La Agenda 2030 de la ONU incorpora una serie de indicadores para medir el avance en la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre los que se encuentra la igualdad de género (objetivo 5). Estos indicadores han de servir, no solo para comparar situaciones en las que la discriminación es más patente, sino también para decidir sobre las medidas a adoptar para erradicarla y avanzar en derechos y oportunidades. Las cifras indican que la brecha de género aún persiste en pleno siglo XXI y que la mayor parte de las oportunidades que se presentan favorecen más a los hombres que a las mujeres. Son destacables, principalmente, las siguientes diferencias: la brecha salarial; las desigualdades en la conciliación laboral y familiar, en el acceso a puestos de responsabilidad y al empleo; o en la educación, entre otros.

Respecto a la Formación Profesional, ésta ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas, tanto en la variada oferta de ciclos formativos como en el número de alumnado matriculado. Del mismo modo, esta opción educativa también ha tenido una trayectoria tradicionalmente masculina centrada, principalmente, en los sectores productivos integrados por hombres.

En la actualidad existe una concentración femenina en ciclos sociosanitarios, en aquellos relacionados al servicio de los demás. Al respecto, Esther Monterrubio comentó en este Encuentro DNN que “las mujeres seguimos estando vinculadas a las labores de cuidado y a la atención de las personas, así como en empleos del sector servicios”. Por ello, la directora de Servicio de Planificación e Innovación de FP del Gobierno de Navarra añadió que “debemos hacer esfuerzos para equilibrar la balanza y conseguir una FP mixta”.

Siguiendo este hilo, la directora del CI de Burlada, Alicia Oria, recaló en la idea de “buscar una comunicación positiva y realizar acciones informativas y difusión para acercar la FP a las familias y a las propias alumnas, con el fin de que conozcan las ventajas académicas y laborales de estudiar un grado de Formación Profesional”. Además, señaló que “a pesar de la evolución positiva de la FP y que la mujer se va incorporando poco a poco en ciclos más masculinizados, queda mucho camino que recorrer”.

Sobre este aspecto, las cuatro participantes coincidieron en señalar que unos de los principales problemas de la desigualdad en la elección de ciclos formativos y de la percepción de la sociedad de que existen familias profesionales más masculinas o femeninas procede, en la mayoría de los casos, de la base educativa adquirida en las etapas tempranas del niño y la niña, sobre todo del seno familiar o del entorno social. “El proceso de socialización es un factor determinante en la orientación hacia los estudios. La educación es hija de su tiempo, de su cultura y de la sociedad. Va a depender de dónde venimos y de nuestra historia”, apuntó Alicia Oria. Y Dolores Garijo, gerente de Agenor prosiguió diciendo que “ la familia tiene un peso importante como referente; es el primer agente socializador”.

La educación es parte esencial para la transmisión de los roles y estereotipos de género, de ahí la importancia que tiene como herramienta de cambio social. Se convierte en imprescindible, por tanto, trabajar desde la formación para la igualdad y abordar el sexismo en todos los ámbitos educativos. Las intervinientes insistieron en que “la educación debe aprenderse a lo largo de la vida; y no existe educación sin valores”.

“Algunas chicas manifiestan vivir prejuicios de género desde muy pequeñas e incluso cierta presión social que les dice que no pueden desempeñar ciertas profesiones porque son muy masculinas”, marcó Monterrubio. A lo que Oria subrayó que “deberían elegir sus estudios, en concreto los relacionados con FP, dejándose llevar más por sus gustos e intereses que en los condicionantes de género que pueden haber adquirido en el ámbito familiar o social”.

Por su parte, la alumna Marina Echeverría destacó que a pesar de que ella nunca ha tenido reticencias ni impedimentos a la hora de elegir su formación, sí que ha percibido en su entorno de amigas prejuicios en la elección de su futuro”. Sin embargo, sobre la mesa se expuso la sensación de que “las cosas están cambiando” y que “las nuevas generaciones no aprecian tantos tabúes”. No obstante, Esther Monterrubio insistió en recalcar que “ esta percepción debe ir cambiando, porque no hay barreras para las mujeres a la hora de estudiar y trabajar”. Asimismo, la empresaria Dolores Garijo comentó que cree que “existe miedo a enfrentarse a las tecnologías, a pensar que no se está capacitada para ello, a tener la falsa teoría de que estas cosas se les dan mejor a los chicos”. Al respecto, también incidió en “la necesidad de organización y voluntad, además de generosidad en todas las esferas de esta sociedad para solucionar este problema. Es decir, el trabajo tiene que venir desde los centros educativos y desde la Administración, en conjunto con las familias, porque de ese modo los chicos y las chicas no percibirán diferencias entre unos ciclos u otros. Solo verán lo que les gusta o no hacer”.

Brecha laboral

Igualdad de oportunidades

En un mercado laboral en el que se requieren cada vez más perfiles profesionales técnicos en trabajos manuales y tecnológicos, las mujeres juegan en desventaja porque tienen menor presencia en la Formación Profesional (FP) relacionada con estos ámbitos.

Los estereotipos de género de la sociedad y, sobre todo, el nivel educativo y la ocupación de las familias de los estudiantes son los principales factores que influyen en sus aspiraciones profesionales, según se ha podido detectar en las reflexiones realizadas por las cuatro participantes en este Encuentro DNN.

Sobre el aspecto relacionado con la contratación de perfiles cualificados de mujeres por parte de las compañías, en la mesa se debatió sobre la necesidad de promocionar la igualdad de oportunidades en sinergia con todos los agentes implicados (familias, Administración, empresa...). “Como empresaria, creo que se está desarrollando u cambio de tendencia, bien por voluntad o por imperativo legal”, anotó Dolores Garijo, dado que “la ley obliga a contratar mujeres”. Sin embargo, “se observa un desaprovechamiento generalizado de su potencialidad y de su valía en un momento en el que el mercado laboral necesita más mano de obra cualificada”, agregó Esther Monterrubio.

En relación sobre si existe brecha laboral, Alicia Oria reseñó en este Encuentro DNN que “no se trata tanto de una discriminación salarial, sino de una desigualdad en la ocupación de los puestos de trabajo”, precedida por una falta de mano de obra de mujeres formadas en FP. Pero esta desigualdad salarial también se presenta en sectores con mayor presencia de mujeres, “al renunciar a puesto de responsabilidad para poder conciliar la vida laboral con la familiar”, remarcó la directora de Planificación e Innovación de FP. Comentario que Marina Echeverría reforzó diciendo que “muchas veces es el propio empleador el que en la entrevista de trabajo tiene recelos de contratar a una mujer por el simple hecho de que se puede quedar embarazada. Los estereotipos y prejuicios sociales están presentes, pero deben desaparecer, y no influir en la contratación”.

Para Garijo, este problema se debe abordar desde la Administración, “facilitando herramientas y recursos que hagan a estas formaciones más atractivas, dado que partimos de la misma igualdad de oportunidades”. Al respecto, Monterrubio apuntó que “ya se están aunando esfuerzos en esta dirección”. y Oria añadió que desde el ámbito educativo ya se está trabajando en competencias transversales que les va a llevar a los jóvenes a cuestiones muy importantes en su vida como la centralidad del empleo, la autonomía y la independencia económica para la toma de sus decisiones”.

No obstante, la directora de Administración de Agenor Mantenimiento destacó que la transformación que están desarrollando las empresas en materia de igualdad conlleva, también, “la búsqueda e incorporación del mejor talento a cada puesto de trabajo, ya sean hombres o mujeres, sin distinción de sexos”. Al hilo de esta reflexión, las cuatro participantes coincidieron en recalcar que “la incorporación de la mujer a la Formación Profesional y al mundo laboral no ha significado que se favorezca una ruptura de la concepción de los roles diferente de la existente ni el reparto equitativo en las tareas domésticas”.

Tras las reflexiones en la jornada, las intervinientes concluyeron en resaltar que la Formación Profesional ha avanzado “exponencialmente” tanto en nivel educativo como en reconocimiento social, pero que necesita reconducir los esfuerzos para que la integración de la mujer sea equitativa y permita el acceso al mundo laboral de manera igualitaria.