Cuando el pamplonés José Manuel Díez Rodríguez se levantó ayer de la cama para ponerse al frente de la villavesa de la línea 4.2 (Barañáin-Villava) no podía imaginar que a los pocos minutos de iniciar su jornada iba a tener que trasladar a una mujer embarazada hasta las puertas del paritorio. “No he tenido mucho tiempo para pensar, la chica estaba llorando, con dolores... así que he decidido llevarla hasta Urgencias de Maternidad. Desde que se ha subido a la villavesa hasta que entraba al hospital no han pasado más de 5 minutos. No hay nada más rápido”, aseguró este conductor, que lleva 15 años ejerciendo esta profesión.

Todo comenzó a las 6.38 horas en una villavesa que cubre el trayecto Barañáin-Villava (en concreto ese servicio iba hasta Arre). “El servicio se empieza dando una vuelta al lago de Barañáin, han subido dos o tres personas, y a las 6.38 horas salía de la cabecera en la avenida del Valle. He iniciado el viaje. En la primera parada de la avenida Central no ha subido nadie y en la segunda lo han hecho tres usuarios, la tercera era la chica embarazada”, recordó Díez. La mujer iba sola, tapada con un abrigo y “lloraba a lágrima tendida”. Se ha subido y se ha sentado en una asiento reservado, a contramarcha. “Por el retrovisor he visto que la gente se acercaba y una mujer me ha dicho que la chica no estaba bien. He salido del puesto de conducción y entonces he visto que estaba embarazada”, prosiguió este vecino de Burlada.

El chófer se puso al volante y llamó al inspector. “Le he dicho, literal, manda una ambulancia echando ostias que tengo a una mujer de parto”, recordó con la naturalidad con la que relató lo ocurrido. “Me he dado cuenta de que si paraba la villavesa en la avenida Central iba a cortar el tráfico porque a esas horas había coches aparcados. La chica seguía llorando, jadeaba y los usuarios le decían “respira hondo” así que he vuelto a llamar al inspector y le he dicho que la llevaba yo. He puesto el cartel de fuera de servicio, han cubierto mi servicio y les he pedido a los usuarios que se sentaran porque iba a conducir un poco más fuerte”, expuso Díez.

Dicho y hecho. El conductor imprimió más velocidad a la villavesa articulada y accedió a Urgencias de Maternidad por la carretera situada al lado de la floristería sita en la calle Irunlarrea, un acceso que es dirección prohibida. “Una usuaria me decía que no iba a poder entrar pero yo sabía que sí entraba. A esas horas no había taxis ni ambulancias y he ido directo al edificio de Maternidad. Ahí me han dicho que tenía que ir al otro edificio, y en ese impasse una usuaria se ha adelantado y han llegado varias enfermeras, y se la han llevado”, recordó.

No sin algo de vergüenza, el chófer pidió a los otros usuarios que se acercaran a la parada más cercana y cogieran otra villavesa, ya que sabía que la salida iba a ser más complicada. Tenía que salir marcha atrás y con el autobús articulado la cosa no era fácil. “He pedido al inspector que llamara a los municipales para que me cortaran el tráfico cuando fuera a salir a la carretera”, explicó el chófer, que antes de las 8 ya había reanudado su jornada.

Después comenzó “la locura” con las entrevistas de los medios de comunicación y los mensajes de compañeros comentando lo ocurrido. “Parecía Ronaldinho”. “No sé qué nivel de urgencia había pero yo la he visto con dolor, llorando y sólo quería que todo fuera bien. Solo podía ayudar conduciendo y no lo he pensado. No había forma más rápida de llegar, entre que se ha subido y ha bajado no han pasado más de 5 minutos”, afirmó Díez, que se mostró satisfecho de la actuación. “Todos hemos aportado, usuarios, enfermeras, el de seguridad, los municipales... a veces nos quejamos de lo mal que funciona todo pero esta vez ha salido muy bien”, concluyó el chófer, quien desonocía sí la mujer había parido o no. A última hora de la noche aún no lo había hecho.