Bruselas - Este martes ha dejado una foto clave a unas semanas de las elecciones europeas. Matteo Salvini y Viktor Orbán reunidos delante de la valla que separa la frontera serbiohúngara, símbolo de su principal batalla: la lucha contra la inmigración. Entre elogios, ambos líderes han dejado clara su intención de que el Partido Popular Europeo (PPE) se alíe con la emergente coalición de extrema derecha, encabezada por el italiano. Algo descartado por el propio Manfred Weber.

Matteo Salvini, líder de la Liga y vicepresidente italiano, viajó el martes a Hungría para reunirse con Viktor Orbán, primer ministro húngaro. El paso fronterizo de Röszke, donde hace cuatro años se levantó una valla para impedir la entrada de migrantes en plena crisis de los refugiados, fue el escenario del encuentro, en el que ambos líderes daban buena cuenta de su sintonía sobre la Europa postelecciones europeas con la que sueñan.

“Felicitaciones a Orbán, que de manera rápida y eficaz, ha asegurado 600 kilómetros de frontera bloqueando los ingresos. Las posiciones del gobierno italiano y el húngaro son idénticas”, señaló Salvini, quien ve en Orbán un importante apoyo para fortalecer su agenda antiinmigración en la próxima legislatura del Parlamento Europeo. Desde hace meses, el italiano ha centrado sus esfuerzos en formar una alianza con todos los partidos euroescépticos y ultras de la UE con el fin de crear un único grupo que les refuerce en lugar de repartirse en tres, como ocurre en la actualidad.

Salvini ya tanteó la posibilidad de incluir al partido de Viktor Orbán, Fidesz, en la coalición ultra. Sin embargo, el húngaro continúa sin desvelar sus intenciones sobre la familia europea que elegirá tras el 26 de mayo. De momento está suspendido de la suya, el Partido Popular Europeo, por cruzar varias líneas rojas, incluyendo los ataques directos a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. Pero el principal partido de la Eurocámara se resiste a dar un paso más allá y decantarse por la expulsión de una formación que le reporta doce escaños en el Pleno.

No obstante, la fragmentación política que se prevé en estas elecciones con una consecuente pérdida de poder del PPE, da a Orbán un gran margen de maniobra. Lleva meses haciendo ojitos a la extrema derecha e intensificando su discurso contra Bruselas y contra el ala más liberal de los Populares. Así, en su encuentro con el italiano deslizó la idea de que el PPE debe abrirse a los pactos con partidos que mantengan una mano dura con la inmigración, como la Liga Norte. Sin embargo, esta opción ha sido descartada públicamente por Manfred Weber, el spitzkandidat de los populares para presidir la próxima Comisión Europea.

Salvini y Orbán coinciden en el tono y en las formas. Si hace unos meses, el húngaro señalaba al “cristianismo como la última opción de salvar a Europa”, ayer el italiano apuntaba a que son figuras como ellos los que “protegen las fronteras europeas contra la invasión migratoria. Si la izquierda continúa gobernando en Europa, veremos un califato islámico”, llegó a señalar. “Si el PPE se alía con la izquierda será difícil que encontremos espacios comunes de cooperación”, convergió Orbán, en un flirteo mutuo que comenzó con su calificativo de “héroe” al italiano.