El pasado día 15, en casa, en presencia de su esposa sufrió un desvanecimiento repentino y dejó de existir. Tenía 78 años. Se casó con Emi Martiartu, de Murchante pero residente en Etxabakoitz. Emilio por aquel entonces jugaba en el Txantrea y vivía en El Mochuelo. El matrimonio tuvo estos hijos: Óscar y Mari, Kontxi y Joseba, Iñaki y Eva, Rubén y Susana, Itziar e Iván. Y estos nietos: Zulima, Sheila, César, Jasone, Itziar, Javier, Aimar, Haizea, Odei, Oskar y Eneko.

Los hijos y nietos destacan de Emilio su sonrisa y cercanía. Llevaba el pedigrí de las Escuelas Profesionales Salesianas, donde cultivó la devoción a María Auxiliadora hasta el punto de que el celebrante del funeral comentó que le habían puesto, al no ser incinerado, una estampa de la Virgen del Colegio en el bolsillo de la chaqueta y en la cabecera de la esquela.

Cursó los estudios de Carpintería con aprovechamiento, como lo demuestra el hecho de que quedó campeón de España en un certamen de Ajuste de Ebanistería celebrado en Albacete.

Se ganó bien la vida alternando la ebanistería con el oficio de tonelero en sociedad con su suegro, siempre como trabajador autónomo. Cuando se jubiló pasó a disfrutar de las tareas de hortelano mientras su esposa regentaba una popular tienda de frutas y verduras en la Txantrea.

Como futbolista dejó estela de gran clase. Pero sin ambición de pasar al campo profesional. Todos los ojeadores de grandes clubes (Kiko Florenza, Ángel Ablanedo, Manolo Fraile) lo tenían en su agenda. aunque hubo un momento en el que el Atlético de Madrid se interesó insistentemente por el centrocampista navarro en la línea y estilo de juego de Adelardo, pero no quiso moverse de Pamplona.

Prefirió recorrer la geografía foral defendiendo los colores del Txantrea, Iruña, Tudelano, Osasuna y Calahorrra. Todos menos la Peña Sport, que no estaba en categoría nacional. Le tocó enfrentarse a jugadores de renombre como Sabino Andonegui, Ignacio Zoco, Antonio Iznata, Fernando Serena, Pedro Mari Zabalza, Fernando Moreno€

Cuando iban a Calahorra en taxi, a la vuelta solían cenar siempre en las Ventas de Arlas, cerca de Falces. Cuando en la pretemporada se presentaban en Griseras (Tudela) con algunos kilos de más, el entrenador no tenía mejor idea que darles una manta y ponerles a sudar al sol para bajar peso€

Emilio Delgado era un mediapunta de gran manejo de balón, habilidoso en el regate, un jugador dotado de una calidad y una creatividad a la altura de los mejores centrocampistas del fútbol navarro. Cuenta Manolo Los Arcos que no ha visto jugador como Delgado que le diera tan fuerte al balón lanzándolo hacia arriba y en la caída no tocara el suelo, controlándolo como si tuviera chicle en el pie.

Terminó su carrera deportiva en el Vulcano del Trofeo Boscos cuando lo ganaba todo a las órdenes del salesiano Alberto Rodríguez y esta pléyade de figuras: Luquin, Calvo, Echart, Ciáurriz, Arbizu, Juvera, Isidro, Macua, Zabalza, Oronsospe y Delgado, que no faltaron a la cita del último adiós como si de la final de Boscos Pista hace 40 años contra el Aralar de los hermanos Astráin se tratara.

Ángel Inda Compañero en el Vulcano