado que, voluntariamente, ha querido participar y que se ha desarrollado a lo largo de cuatro sesiones. El próximo paso, por tanto, consistirá en el pilotaje de una acción de implantación, previa formación específica del profesorado, de un programa de educación emocional en centro, así como la evaluación del mismo.

Alineada con este proyecto se encuentra la iniciativa de aprobar un nuevo decreto foral de convivencia para el sistema educativo de la Comunidad Foral de Navarra. En los últimos meses se ha estado elaborando el correspondiente proyecto de decreto y, próximamente, se publicará en el portal de participación ciudadana.