Las primeras horas del apagón supusieron un “caos absoluto” para los comercios y el sector hostelero de Navarra, quienes, en muchos casos, se vieron obligados a bajar las persianas –de forma metafórica, ya que muchas de ellas eran automáticas y resultaba imposible cerrar los establecimientos de forma manual–, con la incertidumbre de no saber cuánto género perderían debido a la descongelación o hasta qué punto no iban a obtener ganancias después de un día perdido, aunque en algunos casos tan solo fueron unas pocas horas–. En tan solo un día, Navarra se sumió en una desescalada que podría asemejarse con la que ocurrió en 2020 durante la pandemia.
La electricidad se recuperó en Pamplona y Comarca por zonas, de tal manera que el Casco Viejo (la luz regresó hacia las 15.30 horas) o el II Ensanche (hacia las 14.30) fueron de los primeros barrios en los que regresó la electricidad y, por tanto, el comercio y la hostelería. Y, por el contrario, en Zizur o Huarte no se recuperó hasta llegada la noche, de manera que se detuvo toda su actividad durante un día al completo. La Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra realizó una encuesta a las 500 empresas que constituyen la organización con el objetivo de establecer un balance de pérdidas y, al parecer, los resultados fueron mucho más “positivos” de lo que esperaban.
Preocupaciones principales: comidas, género y electrodomésticos
Natxo Calvo, secretario general de la asociación, aseguró que había preocupación por tres problemas fundamentales: las no ganancias durante las comidas y cenas, el género que podría descongelarse tras varias horas con las neveras desconectadas y la pérdida de los electrodomésticos causada por la vuelta de la tensión. En el primer caso, todo dependió de las franjas territoriales.
“Como en el centro de Pamplona todo volvió a la normalidad bastante pronto –más allá de que la red móvil y el internet seguían funcionando con complicaciones–, se sirvió comidas después de las 15.00 horas a aquellas personas que se habían quedado sin reserva. Y lo mismo ocurrió con las cenas”.
Impacto en alimentos congelados y aparatos
Por otro lado, en lo que respecta al congelado, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) indicó que era preciso evaluar cada producto por separado y que el género puede aguantar hasta cuatro horas sin daños. Por tanto, “salvo en algunos casos puntuales, no hay pérdidas sustanciales”, aseguró.
Y, aunque todavía es pronto para decirlo de forma categórica, no se han detectado evidencias de que los electrodomésticos hayan sufrido algún tipo de deterioro.
Necesidad de autonomía energética
Sin embargo, esta situación extraordinaria ha provocado que muchos bares y restaurantes hayan concluido la necesidad de tener su propia autonomía –como gran parte de la hostelería rural– para que no vuelvan a quedarse sin margen de maniobra ante una circunstancia como esta. “Dentro de lo que cabe, las consecuencias han sido mínimas, pero esto demuestra que hay una falta de previsión a nivel político”, valoró Calvo. Por su parte, Juan Carlos Oroz, de la Asociación Navarra Pequeña Empresa de Hostelería (Anapeh), añadió que “sin luz no somos nadie” y manifestó su alegría de que los daños hayan sido circunstanciales en la mayoría de los casos.
Pérdidas “sensibles” en el comercio del centro de Pamplona
Más allá de los problemas de red –sobre todo a partir de la tarde, cuando en el Casco Viejo y el II Ensanche ya disponía del suministro eléctrico– el comercio en el corazón de Pamplona apenas notaron unas “sensibles pérdidas”, ya que durante las primeras horas no era posible aceptar pagos con tarjeta y los establecimientos se encontraban completamente “a oscuras”.
De hecho, según contó Carlos Albillo, gestor de comercio del Casco Antiguo, “vivimos un momento de temor porque no podíamos bajar las verjas y, por tanto, no podíamos dejar el local, pero, por suerte, se pudo recuperar la actividad lo antes posible”.
En la zona del Ensanche, el apagón también afectó a la mayoría de comercios. “Empezaron a llegar mensajes al grupo de WhatsApp que tenemos todos de que no había luz, y el susto fue gordo”, señaló María Jesús Alonso, gerente de la Asociación de empresarios del Ensanche, Lezkairu y Ripagaina. La mayor incidencia que tuvieron los comercios fue la imposibilidad de realizar pagos con tarjeta. “Nosotros, sobre todo en el Ensanche, tenemos gente más mayor que está más acostumbrada al efectivo y aún así hubo comercios con problemas de cambio. En otros barrios imagino que habrá sido peor”, añadió. En algunos comercios llegó la luz a las 15 horas. En otros no llegó hasta las 21 horas. Aun así, todos los negocios mantuvieron la actividad y no cerraron. “Aunque había miedo entre los clientes al ver los negocios a oscuras, no cerró nadie. Algunos hicieron buena caja como la ferretería Estrella, pero otros como el restaurante Maira, tuvo que cancelar 50 reservas de menú ese día”, aseguró la gerente.