pamplona - Laureano Guerra era un taxista de una familia humilde de Pamplona. Era un hombre normal y corriente y estaba afiliado a la UGT, hecho que fue suficiente para que, tras el golpe de Estado de 1936, las fuerzas sublevadas lo secuestrasen y lo fusilasen en alguna cuneta o fosa de Navarra. Su historia es la de miles de personas que corrieron su misma suerte por el simple hecho de pensar diferente. Y la historia de su familia es la de otras tantas que durante más de 80 años se han recorrido las cunetas en busca de sus seres queridos.

“Llevamos más de 80 años buscando a mi abuelo y no nos pensamos rendir ahora”, relató ayer Isabel Guerra, nieta de Laureano, que junto a su marido Fernando Cuadra acudió a rendir homenaje a las 46 víctimas inhumadas, una de las cuales podría ser su antecesor. “Podría ser uno de ellos, no lo sabemos. Nos hemos hecho la prueba de ADN para intentar identificarlo, pero puede que todavía no se le haya encontrado”, explicó.

Isabel comentó lo duros y difíciles que han sido estos años para ella y para toda su familia, una incertidumbre constante al no saber “ni cuándo, ni dónde lo fusilaron, ni en qué lugar fue enterrado”. Pese a todo, no piensan tirar la toalla y no cejarán en el empeño de encontrar los restos de Laureano para darle la despedida que nunca tuvo.

trabajo de muchos años Quien tampoco ha podido despedirse de su abuelo en estos más de 80 años ha sido Ángel Urío, nieto de Cecilio Urío, que continúa enterrado en algún lugar en los términos de Lantz. “Hoy se cierra el trabajo de muchos años de búsqueda en las cunetas y de exhumaciones, pero falta la identificación por ADN y la entrega a los familiares”, destacó Ángel, que añadió que portar los féretros “significa mucho para nosotros y también para ellos”.

“Cuántos días hemos pasado preguntándonos dónde estarán nuestros familiares, preguntándonos por los asesinos, por dónde los escondieron sumando dolor al dolor”, indicó. En este sentido, subrayó que cada una de las víctimas es “nuestro abuelo, abuela, padre o madre”. “Con respeto y cariño los homenajeamos hoy a todos ellos, recuperados o no, y a cada uno de sus familiares”.

Ángel concluyó diciendo que los huesos que ayer inhumaron “fueron vida e ilusión por construir una sociedad mejor, por garantizar el derecho a la cultura, a la educación, a la igualdad y a la justicia”. “Los que los asesinaron también asesinaron estos derechos por los que habían luchado”, apuntó. - D.N.