Compartió vestuario con Mikel Merino, Kike Barja, Álex Berenguer, Jokin Ezkieta o José García, entre otros, y este domingo se proclamó campeón de la Kings League, el torneo de fútbol 7 creado por Gerard Piqué, llegando a marcar el gol clave en semifinales que su equipo, El Barrio, llegara a la final. Jordi Ros ganó con Osasuna la liga en Liga Nacional, pero los problemas económicos que acarreaba el club hicieron que se cerrara la residencia en la que se alojaba y tuviera que hacer las maletas para volver a Barcelona.

Ros, horas después de acaparar los focos, se encuentra “muy bien, muy contento. Asimilando un poco lo vivido estos días, volviendo a ver todo, el incluso que metí”. El catalán hace vida normal, porque la fama del torneo no le ha dado todavía para que le paren por la calle, pero sí que en las redes sociales lo ha notado. “Ya hemos vuelto a trabajar y a hacer vida normal”, asegura.

Este fin de semana, el Camp Nou acogió la fase final del torneo. “Estuvimos concentrados en un hotel, fuimos al estadio en autobús… nos sentimos profesionales por un día”, recalca, además de poder ver cómo 90.000 personas celebraron su gol. “Además por el momento, el minuto, la repercusión. Se caía el estadio… Aún no nos lo creemos, que estuvimos ahí delante de tanta gente”, añade, antes de reconocer que sitió “una sensación de adrenalina brutal, y más yo, que soy del Barça, es un sueño hecho realidad. Y más que llevamos tanto tiempo jugando al fútbol. Desde pequeño sueñas con ser profesional”.

Ros ha compartido equipo con exfutbolistas como Martín Mantovani, José Juan Figueiras o Nico Pareja, entre otros, compañeros que “nos ayudan mucho, nos dan muchos consejos en estos momentos de presión” y que contrastan con el propio jugador, que está jugando “en la cuarta división de Catalunya y quería volver a competir, porque lo tuve que dejar por trabajo. Viendo la gente que estaba metida dentro y la repercusión que podía tener decidí probar suerte. Me cogieron para las pruebas, después el draft y me eligieron, por suerte”.

Sin embargo, en su trayectoria hay un espacio para Osasuna, al estar una temporada en el equipo de Liga Nacional. “Estuve un año. Viéndolo ahora, me supo a poco. Fui a jugar un torneo y me vieron los ojeadores de Osasuna, que me llamaron en enero para ir la temporada siguiente. Era una experiencia que no podía dejar aprovechar. Tenía 16 años y lo hablé con mis padres. Fue una experiencia top, que me hubiera gustado pillarla algo mayor. Pero vives otras experiencias y ves desde dentro cómo se trabaja en un club de Primera División. La experiencia fue positiva, pero cerraron la residencia y los jugadores de fuera de Navarra nos tuvimos que ir”, rememora.

“Siempre he sido consciente de que tenía buen nivel. Desde pequeño tienes el sueño de ser jugador profesional. Hablando con mi familia y amigos llegamos a la conclusión de que este tren igual no llegaba otra vez. Lo cogí y vine a vivir la experiencia”, afirma, antes de acordarse de que “éramos un muy buen equipo. Estábamos Mikel Merino, Jokin Ezkieta, Álex Berenguer, Unai Roldán… Nos llevábamos todos muy bien, había un buen grupo que nos ayudaron mucho a los de fuera desde el primer momento”.

Jordi Ros, junto con Kike Barja. @JordiRos14

Casi una década después, Jordi Ros mantiene relación con alguno de aquellos compañeros. “Fuera de lo que es el deporte tengo un par de amigos en Pamplona, pero del fútbol me llevo con Jokin y Kike Barja. Jokin estuvo en el Barça y nos veíamos bastante para adaptarse aquí y tratar de hacerle la vida un poco más fácil. La experiencia con Osasuna fue genial, con todos no hablo, pero con alguno de vez en cuando nos mandamos un mensaje”, y desvela que “hace menos de un año estuve en Pamplona y le hablé a Barja por tema de entradas. Han llegado a unos niveles que piensas que no te van a responder, pero al final son gente muy humilde, con los pies en el suelo y es un poco lo que inculca el club”.