Ha pasado poco más de un mes desde que UPN confirmó a Javier Esparza como candidato a la presidencia del Gobierno. Y lo que debía ser la puesta en marcha de una alternativa al Ejecutivo de Chivite ha derivado en un vía crucis del que la derecha navarra no acaba de salir. Primero la indisciplina pública de los dos diputados, cuya expulsión del partido está siendo más lenta y complicada de lo que pretendía la dirección de UPN, y ahora la guerra fratricida abierta en el PP, han llevado al desconcierto a Navarra Suma, cuya viabilidad como proyecto político está más cuestionado que nunca.

Hay una preocupación evidente en la coalición en general, y en UPN en particular, que no tienen claro cómo va a cerrar una crisis con demasiadas ramificaciones e implicados. El desgaste es evidente y se asume ya un coste electoral, pendiente de cuantificar. Vox, sin estructura, proyecto ni liderazgo en Navarra, puede ser el gran beneficiado.

Una sangría a la que Esparza trata de poner un cortafuegos marcando distancia con el PP y denunciando una "forma de hacer política" basada en los "egos personales": "No me siento representado", ha señalado este lunes en el Parlamento.

El problema es que, guste o no, la disputa fratricida del PP afecta de lleno a UPN. Y en especial Navarra Suma, coalición de tres partidos que se debaten entre la desaparición electoral, la falta de liderazgo y la guerra interna. No hay decisión tomada por ahora sobre su futuro, ni lo habrá en breve. Y aunque su continuidad como proyecto político, al menos en sus términos actuales, cada vez parece más inviable, por ahora seguirá funcionando con normalidad. "Se está trabajando con honestidad, compromiso y no tengo duda de que va a seguir siendo así", argumenta Esparza, que evita por ahora que la zozobra que agita estos días a la derecha tanto en Navarra como en Madrid afecte al funcionamiento interno de la coalición.

Críticas al PP

Esparza, no obstante, trata de marcar distancias con su socio de Madrid, y en especial con sus dirigentes, a quienes acusa de actuar por intereses personales. No da nombres ni concreta una crítica que sin embargo tiene también una lectura interna. "No me siento representado por esta forma de hacer política", señala el líder de UPN, que defiende una actividad pública "desde la verdad, sin mentiras" y "alejada del todo vale para llegar al poder".

Esparza admite que la crisis interna del PP, y por tanto la de Navarra Suma, "genera un daño enorme a la credibilidad y a la confianza que los ciudadanos tienen que tener en las formaciones políticas, genera descrédito en la actividad política". Apela así a la "nobleza" y a los "principios y valores" que, según dice, se ejercen desde su partido, y apela "al valor de la palabra y el compromiso con los ciudadanos sea patente, claro y donde nos guíe el bien común". "Defiendo una política alejada del todo vale para llegar al poder y de los egos personales", apunta Esparza en un mensaje dirigido a los líderes del PP, pero que bien podía tener como destinatarios Sayas y Adanero.

Porque esa es a fin de cuentas la realidad que sobrevuela estos días a la derecha, ya sea en Navarra o en Madrid. Una crisis incierta y desconcierta, y que daña seriamente la credibilidad como alternativa de Gobierno tanto de UPN como del PP. Dos partidos coaligados en Navarra en un proyecto que se daba por amortizado, pero que puede acabar siendo la tabla de salvación para regionalistas y populares.

En un momento de debilidad extrema y ante la pujanza electoral de Vox, que amenaza con romper la tradicional unidad de voto de la derecha en Navarra, la continuidad de la coalición puede acabar siendo inevitable. Esparza, por si acaso, mantiene todas las puertas abiertas. "Navarra Suma es un proyecto político que está haciendo una magnífica labor en el Parlamento y en los ayuntamientos donde estamos gobernando y se está trabajando con honestidad, compromiso y no tengo duda de que va a seguir siendo así", garantiza el líder de UPN.