En marzo se acepta, pero ahora la improvisación ya duele. Y que, encima, sean incapaces de ponerse de acuerdo en cuáles son las mejores medidas para defendernos contra el virus...". Al igual que otros profesionales vascos residentes en Madrid, la cirujana plástica Eunate Martí sazona sus palabras con una mezcla de tristeza, hartazgo e indignación, fruto de la alta incidencia del covid, las restricciones de quita y pon y, sobre todo, del rifirrafe político protagonizado en las últimas semanas por el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, mientras el coronavirus campa a sus anchas.

Iñigo López de Uralde, consultor"Estamos en manos de unos insensatos"

A Iñigo López de Uralde le invade cierta tristeza por "la sensación de fracaso colectivo que ha supuesto volver al segundo confinamiento". Residente en Alcobendas, no puede salir del municipio para viajar a Madrid o a Donostia, donde tenía previsto pasar este puente. "Son pequeñas servidumbres que llevas de la mejor manera posible. Tampoco me afectan mucho. Hay que ser consciente de las tragedias personales que están ocurriendo, de la crisis económica que se nos viene encima y de la crisis sanitaria que tenemos. Mi mujer y yo, dentro de lo que cabe, estamos bien. No tenemos derecho a quejarnos", dice.

Puestos a analizar la respuesta ante esta crisis, considera que el Gobierno español, "como todos, ha mentido y se ha equivocado, pero es que la pandemia no ha venido con manual de instrucciones. Han ido haciendo lo que iban pudiendo con pocos apoyos y con una oposición muy levantisca". Acercando la lupa sobre la comunidad en la que reside, afirma que "la gestión de Madrid ha sido un desastre" y a los datos se remite. "De los 300.000 contagios que ha habido en el Estado en un mes, 100.000 han sido en Madrid, que es una barbaridad, y han sido incapaces de sentarse a negociar teniendo en cuenta lo que tenemos encima", les reprocha, decepcionado por "la incompetencia" de los actuales dirigentes, aunque ,"probablemente, otro tipo de color político tampoco lo habría hecho mejor".

Tras el pulso mantenido entre el ministro de Sanidad y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Iñigo vislumbra "un trasfondo político de poner en evidencia a Díaz Ayuso. El PSOE quiere ganar la presidencia de la Comunidad de Madrid y va a hacer lo posible por desestabilizar y adelantar las elecciones autonómicas", sostiene. No obstante, añade, "es evidente que Díaz Ayuso es una persona a la que le viene el puesto grande por falta de experiencia, formación y habilidad política. Esto ha sido una crisis global que muy pocos estadistas serían capaces de gestionar y ella con su currículum y experiencia no ha sido capaz de gestionarlo. Ni siquiera ha sido capaz de mantener la alianza con su socio natural, Ciudadanos, ya que recientemente el vicepresidente de la Comunidad de Madrid la desautorizó diciendo que le parecían bien las medidas que había tomado el Estado. Es decir, creo que estamos en manos de unos insensatos", resume.

CORONAVIRUS EN EUSKADI

Posada la vista sobre su tierra natal, Iñigo marca la diferencia. La pandemia "en Euskadi también ha golpeado muy fuerte, pero la gestión es más sólida, más solvente, tiene más fundamento, como diría mi amoña". En la Comunidad de Madrid, por contra, lamenta, "estamos en el rompeolas de todas las corrientes políticas, escuchando una melonada detrás de otra. En fin, una tristeza que en este país haya 47 millones de expertos en pandemias, en química, en biología y medicina y a las personas que saben no les estén dejando trabajar".

Los padres de Iñigo, una tolosarra y un gasteiztarra, se trasladaron en los años 60 a Madrid por motivos laborales. "Yo vine antes de escolarizarme y he hecho mi vida aquí, aunque estoy muy vinculado a Euskadi", aclara. Consultor, también imparte tutorías en la universidad, pero la pandemia le ha abocado al teletrabajo y las presentaciones a clientes y las clases presenciales han pasado a la historia. "Tienes la ventaja de que no pierdes tiempo en desplazamientos, ya que Madrid es una ciudad bastante complicada, y la desventaja de que estás todo el día conectado y de lunes a viernes no sales a la calle", se resigna.

Delegado de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, Iñigo no ha sufrido ningún positivo por coronavirus en su círculo próximo. No obstante, "cada vez se está aproximando más y amigos, padres de amigos, gente de La Bascongada sí que van siendo infectados". Bajo esa espada de Damocles, tras decretarse el viernes el estado de alarma, concluye que "ha sido un desastre colectivo. No hemos sido capaces de sacar esto adelante".

Eunate Martí, cirujana plástica"La sensación de los médicos es de rabia"

Suspendida durante la primera ola su actividad asistencial como cirujana plástica, a Eunate Martí le encomendaron "llamar a las familias los fines de semana", mientras que su marido, ginecólogo, estuvo trabajando unos días en planta covid. "Aunque en el momento necesitabas que te diesen cierto trabajo para no estar de brazos cruzados y no sentirte tan impotente, al final hicimos bastante poca cosa", recuerda esta donostiarra, afincada en Madrid desde hace veinte años.

En esta segunda ola, afirma, "estamos muy cansados, no por el trabajo físico, sino por la desorganización. No ha habido entre junio y agosto ningún tipo de planificación y, con el decreto ley que permite mandar a los médicos a hacer cualquier tipo de actividad, nos sentimos absolutamente desamparados. Los políticos no hacen su trabajo y los que vamos a pagar somos nosotros", se teme. Su indignación es compartida. "La sensación que se está viendo en los hospitales por parte de los médicos es de rabia, de otra vez nos van a volver a hacer pasar por este caos porque no hay nada preparado", recalca.

Eunate, que estudió en Iruñea y eligió la plaza de MIR en Madrid porque su novio era de allí, está convencida de que a los políticos "no les preocupa el número de enfermos, sino no perder electorado y demostrar quién es más fuerte y se va a salir con la suya". De hecho, considera que "ni siquiera es una cuestión de intereses económicos, que tampoco podemos dejar de lado porque el país tiene que salir adelante. Es simplemente la necesidad de imponer el poder que tiene cada uno", afirma.

Sin ser portadora de una receta mágica para salir de esta crisis sanitaria, Eunate lanza alguna sugerencia. "Hicieron una cafrada muy grande cerrando Ifema para ponerse una medallita de Hemos superado el coronavirus. Yo no mezclaría a los pacientes de todos los días con pacientes covid. Tendría dos escenarios: Ifema, Valdebebas o cualquier centro clínico que esté preparado para atender covid y, por otro lado, el resto de hospitales donde podemos seguir trabajando con normalidad sin colapsar el sistema", plantea. Para organizar al personal implantaría "un sistema jerarquizado en el que un médico dirigiera a otros cinco o diez, cada uno de ellos a otros tantos y de esa manera se pudiera sacar adelante todo el trabajo porque si no, somos como un elefante en una cacharrería trabajando sin una estructura sólida y bien preparada".

Sobre las limitaciones a la movilidad decretadas, Eunate, que vive en la capital y no puede ir los fines de semana, como acostumbraba, a la casa que tiene en la sierra, considera "un poco absurdo crear un cinturón y encerrarnos a todos aquí dentro". De hecho, cuenta, "salí a la calle a hacer unos recados y Madrid centro estaba de bote en bote, con la gente de compras, una cola para entrar a las tiendas impresionante... Daban ganas de sacar un vídeo y decir: Estas son las restricciones que estamos proponiendo". Tampoco cree que sea eficaz, a estas alturas de la ola, "pretender ahondar en la figura del rastreador cuando estamos en 10.000 casos diarios. Insistir en buscar PCR positivas no sé hasta qué punto frena la evolución, pero escucharse menos a ellos mismos y un poco más a la gente que trabaja en esto sería bastante buena lección para los políticos", lanza.

Ane Bastida, irakasle"Esta descoordinación me parece vergonzosa"

"Arreglarlo no está solamente en manos de ellos, pero que no estén unidos me parece lamentable". A Ane Bastida, irakasle en el euskaltegi de Euskal Etxea de Madrid, la paciencia también se le agotó durante el primer pico de la pandemia. "Entonces era todo improvisado y repentino y lo entiendes, pero ahora, llevando ya meses con el tema, que no se pongan de acuerdo entre partidos políticos, el Ayuntamiento de Madrid, el Gobierno central... Esta descoordinación me parece vergonzosa", protesta rotunda y lamenta "la imagen que se está dando como país internacionalmente".

Nacida en Deba, Ane se mudó a Madrid para trabajar y estudiar Arte Dramático. "Me fui para un año y se han convertido en 17", detalla. Vive en un barrio próximo a El Retiro, trabaja cerca de Sol y las restricciones a la movilidad, a día de hoy, no le afectan. No obstante, el pasado lunes, después de pasar todo septiembre de vacaciones en Euskadi, regresó con los certificados laborales en la maleta por si las moscas. Lo que sí le afectaron y mucho fueron los testimonios de algunas de sus alumnas, médicas y enfermeras que quieren "sacarse el título de euskera para trabajar en Osakidetza" y que se vieron envueltas en el tsunami de la pandemia. "Me acuerdo de los comentarios de las pobres, llorando... No pudieron ya volver a clases de lo saturadas que estaban trabajando en los hospitales. El agobio que llevaban de ver tantos enfermos, que no daban abasto, eso me impactó mucho, verles a ellas tan mal", rememora aún con las emociones a flor de piel.

Por lo demás, el coronavirus la ha obligado a impartir sus clases frente a un ordenador, en vez de delante de su medio centenar de alumnos, y la ha privado de reunirse con los socios de la peña de la Real para ver los partidos del equipo txuri-urdin. "En Euskal Etxea ha habido dos casos positivos. Decían que igual el contagio había podido ser ahí, pero no quedó claro. Están los dos bien. Ninguno de los dos ha sido grave", aclara.

Profesor vizcaino"Soy partidario de que cierren, pero de verdad"

Su padre pasó el coronavirus "en el momento gordo" y, aunque ya está bien, a este vizcaino residente en Madrid todavía hay momentos en los que le parece que está participando como extra en "una película de terror". "Es todo muy raro y complicado, sobre todo en las relaciones personales", señala este profesor, que trabaja "mucho más estresado" desde que tiene que "controlar cosas" que no están en sus manos, porque "los niños pueden estar en clase con las mascarillas, pero luego salen al parque y en su casa no sabemos cómo están...".

Tras aclarar que cuando el personal educativo o sanitario denuncia "que algo no funciona, lo hacen no por fastidiar al político de turno, sino para poder trabajar mejor y que todo sea más fructífero", este vizcaino cuestiona que los confinamientos perimetrales decretados en Madrid vayan a ser "efectivos" para doblegar la curva de contagios. "Igual luego son la panacea, pero lo dudo. No puedo ir a tomar un café a Alcalá de Henares, pero es que nunca he ido. En cambio, puedo andar por todo Madrid, que tiene cinco millones de habitantes que pueden moverse igualmente. Ir a trabajar aquí conlleva encontrarte con gente en el metro, en el cercanías... Me parece bastante absurdo". Por ello, este vizcaino es "partidario de que cierren, pero de verdad, quince días todo como en el primer confinamiento. Todos en casa porque si no, es muy difícil de controlar, y destinar dinero para la hostelería y las tiendas".

Sobre Ayuso dice que no entiende "que pretenda que todo el mundo haga lo que ella diga". Tampoco entiende "que el Gobierno haga una ley que se adecúe a Madrid y después diga que no. Se echan la pelota unos a otros. Veremos qué pasa dentro de dos semanas", suspira.