pamplona - Desde el asesinato de José María Lidón a la salida de su garaje en Algorta a manos de ETA en 2001, su viuda, Marisa Galarraga, y sus dos hijos, Iñigo y Jordi, han transitado un tortuoso camino para evitar que el caso se cierre por la inacción y el mal funcionamiento de la Audiencia Nacional. Primero fue una mala atribución de la autoría del asesinato a un comando erróneo por parte del juez instructor lo que retrasó una década la investigación y puso la causa judicial al borde del bloqueo y la prescripción. Tras una laboriosa investigación de la familia, apoyados por sus abogados y “otros favores”, consiguieron impedir el cierre del caso. Pero no terminaron ahí las vicisitudes de los Lidón-Galarraga ya que también en la solicitud de extradición de uno de los presuntos asesinos, Garikoitz Azpiazu, el exjefe militar de ETA más conocido como Txeroki -a los que Marisa e Iñigo vieron in situ en el atentado y posteriormente lo reconocieron en una rueda de reconocimiento-, ha sido un calvario de ineficacia absurda.

¿Por qué han roto ahora el silencio?

-Porque hemos acumulado pruebas, evidencias e información suficiente como para ver que el proceso está lleno de negligencias y comportamientos extraños que han llevado a que se dilata en exceso. Desde una identificación errónea inicial del comando supuestamente autor del atentado hasta, ya en los últimos años, el extravío de una orden de extradición de uno de los asesinos -Garikoitz Azpiazu, Txeroki-, que además luego se pide que se haga con carácter de urgencia y no se concede.

¿Cómo calificaría la manera en la que se ha comportado la Audiencia Nacional?

-Desidia, dejadez? Se quiso cerrar el caso pronto atribuyendo el atentado de aita a un comando erróneo y concluyeron que ese comando fue el que perpetró el atentado.

¿Cuándo decidieron tomar las riendas de la investigación?

-Cuando el caso estaba a punto de prescribir decidimos movernos para evitar salvar la causa. Empezamos nuestras averiguaciones y lo hicimos primero por internet, por Google, buscando datos y contrastando y cruzando sumarios de otros comandos, lo que nos permitió darnos cuenta de que esa primera atribución era errónea y por tanto los que mataron a mi padre no eran los que murieron en la explosión de Basurto a los que hallaron la pistola que mató a mi padre, sino otros. Por lo tanto, el caso sigue sin resolver y está abierto. Hubo una dejadez para quitárselo de encima cuanto antes atribuyendo el atentado a un comando que no era. Posteriormente se acumulan diferentes infortunios y malas prácticas en la Audiencia Nacional en las que se ha visto que el trabajo no es eficaz.

¿Google ha sido mejor juez instructor que el propio magistrado que ha llevado la instrucción?

-Se puede decir que sí. Somos conscientes de que las investigaciones judiciales son complicadas de resolver, pero en este caso cuando uno es capaz de averiguar vía internet que un caso de asesinato está mal cerrado, eso significa que no ha habido mucha pasión ni interés por resolver. No sé por qué. El juez tomó una decisión equivocada en su momento, se equivocó, lo hizo mal, pero luego no hubo nadie que dijera vamos a revisar esto. Ha habido un cúmulo de apatías y dejadez inexplicable. Todo el mundo se puede equivocar, pero es una cadena tan larga de errores y desastres que hace que nos parezca vergonzoso el comportamiento y el funcionamiento judicial en este caso.

No es disparatado pensar que esto mismo les puede estar pasando a otras personas.

-Por supuesto. Nosotros tenemos la suerte que mi padre era una persona muy relevante en la judicatura y hemos podido ir tocando puertas y pidiendo favores tanto aquí como en Madrid. Gracias a los datos que nos han ido dando hemos visto que no encajaban las piezas y que había otras por encajar. Nos ha pasado a nosotros pero posiblemente a otra mucha gente. Hay muchos atentados de ETA sin cerrar, sin esclarecer la autoría, archivados, que pueden esconder situaciones como la nuestra.

Después de lograr que se reabra el caso, diez años después, otro varapalo con la orden de extradición del presunto asesino.

-Con todo lo que nos costó revivir el caso tras diez años de instrucción perdida, resulta que el papel para reclamar la extradición -de Txeroki- a Francia se pierde en el camino. Es incomprensible, pero vamos a conceder que puede pasar, que se han vuelto a equivocar. Pero ya que lo han perdido, cuando van a volverlo a solicitar al menos que admitan nuestra petición de que lo hagan por la vía de urgencia para no perder un año más en el trámite. Pues no nos lo admitieron. Incomprensible.

¿Han recibido alguna explicación de la Audiencia Nacional?

-Sí, nos la dieron, pero no tenía sentido y mucho menos teniendo en cuenta que ya se habían equivocado varias veces y que por esos errores se había retrasado mucho el proceso y dilatado el juicio. Todo esto ha dejado a la justicia muy en evidencia, mas teniendo en cuenta que no se trata de un juzgado de un pueblo sino de toda una Audiencia Nacional, a la que se le presupone un altísimo nivel de gestión, calidad y sensibilidad con los casos y las personas que hay detrás de ellos. En este caso la sensibilidad ha sido mínima, muy poca.

Ya se ha vuelto a solicitar la extradición de Txeroki, ¿para cuándo esperan que le traigan ante el juez?

-La previsión es que le extraditen el primer o segundo trimestre de 2019. Y después, no mucho más tarde, vendrá el juicio. Será la Justicia la que diga si es el asesino o no. Si el proceso hubiese sido tramitado e instruido de mejor manera, habríamos llegado al juicio en la tercera parte del tiempo empleado, esto es, en cinco o seis años. El proceso se ha dilatado porque las decisiones erróneas en niveles estratégicos de la judicatura y policiales lo han convertido en un camino largo y tortuoso. Hemos teniendo que ir abriendo el camino a martillazos.

Tras la denuncia pública, ¿les han llamado desde la Audiencia Nacional para decirles algo?

-Nos llamaron la semana pasada cuando supieron que íbamos a leer el comunicado en el homenaje de aita en el Palacio de Justicia de Bilbao. Nos llamaron para contar su versión, que difiere mucho de la nuestra y la de nuestro abogad o, sobre todo en lo relativo a los trámites de extradición que siguen empleando argumentos sin sentido. Y anteriormente ni siquiera nos llamaron para darnos cuenta de la evolución del sumario.

¿Con ETA ya desaparecida la Justicia tiene que seguir esclareciendo los atentados sin autoría o debe pasar página?

-Es ridículo. El hecho de que ETA se haya disuelto no puede significar borrón y cuenta nueva. No se trata de una cuestión de perdón sino de hacer justicia ante los delitos que han cometido, ya sea robar un banco o matar a otra persona. Es pura justicia y a partir de ahí todo lo demás es cuestión de la política. Buscar una salida política a cuarenta años de violencia gratuita e innecesaria, blanqueando y justificando la violencia es ridículo.

¿En estos 17 años han recibido apoyo de la judicatura?

-De la Justicia de aquí sí la hemos tenido, todos los años los hemos sentido cerca y le han rendido homenaje en su aniversario. Pero por parte de Madrid no ha habido ningún tipo de comunicación.

¿Y de las instituciones?

-En nuestro entorno más cercano nos hemos sentido muy arropados por las instituciones, la sociedad y la judicatura. No tenemos ninguna queja y eso nos ha ayudado a seguir adelante.

Cuando su hermano Iñigo leyó el comunicado ante responsables de las instituciones políticas y judiciales, los presentes quedaron muy sorprendidos.

-Más que sorprendidos, la sensación fue de estupor unánime al escuchar todo lo sucedido y por la situación de bloqueo del caso. No daban crédito a lo que estaban escuchando por la concatenación de errores y la desidia y el mal funcionamiento de la Justicia en este caso.

¿La denuncia pública ha sido un desahogo para la familia?

-Después de tantos obstáculos y tanto atropello durante años para impedir que el caso prescribiera y que se pueda llevar el juicio a buen fin, ahora estamos más tranquilos.

Cuando llegue el juicio, ¿confía en que se hará justicia?

-Lo de hacer justicia siempre es relativo, siempre quieres que la sentencia sea a tu favor. Hacer justicia es que un tribunal juzgue el caso del asesinato de mi padre con la ley en la mano.

¿Esa hubiese sido la respuesta de su padre?

-Seguramente, pero no puedo decir otra cosa porque él ha vivido por la justicia y ha muerto por la justicia, no puedo creer otra cosa. Si luego el tribunal sentencia algo que no nos convence, pues no sé que pasará. Desde luego, si declara culpables a los que le mataron nos ayudará a cerrar una etapa muy dura.

¿Por qué no han recurrido a las asociaciones de víctimas en su investigación sobre el caso de su padre?

-Era más sencillo trabajarlo a través de un compañero de mi padre, Juan Ayala, y de un abogado de Madrid, Javier Zaragoza, experto en temas de terrorismo. Además queríamos trabajar de forma discreta en vez de pedir ayuda a colectivos de víctimas.

El jueves pasado participó en la Universidad de Deusto en un foro de diálogo con alumnos. ¿Los jóvenes conocen estos temas?

-Me pareció que los jóvenes están bien informados en general. No conocen la historia ya que para ellos la historia está en los libros, tanto lo que hizo el GAL como lo que hizo ETA. Estudian esa historia como lo hacen con la historia de Carlos V. Por eso me parece importante poder hablar directamente con ellos. La memoria y el relato son básicos para que no se olvide lo sucedido y se construya la convivencia. Hemos estado cuarenta años con una violencia absurda, con cerca de mil muertos. A mí nadie me ha explicado para qué ha servido todo esto.

¿Qué sintieron en su familia cuando se conoció la disolución de ETA el pasado mes de mayo?

-Ha habido tantos avisos de que se iban a disolver que cuando llegó el definitivo costaba creerlo. Aún así, el sentimiento es de liberación porque sabes que nadie va a pasar por lo que uno ha pasado. Cada vez que había un atentado revivíamos lo que nos pasó a nosotros. Era muy doloroso.