El fiscal ha elevado este jueves de 21 a 22 años de prisión la pena solicitada para César Gascón Zuazu, de 46 años, como autor de un delito de asesinato por haber acuchillado mortalmente a su hermano Marcos Miguel, de 49, en el domicilio en el que ambos convivían en Tafalla en la madrugada del 21 de junio de 2022. El Ministerio Fiscal mantiene la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de confesión, y reclama una indemnización de 66.350 euros para la madre de ambos varones. 

Por su parte, el abogado de la defensa José María García Elorz ha calificado el crimen como constitutivo de un delito de homicidio y ha renunciado a solicitar las eximentes de trastorno mental y miedo insuperable, por las que reclamaba la absolución y, por tanto, la imposición de una medida de seguridad de internamiento en un centro psiquiátrico. Sí considera que concurren las atenuantes de confesión, parentesco y arrebato u obcecación, y deja la fijación de la pena de prisión al magistrado que preside el tribunal del jurado en función de las que sean apreciadas.

Prueba incriminatoria

En su informe final en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Navarra, el fiscal Miguel Ros ha destacado que durante la vista “me ha parecido que se ha intentado demostrar que Marcos Miguel merecía morir y en 14 años no había visto un juicio con tanta prueba incriminatoria. No ha habido ninguna prueba que haya aminorado la responsabilidad del acusado”, ha aseverado.

El fiscal ha hecho hincapié en la declaración del acusado, que en el primer día del juicio afirmó que se había despertado, levantado y acuchillado a su hermanos Marco Miguel. “Con la declaración del acusado y su ataque de sinceridad, habría podido acabar el juicio”, ha dicho el fiscal, quien ha admitido que César Gascón “tiene un trastorno mental, pero eso no le impide saber qué está bien y que está mal”, y ha asegurado que las discusiones que mantenían los dos hermanos no sirven para justificar un asesinato.

El fiscal ha mantenido que los hechos son constitutivos de un asesinato en el que concurre la alevosía súbita e inopinada, pero “fue tan repentino que no pudo oponer ninguna conducta defensiva”. “Tres de las catorce cuchilladas eran mortales de necesidad y causaron la muerte en uno o dos minutos”, ha resaltado. “Sabía la relevancia de sus actos y, por eso, acudió a comisaría a entregarse, porque mató a su hermano porque le molestaba. No le busquen explicaciones al mal, porque la maldad existe”, ha añadido el fiscal, que niega que en el caso concurra la atenuante de arrebato u obcecación que plantea la defensa.

Admite que el acusado “tiene un trastorno disocial de la personalidad, pero eso no minora su responsabilidad penal. Como dijo el médico forense, sabía lo que hacía”, ha recalcado el representante del Ministerio Público.

"Homicida sí, asesino no"

Por su parte, el abogado de la defensa ha incidido en que “César no es un asesino en el concepto jurídico del término, ni en el de la calle. César es un homicida y así lo reconocemos, por lo que merece una pena mucho más ponderada que la que pide el Ministerio Fiscal”, ha señalado el letrado, que ha destacado que “a través de la madre y las hermanas hemos conocido la terrible realidad que vivió esa familia y el trágico final de Marcos Miguel es la última secuela que ha dejado un padre maltratador y alcohólico”.

Con esa vida, ha dicho, “los dos hermanos eran unos enfermos mentales y, además, César era un drogadicto. También era una doble víctima de los malos tratos de su padre y de su hermano Marcos Miguel”. “Vivían juntos y tenían una nefasta relación, una relación explosiva, con odio y rencor profundo. Era la crónica de una muerte anunciada como dijeron su madre y sus hermanas, y nadie les hizo caso”, ha expuesto.

El abogado, que ha puesto de relieve que la víctima del fratricidio fue condenado por una tentativa de homicidio a un camionero, al que roció de gasolina e intentó prender fuego tras un incidente de tráfico, ha afirmado que el acusado “descansó” tras matar a su hermano. “No sabemos si hubo o no discusión, porque en su declaración en el juicio no lo hizo, pero César sí dijo a los agentes y en el juzgado que la había habido.  Y si no la hubo, queda claro que actuó movido por la ira”, ha subrayado. “Por eso cogió en la cocina el primer cuchillo que tuvo a mano, no el más grande”, ha agregado.

El letrado ha considerado que “la intención de César no era matar a su hermano. Por eso la primera herida es en la cabeza y no en el corazón”, que provocó su caída al suelo. “Esta es la prueba del arrebato y la obcecación del acusado, que se agachó y le metió ocho cuchilladas en el cuello cegado por la ira. Esas heridas sobraban y solo se explican por esa ira que sentía”, ha añadido.