Bruselas - Ni con Nicolás Maduro ni plenamente con Juan Guaidó. Venezuela vive horas claves y frenéticas después de que el presidente de la Asamblea Nacional se haya autoproclamado presidente encargado del país. Con buena parte del globo esperando la respuesta de la UE, el bloque comunitario ha reaccionado con tibieza apoyando la celebración de elecciones y reiterando su apoyo a la Asamblea Nacional. Cuando un gran acontecimiento ocurre en algún rincón del mundo, los ojos viran a la UE. Si alguien esperaba una respuesta inmediata o un golpe de efecto del bloque comunitario ante la crisis en Venezuela, poco conoce lo complicado que resulta engranar la maquinaria diplomática de la Unión: al final y al cabo, los 28 Estados miembros tienen una agenda y unas sensibilidades diferentes que afloran con más fuerza en el tablero de ajedrez internacional. Sin embargo, pocas horas después de que Juan Guaidó se autoproclamase “presidente encargado” del país, Federica Mogherini, Alta Representante de Exteriores de la UE, emitía un esperado comunicado en nombre de las 28 capitales europeas. Como se preveía un ni contigo, Nicolás Maduro, ni un plenamente contigo Juan Guaidó.

Fiel a su estilo y cautela, el bloque comunitario ha hecho un llamamiento a llevar a cabo “un proceso político que lleve a elecciones libres y creíbles en conformidad con el orden constitucional”, algo que repite desde los últimos meses. También ha mostrado su apoyo “pleno” a la Asamblea Nacional venezolana, de la que Guaidó es su presidente, y de la que la UE siempre ha defendido su “legitimidad democrática”. Asimismo apela a la seguridad y libertad de todos los miembros de la Asamblea Nacional y en concreto de Guaidó, y que la “voz del pueblo venezolano sea escuchada”. En la UE es quizás Alemania la que pide una respuesta más contundente junto al Reino Unido, muy seguidista de las acciones de Estados Unidos. También Dinamarca. Países como Polonia quieren evitar también dañar las relaciones con Washington y con frecuencia pone freno en acciones como las relaciones con Irán. En el otro lado se encuentran España, Grecia, Portugal y ahora también Francia, que quieren impulsar la hoja de diálogo a través de la creación de un grupo de contacto. La posición de la UE con Venezuela es mantener las sanciones impuestas hace justo un año, a la vez que empuja para que se establezca un diálogo nacional hoy en día enterrado. Pero se enfrenta al doble dilema de que el régimen no quiere sentarse a dialogar. Y si algo enseña la historia reciente, especialmente tras las Primaveras Árabes, es que es peligroso apoyar un cambio si no existe una alternativa segura.