- El debate en torno al primer plan de convivencia del Gobierno foral ha dejado, en las dos últimas semanas, uno de esos episodios que vuelve a señalar con toda su crudeza la cantidad de camino que queda por recorrer en esta materia en Navarra. El 8 de septiembre, el Ejecutivo y todos los grupos fueron capaces de ponerse de acuerdo para escenificar que la más alta representación institucional era capaz de aunar voluntades para mejorar la cohesión social. La idea es sencilla: juntar las piezas para alumbrar un plan de convivencia amplio, muy participado, que se ocupe tanto de la memoria de todas las víctimas como de los nuevos retos de la convivencia en la Navarra actual. Diez días después y con el plan prácticamente sin empezar, Navarra Suma abandonó la mesa y se desmarcó de los trabajos. El parlamentario Iñaki Iriarte, que figuró en la foto del 8 de septiembre, se encargó de explicar en rueda de prensa que el abandono de Navarra Suma se debía a que sienten que el plan no recoge la sensibilidad de la gente de derechas, y que de alguna manera lo que busca el Gobierno es confeccionar “un traje de hechuras cómodas para EH Bildu”, en el que sobrevuele la idea de que “aquí no hubo terrorismo, sino un conflicto político”. Es la lectura política de la derecha, algo contradictoria porque es difícil sentirse representado si tú mismo te vas, y que además choca con la realidad de un plan plural, que sigue abierto a la participación y que maneja conceptos -respeto al diferente, diversidad, memoria crítica, respeto a los derechos humanos- de los que cuesta pensar que alguien se pueda desmarcar dando un portazo, como ha hecho Navarra Suma.

El plan, cuyo debate empieza ahora, cuenta con dos documentos base. Son de acceso público. Por una parte, hay una especie de libro abierto, un contenedor de ideas en el que cualquier persona o colectivo ha podido hacer aportaciones sobre lo que le parecía que tenía que incluir el plan, de forma voluntaria y sin límites. Hay aportaciones de Egiari Zor -fundación de ayuda a personas torturadas-, el Foro Social -plataforma a favor de la resolución del conflicto de ETA-, Amnistía Internacional, Acción Espiritualidad Pamplona, los memorialistas de Amapola del Camino, la Fundación Secretariado Gitano, Salhaketa -por los derechos de la población reclusa- y Covite -asociación de defensa de las víctimas de ETA-. ¿Qué han incluido en el documento? Lo que han querido. Estas páginas incluyen un breve resumen de acuerdo a los diez puntos en los que el Gobierno ha sintetizado el plan. Y, después, hay otro documento con varias entrevistas. El criterio de selección ha sido la pluralidad y la mano tendida, de tal manera que el que ha querido participar, ha participado. Son, de momento, 34 personas, entre docentes, historiadores, trabajadores sociales, políticos -vinculados de Ciudadanos a EH Bildu-, miembros de la sociedad civil, dirigentes de asociaciones -de Anfas a Elkarri, Sos Racismo o Gesto por la Paz-, víctimas -como Iñaki García Arrizabalaga-, sacerdotes y plataformas de la juventud. Un elenco plural, todo el que necesita un plan que considera que la convivencia es mucho más que las víctimas del terrorismo y la violencia ilegítima, el escenario al que circunscribe Navarra Suma todo lo relativo a la convivencia, aunque la sociedad vaya mucho más allá.