Podría deberse al buen tiempo y a la necesidad que tiene la gente de aprovechar todos y cada uno de los rayos de sol; y más si es en Navarra. Durante este mediodía, las calles del centro de Iruña se llenaron de una gran marea de gente, tal y como podría ocurrir cualquier fin de semana, pero siendo un lunes de vuelta a la monotonía. El apagón afectó a todos los espacios de la capital navarra.
De hecho, en las zonas más concurridas, como la avenida Carlos III o la calle Estafeta, los trabajadores de los distintos establecimientos se vieron obligados a detener su actividad y colocarse bajo las puertas de sus respectivos locales para impedir que la gente accediera a esos espacios.
“No podemos hacer nada”, comentó el encargado del bar Iruñazarra. Ante esta situación, muchos de los comercios cerraron debido a la falta de luz, pero otros muchos no corrieron la misma suerte porque muchas de las verjas y puertas son automáticas, así que su única opción era “tratar de cerrar de forma manual”, mencionó una trabajadora de la tienda de cosméticos Freshly, después de haber hecho varios intentos inútiles subida en una escalera.
En ese sentido, los grandes problemas que generó la crisis energética tanto en comercio como en hostelería se relaciona con el pago -la mayoría de los clientes solo compra por tarjeta, apenas utilizan dinero en efectivo- y la descongelación del género. En Viandas, tienda de productos ibéricos ubicado en la calle Mercaderes, no pueden hacer bocadillos, tampoco pueden cobrar a sus clientes y los congeladores no funcionan. “Es posible que perdamos el pan y todo el género si el apagón continúa porque se habrá roto por completo la cadena del frío. Y tampoco podemos cerrar la tienda porque la persiana es eléctrica. Es una faena muy gorda porque no sabemos cuándo va a terminar”, apuntó África Matellán, encargada de la tienda.
En el caso de los locales de Carlos III, además de la problemática del pago con tarjeta, el fallo eléctrico impidió que pudieran cerrar los establecimientos a la hora prefijada, por lo que muchos se quedaron en la puerta, como guardianes, mientras valoraban cómo poder irse con la seguridad de que no iba a pasar nada en las tiendas. En Snipes o Banana blue trataron de bajar las persianas, pero en La Casa del Libro se optó por colocar dos postes que señalizaban que no se podía acceder al negocio.
Hostelería
Por otro lado, en lo que respecta a la hostelería, todo está siendo “un caos absoluto”, ha asegurado Nacho Calvo, secretario de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra, ya que “si el apagón continúa se perderá mucho género porque las cámaras aguantan unas horas determinadas”. Asimismo, no todos los establecimientos se encuentran en la misma situación, ya que algunas zonas (Rotxapea, Pío XII, 2º Ensanche, Txantrea, Berriozar, etc.) han recuperado la normalidad, pero no todos los espacios han corrido la misma suerte.
El asador Maitagarri ha sufrido el corte de luz de lleno, justo antes de que comenzaran a preparar las comidas para las reservas que se habían realizado. “Hemos retirado todos los productos a las cámaras para cerrar los congeladores y que no se dañara la comida. Tampoco hemos podido hacer servicio, como mucho los pintxos que estaban en la barra, pero también hay que calentarlos”, ha mencionado Garabet Tarjenián, gerente del asador.
Al igual que otros muchos establecimientos, la puerta y el toldo son automáticos, por lo que se han visto obligados a quedarse en la puerta. “No nos importa quedarnos, pero sí que nos preocupa este rato en el que estamos teniendo ganancias; sobre todo porque ha sido a la hora de la comida. Es un día sin trabajar cuando ya ha empezado la temporada de turismo”, ha añadido.
En esa misma línea, los trabajadores del bar Iruñazarra también han tenido que dejar de lado sus labores porque, a pesar de haber aguantado un rato con las luces de emergencia, les ha sido imposible continuar su actividad y ahora les toca confiar en que las cámaras de frío aguanten todo lo que se pueda para no sufrir grandes pérdidas, más allá de la nulidad de ganancias que han podido obtener durante esta mañana.
Los negocios de Autobuses
A pesar de que la estación de autobuses se haya mantenido con cierta normalidad –funcionan las puertas automáticas y las escaleras, también el parking está operativo, pero la mayoría de compañías de transporte no pueden dispensar billetes para los pasajeros, salvo la compañía Alsa–, la gran mayoría de los comercios sufren las consecuencias del apagón, a excepción del gimnasio Altafit, que cuenta con su propio generador.
César De Luis, propietario de la tienda de chucherías de La vieja estación, ha comentado que autobuses cuenta con un generador con un total de mil litros de gasoil, pero del que no pueden servirse los negocios. “De hecho, hay gente que quiere atender, pero no es posible porque las costumbres han cambiado y hasta una piruleta se paga con tarjeta”, ha indicado con resignación.
Con todo, aunque De Luis no pueda vender nada, se ha mantenido en el puesto para ofrecer su servicio “por si alguien necesita una botella de agua o alguna cosica”. “Espero que se pueda recuperar la electricidad lo antes posible porque es una faena bastante importante”, ha dicho.