alsasua. Olentzero llegó este pasado viernes a Alsasua lleno de regalos y novedades. Además, acudió con su compañera Mari Domingi, que le ayudó en la tarea de recoger las cartas de los txikis. Y es que ese día el bonachón carbonero no da abasto con tanto trabajo. Por ello, la comisión del Olentzero, con la ayuda de jóvenes del Gaztetxe, las apymas de Iñigo Aritza, Zelandi y Sagrado Corazón además de vecinos y colectivos de Alsasua como la fanfarre, Etorkizuna Dantza Eskola, Burundako Txistulariak, sociedades gastronómicas o la coral entre otros prepararon una jornada llena de actividades y magia por y para los más pequeños.

Así, desde la mañana, Mari Domingi recogió las cartas que le entregaron los niños. Pero no iba sola. Le acompañaban los sonidos del txistu, la fanfarre y muchas voces que cantaron las canciones del Olentzero, recordando que solo faltaban unas horas para que bajase del monte para anunciar el nacimiento del Mesías. Según otros, el solsticio de invierno.

Con las cartas a buen recaudo en las alforjas de su burro, Mari Domingi junto con un nutrido grupo de personas fueron a buscar por la tarde a Olentzero a Usolarrain. A toda prisa, sin ni siquiera lavarse la cara, dejó la carbonera que estaba preparando y se unió al grupo que le llamaba con sonidos de txalaparta y cohetes. Su llegada al pueblo fue motivo de fiesta, con un recibimiento a la altura de Casa Txitxarro en el que no faltaron las danzas, música y cánticos. Tampoco que llevarse a la boca, con reparto de vino cocido y castañas.

El Olentzero también quiso compartir con txikis y mayores parte de sus conocimientos. Por ello, explicó el proceso que durantes siglos se ha seguido para realizar carbón vegetal, con una auténtica carbonera en la plaza Zumalakarregi. También contó a los presentes costumbres, ritos y leyendas relacionadas con la Navidad. En Baratzako Bide repartió muérdago, una planta medicinal que según explicó, también tiene poderes mágicos, ahuyentado los malos espíritus. Por ello, les recomendó que lo colocasen en las puertas de su casa. Una vez seco, y en otra noche mágica, la de San Juan, se deberá echar al fuego purificador.

Su última parada fue en la plaza de Los Fueros, dónde Olentzero contó más leyendas para después despedirse hasta el año que viene entre más música y canciones. Aunque se fue, algunos aseguran que vieron horas después el burro junto a una casa y al viejo carbonero intentando entrar por una chimenea. Era medianoche.