a desescalada ha acelerado el ritmo político en el Estado. El avance que supone la aprobación del Ingreso Mínimo Vital contrasta con el ruido de una derecha desatada dentro de un clima de degradación que puede envalentonarse más a la vuelta del verano.

En Navarra, la situación es sensiblemente más calmada, pero las corrientes provenientes de Madrid pueden requemar los esfuerzos de una reactivación lo más participativa posible. La desescalada, además de devolver el pulso a las calles, aporta una primera perspectiva política de lo sucedido durante el confinamiento.

Este primer semestre del año, en principio estaba llamado a haber discurrido sin enormes sobresaltos tras un duro ciclo electoral en 2019. Parecía una hoja en blanco para un Gobierno investido un 7 de enero, que empezase a carburar a pleno rendimiento para el inicio de la primavera. Sin embargo, todo se fue al traste, y en cuestión de solo unas jornadas el final del invierno se convirtió en un auténtico drama sanitario, una pesadilla que por su magnitud y consecuencias ha puesto vuelta al aire la agenda política, económica y social a corto medio y hasta a largo plazo. Quién lo iba a decir las pasadas Navidades.

Los socialistas cerraban un año inolvidable. El PSN había conseguido tomar el timón del Gobierno Foral. El PSOE ganar dos elecciones generales y apostar finalmente por un ejecutivo de coalición con Unidas Podemos con el visto bueno del PNV. Los planetas se habían alineado entre la Moncloa y el Palacio de Navarra. Por el contrario, los resultados del 10-N habían dejado un nuevo regusto amargo en la derecha de la Comunidad Foral. Navarra Suma conservaba su condición de primera fuerza, con dos diputados.

Pero el balance global revalidaba a Sánchez, a Iglesias y al soberanismo, lo que suponía un triple pinchazo fibrilar para la ya de por sí dolorida musculatura de UPN. Además, aquel 10 de noviembre, el PP obtuvo una renta de escaños muy pobre, mientras que Ciudadanos se hundió. Por si fuera poco, el protagonismo de Vox en el Congreso, fuerza extraparlamentaria en Navarra, suponía una nueva hipoteca para el crecimiento a futuro de Navarra Suma.

Pero volvamos a 2020. El coronavirus reventó la agenda política hace dos meses y medio. Y ha supuesto una crisis de envergadura para un Estado en crisis crónica, que no es lo mismo que en derribo. El virus, lejos de servir de tapón vertebrador, como pretendía el PSOE durante la primera fase de la pandemia, ha descorchado de nuevo a una derecha carente de empatía y sobrada de orgullo y ansiedad. Con algún matiz o salvedad. Inés Arrimadas, por ejemplo, copartícipe en el desplome de Rivera, ha entendido que el latigazo de la pandemia merecía una estrategia política con cierto perfil singular, visto el resultado para Ciudadanos de la estrategia trifásica de Colón. Arrimadas parece haber comprendido que su única posibilidad de supervivencia pasa por volver a regar un terreno agostado en la huída hacia adelante de Rivera. Pero todavía tiene que confirmar que está dispuesta a transitar por una vía que por de pronto se le ha despejado con la renuncia de Marcos de Quinto o de Girauta.

Más a la derecha, el PP y Vox no han conseguido noquear a Pedro Sánchez. Desde otoño de 2016, Sánchez se ha convertido en una pesadilla para la derecha más iracunda, y una lumbalgia intermitente para sectores en teoría más afines, a los que Sánchez doblegó en 2017 con el apoyo del navarro Santos Cerdán, uno de los hombres fuertes del partido a partir de ese momento. Tres años después, si Pedro Sánchez sale bien parado de esta crisis, el presidente del Gobierno español confirmará su fama de político resistente donde los haya, que hace honor a su libro. Entre los soberanistas y sectores más a la izquierda la constatación general es que Sánchez se distingue por su resistencia, pero aún más por una volatilidad que no deja de sorprender. Una mezcla complicada para generar excesivas confianzas pero a la que se le otorga un caudal suficiente para que pueda salir a flote el ánimo de entendimiento. El momento actual de excepcionalidad va flexibilizándose al comprás de la desescalada, y ahonda la posibilidad de entendimientos a izquierda y derecha. Lo cierto es que los acuerdos que el Gobierno va obteniendo con fuerzas tan distintas como Ciudadanos, EH Bildu, ERC o el PNV hay días que parecen situar a Sánchez caminando en un alambre, y días en los que parece que su figura tiene la capacidad de crecerse ante un contexto mediático bastante hostil. Desde luego, en una visión de conjunto, Sánchez ha evolucionado desde la primera declaración del Estado de Alarma, y ha pasado de emitir una sintonía centralista con acusado componente militar, a haber asumido que ante la enorme dificultad de la empresa, y la realidad plural del Estado, una política multilateral podía ser más eficaz y otorgarle incluso un cierto brillo. O por lo menos descargarle de un peso que empezaba a contracturar su presidencia de forma ya ostensible.

La segunda parte de la desescalada le pilla a Sánchez de aniversario. Porta ya dos años en la presidencia, tras la moción de censura de 2018 a Rajoy. Habitar el Palacio de la Moncloa suele acabar en síndrome, pero también comporta un aprendizaje. La presidencia es un oficio, y lejos de los peores augurios, no es descartable que este intensísimo calendario de reuniones y negociaciones a múltiples bandas que ha supuesto la desescalada, lejos de sobrepasarle, como ha podido soñar la derecha más airada, le apuntale. El acuerdo obtenido el sábado con ERC y el PNV es significativo sobre el estado de forma del PSOE, que recibe y reparte el balón en lances arriesgados, pero sin acabar de perder el esférico, pese a la presión ambiental. En el PSN confían en la probada capacidad de resistencia del presidente del Gobierno español, y quitan hierro a los análisis que apuntan a la cohabitación de dos formas de entender el Partido Socialista, una con habitual eco mediático representada por comunidades como Aragón o Castilla-La Mancha. Y otra, en la que se englobaría el PSN, con el PSE, los socialistas valencianos y los de Baleares. Los navarros Santos Cerdán y Ramón Alzórriz restan valor a los posicionamientos de Lambán o García-Page y destacan que la apuesta de la investidura no tiene vuelta de hoja, lo que significa contar, entre otras fuerzas, con ERC.

Secretario de Coordinación Territorial del PSOE

“Hay muchos intereses en España por tumbar al Gobierno”

Diputado socialista, secretario ejecutivo de Coordinación Territorial del PSOE desde 2017, y desde febrero de este año también coordinador de Comunicación del partido con el Ejecutivo, Santos Cerdán no sufre secuela alguna tras haber sufrido en carne propia la agresividad del covid-19. Pasado el susto, trabaja a pleno rendimiento en su dedicación política. Cerdán niega “rotundamente”que haya un debate en el Partido Socialista en torno a la política de alianzas que marque la legislatura, pero admite que hay declaraciones con remite de Aragón o de Castilla-La Mancha que vienen de lejos, “que pueden estar más cómodos o menos cómodos”, pero “a nivel federal hoy día no hay nadie que se replantee romper con los partidos que nos llevaron a la investidura. Cerdán se ha reunido varias veces con el presidente de Aragón y de Castilla-La Mancha para “debatir y hablar sobre su opinión personal”. El político navarro recuerda que en un contexto del estado de alarma, “bienvenido sea que Ciudadanos haya apoyado al Partido Socialista, pero a la vez podemos ver lo que ha hecho en Andalucía, que ha sido poner al frente de la comisión de reconstrucción a Vox”. A su juicio, Cs está en un “proceso interno”, y espera que “dejen ese escoramiento hacia la derecha y la extrema derecha y se dediquen a ser un partido de centro”. Para Cerdán, el Partido Socialista es el que más se parece a la pluralidad que hay en España”. Recuerda que la dirección “apoyada por todo el partido a nivel federal” tomó la decisión de un gobierno progresista apoyado en los partidos que había que apoyarse”, y que “gracias a ellos no fuimos a terceras elecciones”. Una vez arrancada la legislatura, Cerdán subraya “que no se ha perdido ni una votación en el Congreso de los Diputados, casi siempre, la gran mayoría, con la fuerzas progresistas que están representadas en el Congreso”.

A pesar de retener la manija en el congreso, en una exigente aritmética, este Gobierno se enfrenta a un clima mediático muy complicado. “Hay un interés mediático e invito a que se miren los accionariados de algunos medios de comunicación. A nadie se le escapa que hay muchos medios de comunicación e intereses en España por tumbar a este Gobierno, que a algunas fuerzas poderosas de este país no les gusta”.

Cerdán reconoce que estamos ante “un problema estructural, que tenemos los partidos políticos, los medios de comunicación y la sociedad de este país”. Le preocupa “el nivel de crispación que se está generando en España”, que “desde Congreso se traslada a la calle”, criticando que “algunos partidos políticos quieren sacar rédito político” de la crisis sanitaria y económica del coronavirus. “Espero que la ciudadanía se lo haga pagar cuando toque”.

Gran parte de esa presión está centrada en Pedro Sánchez. Por más que en su biografía tenga acreditada su capacidad de resistencia, la actual prueba es extrema. Santos Cerdán, hombre próximo a Sánchez, certifica la dureza de lo acaecido durante estos meses, también dentro del ámbito más personal y menos público o institucional. “En su cara se nota el desgaste y el sufrimiento que ha pasado, porque no es nada fácil para un presidente, sea quien sea, vivir una situación como la que se está viviendo. Hemos estado viendo desgraciadamente que morían mil españoles y españolas diariamente en los días más duros de esta pandemia. Y eso, produce un dolor que se lleva por dentro. No nos ha gustado nunca en el Partido Socialista hacer políticas del dolor, desgraciadamente estamos acostumbrado a que algunos lo utilicen”. El secretario de Coordinación Territorial ha tenido en este tiempo alguna conversación privada con Sánchez y pese a todas las dificultades y momentos duros, ve a Sánchez “fuerte para sacar esto adelante, con ganas y convencido de lo que tiene que hacer, trabajando para que todos los partidos políticos entren a trabajar por la reconstrucción de este país”.

Secretario de Organización del PSN-PSOE

“A la derecha no le gustan los equilibrios sociales ni territoriales”

Para el portavoz de los socialistas navarros, y secretario de Organización del PSN-PSOE, a expensas de lo que decida Ciudadanos en esta nueva prórroga, la formación naranja entendió que “desde la irrelevancia no se construye”. En cualquier caso, Alzórriz, en línea con Cerdán, no ve que ninguna de las federaciones socialistas “vaya hacia una alianza con el partido de Arrimadas. Estamos en gobiernos progresistas y de izquierdas”, por más que “puntualmente se pueda llegar a acuerdos para determinadas cuestiones, como hace cualquier gobierno, pero ahora mismo la posición del partido va en una misma dirección”. Al ser preguntado por el criterio que el propio Sánchez mantuvo hace cuatro años al pactar con Ciudadanos un acuerdo “para un gobierno reformista y de progreso”, Alzórriz se atiene al panorama actual, y enumera la estrategia política de la formación naranja en Andalucía, en Murcia, Castilla y León y Madrid, que contrapone con la política de “extensión de derechos” del Partido Socialista. Sobre el ruido mediático conservador, que agranda los errores del Gobierno y tapona sus aciertos, dificultad crónica para el PSOE, agravada por la irrupción del virus, dice Alzórriz que a la derecha no le gustan los equilibrios sociales ni territoriales”, por lo que esperaban una presión de este cariz. “Este Gobierno”, asegura el portavoz socialista, “ha entendido perfectamente la situación que atraviesa España, que necesita diálogo, negociación y entendimiento”, desde un modelo de Estado plural y no uniforme.

En cuanto al riesgo de judicialización de la política española, el secretario de Organización del PSN mantiene que “la derecha siempre ha utilizado la misma estrategia, y ha recurrido al Tribunal Constitucional desde el matrimonio homosexual, hasta el Estatut de Catalunya”. Un modus operandi que contrapone con el de su partido, de llegar a acuerdos, afirma, para “hacer un país más amplio y más fuerte”. Alzórriz confía en la sinergia social, y que la posición socialista favorable al “avance en derechos y libertades de la ciudadanía” y al “fortalecimiento de los sistemas públicos de protección”, conecte con “lo que realmente quiere la inmensa mayoría de la sociedad”, y mantenga al PSN y al PSOE cercanos “a las necesidades de la gente”, que refute el ruido conservador.

En el PSN se descarta que la legislatura pueda alejarse de la senda progresista y los apoyos trenzados en la investidura de enero