- Se amplía el relato, se añaden denunciantes, coge eco y tamaño la desgracia y el telón de fondo pinta de lo más oscuro. Desde que se decretara el Estado de Alarma hasta ahora, cuatro antiguos exalumnos del colegio El Puy de Estella han denunciado por abusos sexuales y malos tratos al que fuera fundador y primer director del centro, José San Julián Luna.

Este, que ya acumulaba media docena de denuncias a su nombre y falleció en la década de los 90, es ya el epicentro de diez testimonios que relatan abusos sexuales y malos tratos cometidos por su parte. El volumen de denuncias que ha adquirido la figura de este religioso resulta de lo más significativo y más tras comprobarse que, a diferencia de lo que ocurrió con otros religiosos igualmente pedófilos y pertenecientes a órdenes particulares como Maristas, Jesuitas, Salesianos, Ursulinas o Padres Reparadores, San Julián era un hombre que desempeñaba para la diócesis de Pamplona y, por tanto, el Arzobispado pudo ser conocedor de su trayectoria delictiva.

De hecho, una de las denuncias formulada por un vecino de Tierra Estella de 60 años recuerda que él, cuando apenas tenía 14 años, acudió junto a otros alumnos a denunciar a San Julián ante el subdirector del colegio. La noche anterior el director se había intentado adentrar en su cama para efectuarle tocamientos cuando estaba interno en el centro. Era algo de sobra conocido. Este denunciante relata ahora que a los días de aquel episodio se trasladó a San Julián, que acabó su etapa como docente en el Instituto Irubide de Pamplona. Dice que se le recolocó alegando que sufría una enfermedad mental y así salió del colegio. Le recuerdan como un profesor sádico y terrible. Lo cierto es que a los denunciantes también les indigna la actitud apática que ha mostrado el Arzobispado en este asunto, e igualmente la actual dirección del colegio, que ni siquiera ha citado a una reunión a ninguno de los denunciantes.

Cuando se destapó este caso -el segundo que salió a la luz tras los Reparadores de Puente la Reina-, el Arzobispado hizo pública la única nota informativa que se ha podido leer en un año a este respecto. En el resto se ha prodigado en silencios, pese a crear una comisión eclesial presidida por Cáritas que pudiera funcionar a modo de oficina de denuncias. Tan solo dos representantes de la Asociación de víctimas de abusos a menores en centros religiosos de Navarra se han reunido con los interlocutores de la comisión para conocer sus intenciones. El departamento de Justicia del Gobierno foral, presidido por Eduardo Santos, también ha actuado de mediador y comunicador entre víctimas y Arzobispado, pero una respuesta oportuna queda aún muy lejana. La diócesis no quiso participar en las jornadas a víctimas celebradas en Civican hace unos meses, al entender que no había podido participar en la elaboración de ponencias y del programa. Allá por marzo del año pasado, cuando San Julián fue señalado en la primera denuncia formulada por Jesús Zudaire, el Arzobispado dijo que debido al fallecimiento hace 25 años del director "ha resultado imposible conocer el contexto ni el alcance de los hechos denunciados, ni comprobar su veracidad". No obstante, recalcó que "la Iglesia diocesana mantiene el impulso decidido del Papa Francisco para la erradicación de esta lacra. La Iglesia diocesana tiene abierto un cauce permanente para la presentación de las denuncias en el ámbito canónico, a través de la Vicaría Judicial" y que "los centros educativos vinculados a la diócesis tienen un personal de gran altura profesional y humana, volcados en la formación integral de los alumnos, y con un cuidado exquisito en las relaciones con los alumnos".