Pamplona - Durante tres años todas las movilizaciones en solidaridad con el caso Altsasu han ido encabezadas por grandes letras blancas que formaban la palabra JUSTICIA. No ha habido otra reivindicación desde que en una interesada operación política y judicial se decidió llevar a Madrid la causa contra los ocho jóvenes bajo la artificial acusación de terrorismo, vulnerando así el derecho básico de cualquier acusado a ser juzgado por el juez natural. Y ese era el Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN).

Allí mismo, junto al Tribunal que quiso juzgar el caso y no pudo, donde antes hubo una cárcel y hoy un Parque de la Insumisión, decenas de miles de personas se concentraron ayer como muestra de rechazo a la última sentencia del Tribunal Supremo, que mantiene penas de hasta nueve años y medio de prisión para los ocho jóvenes acusados, siete de los cuales permanecen todavía en la cárcel de Zaballa (Álava). La Audiencia Nacional y el Supremo han dictaminado que no hubo delito de terrorismo, pero han mantenido penas como si lo hubiera habido pese a que parte de los hechos acusatorios ni siquiera quedaron probados durante el proceso judicial.

El castigo ejemplar, la mano dura que reclamaban algunos poderes fácticos se ha consumado ante el dolor de las familias, la rebeldía de todo un pueblo y la indignación de una parte muy importante de la sociedad navarra, que se resiste a aceptar la desproporción de las condenas. “Que nos oigan bien. No vamos a aceptar más montajes. No nos van a engañar. Vamos a seguir aquí”, proclamaron ayer amigos y familiares de los acusados entre gritos de Altsasukoak Askatu, convertido ya en un himno de la lucha contra la injusticia y el abuso de poder.

El mensaje retumbó con fuerza al término de la Marcha de la Dignidad. El recorrido cicloturista había partido por la mañana de Alsasua con un pelotón de 152 personas, una por cada semana de prisión, y llegó a primera hora de la tarde al centro de Pamplona, donde miles de personas recibieron entre aplausos la llegada de una comitiva encabezada por las letras habituales. Solo que esta vez formando la palabra “injusticia”.

Para las cinco de la tarde la Plaza de la Insumisión y sus aledaños estaban ya a rebosar. Una superficie cercana a los 23.000 metros cuadrados que, a juicio de los organizadores, congregó a 52.000 personas. Cifra que la Delegación del Gobierno redujo a apenas 7.500 en un recuento tan rácano como irreal.

Motivos para seguir Tras recorrer los últimos metros con las fotos de los ocho jóvenes condenados, dos portavoces del plataforma Altsasukoak Aske tomaron la palabra desde el escenario para “responder una vez más ante la injusticia”. “Volvemos a decirlo, la sentencia del Tribunal Supremo es el último capítulo de un montaje policial, mediático, político y jurídico para conseguir sus objetivos de criminalización, venganza, mordazas y recorte de derechos”, denunciaron en euskera y castellano, recordando a quienes “han dirigido, preparado y construido este montaje” que no van a callar. “Aquí o en cualquier otro lugar, seguiremos”, proclamaron.

Tras la primera intervención musical de Gorka Urbizu tomaron la palabra los familiares de los condenados para recordar los “tres años largos de injusticia, de sufrimiento y de lucha” en los que “nunca” se han sentido solos. Un agradecimiento personal, pero también en nombre de los reclusos de Zaballa, y que se hizo extensible a a todas las “gentes solidarias” llegadas desde distintos puntos del Estado. Con mención especial a la situación de Catalunya, protagonista en la movilización de ayer. “Hoy nuestro apoyo estará presente también en la manifestación que en éstos momentos se está celebrando en Barcelona en favor del diálogo y del fin de la judicialización”, apuntaron.

Las familias criticaron que la causa hubiera salido de Navarra, recordando que el derecho al juez natural es “un derecho fundamental” que se ha vulnerado con la falsa acusación de terrorismo, una “pesadilla” que quisieron volver a denunciar. “Dijimos que no era terrorismo, y no lo era. Dijimos que no era discriminación, y no lo era. Dijimos que era una brutal injusticia y lo seguimos diciendo. Dijimos que no debemos permitir que estos montajes sigan ocurriendo, y lo mantenemos. No nos cansaremos de decirlo”, afirmaron.

Para las familias de los acusados, la sentencia del Tribunal Supremo, que rebaja las penas de la Audiencia Nacional pero las mantiene elevadas, sigue siendo “cruel y desproporcionada” por lo que consideraron que “todavía hay muchas razones para seguir luchando”. Por sus hijos, pero también por los de todos los demás. “Necesitamos democracia. Necesitamos justicia. Y mientras no la tengamos seguiremos en la calle y donde veamos que sea necesario con un único grito: Justicia”, concluyó uno de los familiares. Para entonces, una pancarta con el mensaje “Eskerrik Asko” dominaba ya la parte del escenario, mientras que al mosaico de letras blancas se le habían caído ya la I y la N. No había nada más que decir. Solo Justicia.