Joe Biden pierde el hilo, se despista. En el debate estrella de las primarias demócratas Biden llamó “presidente” al progresista Bernie Sanders. Y claro, sus rivales sacaron provecho e insinuaron que está viejo: “¿Acaba usted de olvidar lo que dijo hace solo dos minutos?”.

La pregunta pesa. Pero más le pesan a Biden sus 76 años, casi medio siglo de carrera política y demasiadas decisiones de las que dar explicaciones. Los aspirantes a ganar la Casa Blanca en las elecciones de 2020 este jueves se esforzaron en mostrar que Joe es el pasado, no el futuro de Estados Unidos.

En el debate, Biden intentó mostrarse como la opción más razonable, más moderada, para vencer al actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump. No le salió bien.

Julián Castro, de 44 años y exsecretario de Vivienda, puso al exvicepresidente contra las cuerdas nada más empezar el debate.

Se enzarzaron por un pequeño detalle sobre el plan de salud de Biden. Entonces, la conversación giraba en torno al modelo sanitario totalmente público conocido como Medicare for all y que defienden los candidatos más progresistas, los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren.

“¿Acaba usted de olvidar lo que dijo hace solo dos minutos? ¿Acaba usted de olvidar lo que dijo hace solo dos minutos?”, repetía Castro. “No me lo puedo creer, usted dijo eso hace dos minutos”.

Enseguida, los comentaristas de ABC, la cadena que retransmitía el debate, se aventuraron a advertir: esto le puede salir caro a Castro, está jugando con fuego.

Líderes con un pasado común Pero la osadía de Castro no se quedó ahí. También se atrevió a disputarse con Biden el legado del expresidente Barack Obama (2009-2017). Los dos trabajaron para el exmandatario: Biden como vicepresidente durante ocho años y Castro, secretario de Vivienda entre 2014 y 2017.

“Yo estoy cumpliendo con el legado de Obama y tú no”, arremetió Castro. A Biden no le hizo ninguna gracia.

La mala intención con la que jugó Castro, último en las encuestas y que buscaba un momento de gloria, puede costarle muy caro a Biden.

El exvicepresidente ya había sido criticado por algunos medios, incluido The Washington Post, por contar una y otra vez una desgarradora historia que no es del todo cierta.

En concreto, en sus eventos de campaña Biden ha narrado cómo cuando era vicepresidente viajó a la provincia afgana de Kunar para honrar a un capitán de la Armada de EEUU que supuestamente llegó a descender por un barranco de 18 metros de altura para recuperar el cuerpo de un soldado muerto en combate.

Biden galardonó al capitán con una estrella de plata, uno de los premios al valor más importantes del Ejército de EEUU.

A raíz de ese relato, los periodistas de The Washington Post entrevistaron a más de una docena de soldados estadounidenses y miembros de la campaña del exvicepresidente. Llegaron a la conclusión de que la historia era incorrecta y que Biden la había construido a través de tres sucesos distintos.

Biden había intentado despejar esa polémica, pero el debate no ayudó.

Se mostró torpe. En un momento, se refirió a Sanders, de pie y a su lado, como “presidente”. Luego, rectificó y le llamó “mi amigo”.

También tuvo problemas para explicar su voto a favor de la guerra en Irak y evitó responder a preguntas sobre las políticas migratorias de Obama. Llegó incluso a asegurar que Obama no puso a inmigrantes indocumentados “en jaulas”, como ha hecho Trump en la frontera con México.

Pero, en realidad, las instalaciones donde Trump ha encerrado a migrantes fueron construidas durante el Gobierno de Obama.

Los espectadores esperaban mucho de Biden, líder en las encuestas y el candidato que más habló: 18 minutos completos de las tres horas de debate. Y, sin embargo, Biden una vez más no fue capaz de impresionar.