En una semana en la que el Gobierno de Navarra ha presentado los presupuestos, la fiscalidad y el nuevo reparto de fondos para ayuntamientos y entidades locales, Navarra Suma ha llevado ayer al Parlamento una moción sobre ETA y EH Bildu. Mientras el resto de grupos debaten leyes, negocian reformas y pactan partidas de gasto, Javier Esparza denuncia que “los escaños de Bildu están manchados de sangre”.

La coincidencia tiene algo de casual -la mociones a debate en el Parlamento se presentan con varios días de antelación-, pero retrata bien las prioridades de la derecha en el debate político de los últimos meses. Una apuesta por la confrontación con el Gobierno de Navarra que sin embargo vuelve a dejar a UPN fuera del ámbito en el que se toman las decisiones importantes y estratégicas para el futuro de la Comunidad

Va ya para siete años que la derecha perdió el Gobierno. Tiempo en el que se han aprobado otros tantos presupuestos, diversas reformas tributarias y leyes de calado. Hay estabilidad y no es gracias a UPN, que ha renunciado a cualquier tipo de influencia. En buena medida porque la nueva mayoría parlamentaria se ha construido precisamente como alternativa a la derecha. Pero también, y ahí reside precisamente la contradicción interna, como consecuencia de una estrategia política que ha llevado al aislamiento a la principal fuerza política.

Ha vuelto quedar en evidencia con los presupuestos, presentados el pasado miércoles, y que Navarra Suma censura fundamentalmente por cuestiones técnicas. Como que “lo interesante será ver cómo de eficiente es el gasto” o que ahora falta por ver “si se cumplen las previsiones de ingresos”.

Ni siquiera ha habido margen para la crítica en la reforma fiscal, donde UPN vuelve a ver los toros desde la barrera esta vez sin el argumento fácil y reiterado de que se vuelven a subir los impuestos. No será así. Habrá rebaja fiscal, limitada en el IRPF y sin incidencia en el Impuesto de Sociedades, pero suficiente para que el Gobierno pueda esquivar las críticas de la oposición de derechas en precampaña electoral. “Las personas que se van a ver beneficiadas van a tener una mejoría muy pequeña”, lamenta ayer María Jesús Valdemoros la portavoz de Navarra Suma en economía.

La aprobación de la reforma fiscal sigue en el aire, y puede no salir adelante por falta de apoyos. Pero incluso en este caso Navarra Suma tendrá dificultades para oponerse. A fin de cuentas, aunque de forma es mínima, la propuesta del Gobierno va en la línea de lo que ha venido reclamando la coalición de derechas. Por lo que podría acabar aprobándola tras haber renunciado a negociarla.

Financiación municipal

El problema de Navarra Suma es que todas esas decisiones se han tomado sin tener en cuenta su criterio. Pudo haber influido, en mayor o menor medida, en algunos aspectos de la política fiscal o presupuestaria. Optó sin embargo por levantarse de la mesa -literalmente- para hacer más evidente el acuerdo entre el Gobierno y EH Bildu. Al final, la autoexclusión de Navarra Suma ha allanado el camino de la mayoría parlamentaria, que se ha acabado entendiendo sin mayores dificultades ni coste político añadido.

Algo especialmente significativo en el ámbito municipal. El Gobierno, apoyado por la mayoría parlamentaria, ha reformado todo el sistema de financiación. Ha aumentado las cuantías, pero también ha modificado los criterios de reparto, beneficiando a los municipios más pequeños y a aquellos en expansión en la Comarca de Pamplona. A costa de la capital, la única localidad que va a recibir menos fondos.

Una decisión que ha provocado el enfado de los alcaldes de Pamplona y Tudela, arietes de la derecha contra el Gobierno en nombre del agravio local. Un malestar que sin embargo no hace sino poner en evidencia su escasa capacidad de influencia en decisiones estratégicas para el futuro de Navarra, incluso cuando afectan al municipio que gobiernan.

Navarra Suma se reafirma así en la estrategia del todo o nada que asumió tras salir del Gobierno en 2015, y que no parece que vaya a cambiar al menos hasta 2023. Es mejor una oposición firme que acuerdos puntuales que puedan dar oxígeno al Gobierno. Aunque eso pueda jugar en contra de sus propios intereses. El pleno de ayer es solo el último ejemplo.