Jesús Gil Peláez, el asesino en 2002 de Alicia Arístregui en Villava, el primer crimen machista de Navarra juzgado por un jurado popular, ha sido ahora condenado en la Audiencia Provincial de Álava a 23 años de cárcel por violar y acuchillar a una mujer, con la que mantenía un noviazgo, en octubre de 2020 en Vitoria. Se da la circunstancia de que Gil Peláez cometió estos hechos cuando era preso clasificado en tercer grado penitenciario debido a que arrastraba 22 años de condena por el asesinato de Arístregui. Después de atacar a su víctima en Vitoria, el acusado huyó hasta Burlada donde fue detenido en una bajera que poseía su familia en el polígono Mugazuri.

Gil Peláez, según informa el diario El Correo en su edición de este lunes, ha sido condenado también por agredir en el mismo episodio que se desarrolló en un piso de Arkaiate de la capital alavesa a una menor de edad, que era la hija de su novia y víctima. Al criminal, juzgado en febrero y que alegaba que el sexo fue consentido, le imponen 10 años de cárcel por tentativa de homicidio, otros 11 por un delito de agresión sexual agravado por el uso de arma como intimidación y dos más por herir a la hija con instrumento peligroso.

Gil Peláez se encontraba desde julio de 2020, tres meses antes de los hechos, clasificado como preso en tercer grado en régimen de semilibertad y convivía con otros reclusos en un piso de una ONG en el barrio vitoriano de Arkaiate. Había estado cumpliendo hasta entonces una larga condena en Zaballa tras asesinar con cinco cuchilladas a Alicia Arístregui en abril de 2002 en una parada de autobús de Villava. La mujer se había separado de él tiempo antes.

En este caso en Vitoria, Gil Peláez residía en el mismo bloque que la víctima y la hija de esta, de 12 años. Fue en la mañana del 17 de octubre de 2020 cuando él insistió en entrar en la vivienda. La victima le había pedido en los días anteriores cierta distancia al sentirse agobiada por la relación. De hecho tenía pensado realizar un viaje fuera para poner kilómetros de por medio. Pero no le fue posible. Gil Peláez pudo entrar finalmente en el piso, se dirigió a la cocina con la excusa de beber agua y agarró un cuchillo. Así, amenazó con matar a la niña si la madre no le hacía una felación. Después, en el sofá, empezó a apuñalarla pero la mujer se defendió de tal forma que incluso le partió con las manos el filo del cuchillo.aun así la siguió golpeando. Fue entonces cuando la menor acudió a auxiliar a su madre y el acusado también la acabó hiriendo hasta que ambas pudieron huir y pedir auxilio. El acusado también desapareció en ese momento y evitó el cerco policial hasta que a los tres días fue localizado y detenido en Burlada.