n las inmediaciones del aeropuerto internacional de Kabul hay una madreafgana telefoneando a su hijo y a su nuera en Tudela. Es una llamada de auxilio. Han pasado la noche escondidos, huyendo de los talibanes y esperando poder salir del país. A este lado del teléfono en Navarra, entre lágrimas, Aziz y Silvia tratan de darles consuelo y buscan con todas sus fuerzas la forma de sacarlos de allí. Es una desesperación sostenida durante días a más de 7.500 kilómetros de distancia. En mitad del caos, la algarabía y el desconcierto, la esperanza de Silvia es salvar la vida y el futuro de las sobrinas, las hermanas y de los padres de Aziz. "Están ya ahí, solo hace falta que alguien los vea y los traigan aquí", insiste muy angustiada Silvia.

La navarra Silvia Arrastia, de 42 años, es técnica de laboratorio en el Hospital Reina Sofía de Tudela. Silvia y Aziz se conocieron hace cuatro años en Serbia y hace dos contrajeron matrimonio. Aziz es un muchacho de ojos almendrados, amable y que habla castellano casi susurrando. Hace tiempo que tiene aprobado su estatus de protección internacional, pero fue un larguísimo camino hasta conseguirlo. Durante más de dos años viajó a pie desde Afganistán, atravesando fronteras, sufriendo los abusos de policías de varios países y sorteando verjas y centros de internamiento para migrantes. Hace años que ambos viven en Tudela y hasta ahora trataban de ayudar desde aquí a los padres de Aziz y sobre todo a su hermana de 16 años que está terminando el instituto y a sus otras hermanas más pequeñas y sus sobrinas huérfanas.

El hermano mayor de Aziz murió en un atentado mientras colaboraba como traductor con tropas extranjeras. Su otro hermano fue degollado y arrojado a una cuneta. Y una hermana suya de 4 años fue herida de muerte en una balacera de fuego cruzado. Siendo el hijo varón que quedaba, las esperanzas de sus padres fueron vender todas sus exiguas propiedades y financiar el viaje clandestino de su hijo hacia Europa, hasta algún lugar donde pudiese pedir asilo. Su familia huyó a otro lugar del país donde no los conociesen, buscando reconstruir sus vidas en este Afganistán que se lleva tambaleándose guerra tras guerra durante los últimos cuarenta años. Silvia y Aziz les enviaban dinero desde aquí para financiar los estudios de las chicas. Pero finalmente, Afganistán se ha desmoronado. Los talibanes han arrasado con todo, van casa por casa amenazando a familias. Y no queda ninguna esperanza de futuro. "Tienen listas con nombres de todo tipo de personas", asegura Aziz. "Yo aquí ahora estoy vivo, pero no tranquilo", afirma Aziz. "No duermo, estoy muy preocupado por mi familia. Si eres mujer allí ahora no tienes vida", explica. Silvia y Aziz están desesperados. Aunque al principio habían tratado de ser cautos y discretos con estas circunstancias, ahora no pueden imaginar qué pasará si su familia se queda allí. Han decidido en un último esfuerzo hacer pública su agonía y pedir respaldo de los medios de comunicación.

Es una lucha a contrarreloj. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció ayer que adelantará la salida de los últimos destacamentos de tropas que controlan el aeropuerto internacional Hamid Karzai a mañana. Esto quiere decir, que en unas horas los talibanes tomarán el control de la única salida área del país. Que, de hecho, ya controlan de facto porque tienen rodeado el aeródromo, todos sus accesos y esas carreteras. "Mis padres me han dicho que ya hay talibanes tapando el acceso con armas y no les han dejado pasar", explica Aziz.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, afirmó el martes que la situación en Afganistán "cada día que pasa es peor" porque "los talibanes se ponen cada vez más agresivos" y habrá personas que no podrán ser evacuadas, sobre todo las que no estén ya cerca del aeropuerto, pero España va estar allí "hasta el final". Las instituciones españolas no solo están evacuando a colaboradores del Ejército o de la Embajada, sino a personas afganas que han demostrado su relación con nuestro país y su situación de especial vulnerabilidad, priorizando a mujeres y niñas. Este es sin duda el caso de la familia de Silvia y Aziz.

Las hermanas y las sobrinas de Aziz, la mayoría niñas y adolescentes, acompañadas de un par de adultos, están ya a las puertas del aeropuerto, dando vueltas al recinto tratando de ser localizadas. Al contingente español que trata de evacuar personas se le asigna una puerta pero esta puerta a veces cambia y la personas que tratan de ser evacuadas tienen que desplazarse a otra. Por ese motivo, el Ministerio de Defensa pidió a las afganas y afganos que vayan a ser evacuados que lleven una bufanda o un pañuelo rojo y amarillo y griten "España" a los militares, para que puedan identificarles entre la multitud.

Durante estas noches, en la clandestinidad, las sobrinas de Aziz han cosido unas banderas españolas de tela brillante con auténtico esmero. Las han llevado escondidas, bajo las ropas, hasta poder acercarse al aeropuerto y sortear los controles talibanes. Esas improvisadas banderitas o pañuelicos rojos -como si fuesen las fiestas de Santa Ana- pueden servir en este caso de salvavidas.

"No sabemos ya qué hacer ni a quién pedir ayuda, estamos muy asustadas, muy desesperadas", cuenta Silvia con la voz entrecortada. Hasta ahora el mayor apoyo que han recibido es el de algunos periodistas que han trabajado en Afganistán, como el madrileño Antonio Pampliega, que ya ha conseguido facilitar la salida de algunos afganos como la baloncestista en silla de ruedas, Nilofar Bayat. También han contado con la complicidad de otros amigos periodistas y a título personal de Sofia Zamalloa, abogada de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado que fue la abogada de Aziz.

Recientemente, Silvia y Aziz han recibido la llamada del consejero Eduardo Santos y el apoyo del Departamento de Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra, que les han trasladado que está moviendo el caso de esta familia navarro-afgana en las instancias más altas a través del Ministerio de Defensa y el de Asuntos Sociales. También la ministra Ione Belarra, Begoña Alfaro o la europarlamentaria Idoia Villanueva se han comprometido a hacer personalmente lo que esté en su mano. "Lo vamos intentar hasta el final", le han asegurado a Silvia.

Es casi medianoche en Kabul. Las últimas noticias que Silvia y Aziz tienen de sus parientes es que han logrado llegar hasta donde están algunos soldados estadounidenses, través de una canal de aguas sucias anexo a la trasera del aeropuerto. Ahora hace falta que desde el Gobierno de España les envíen los salvoconductos a sus dispositivos móviles, que no siempre tienen cobertura ni señal, o algo más práctico: que alguien consiga identificarlos y rescatarlos. "No quiero perder la esperanza, ojalá sea verdad y pueda reencontrarme con mi familia en Tudela", dice esperanzado Aziz.

"La familia de mi marido ya está junto al aeropuerto; sólo hace falta contactar con ella y traerla a Tudela"