El médico especialista Carlos Ibero Esparza se incorporó en 2019 a la Sección de Enfermedades Infecciosas de Medicina Interna del Complejo Hospitalario de Navarra. En esta sección se atiende, de forma habitual, a población con infección por VIH, enfermedades tropicales o infecciones relacionadas con la asistencia hospitalaria. Más o menos acostumbrados a patologías poco comunes en nuestra comunidad, este servicio se topó el pasado marzo con un virus desconocido que ya amenazaba a otros países como China o Italia. Fue el equipo de Ibero quien atendió a los primeros pacientes con coronavirus en Navarra.

¿Cómo vivieron los inicios de la pandemia en otros países?

-Con progresiva preocupación. El escenario de enfermedad infecciosa mortal es una amenaza global en el mundo actual. Se trabajó en la gripe A, otros síndromes respiratorios como el SARS o MERS, el Ebola, las fiebres hemorrágicas víricas€ Con la declaración de brote en Wuhan comenzamos a revisar el tema.

¿Esperaban que alcanzase la dimensión a la que ha llegado?

-Sí, se contemplaron escenarios incluso peores. Tenemos que seguir prepararnos mejor para una posible pandemia aún más contagiosa, con otra forma de transmisión o más mortal.

¿Cómo vivieron los primeros casos en Navarra?

-El primer caso fue valorado en Urgencias e ingresado en UCI. Del 9 al 15 de marzo replicamos el crecimiento que había tenido Madrid. Vimos casos más graves que llegaban y a las horas tenían que ingresar en la UCI. Tuvimos los primeros los fallecidos. Recuerdo con tristeza el viernes 13 de marzo.

¿Pensaron que la situación podría quedarnos grande?

-Desde el inicio entendimos que las necesidades iban a ser mayores que los recursos disponibles. Afortunadamente, en Navarra hay margen para ir adaptando una respuesta a un problema nuevo, pero tenemos que ser conscientes de que eso tiene un precio, que es quitar recursos de otros sitios.

¿Qué pasaba por su cabeza al ver que empezaban a faltar recursos?

-Estaba integrado en nuestra forma de pensar y de dar respuesta. Aprendimos a calcular las necesidades según la evolución en otros lugares y de nuestra propia experiencia. Se iban adaptando nuevos espacios, formas de trabajar y sobre todo personal. Afortunadamente se atajó la tendencia exponencial creciente y se dio con la clave: limitar la transmisión.

Supongo que la clave de una buena atención se basa en la coordinación de los distintos servicios.

-Apostamos por potenciar la organización para minimizar las experiencias negativas que veíamos en Italia o China. No había tratamiento, por lo que era fundamental disminuir el contagio hospitalario y en el personal, atender el resto de enfermedades, detectar pronto a los pacientes graves€ En este sentido, la hospitalización domiciliaria ha sido crucial. Urgencias hace una labor insuficientemente valorada, porque han hecho una gran labor de identificar muy bien a los pacientes. También fue muy importante la coordinación con el resto de la red hospitalaria, tanto con hospitales comarcales, como con la red privada. Con la colaboración se facilitaron mucho los procesos y el valor añadido que cada uno ofrece ha permitido una mejor atención del paciente y ha evitando el colapso. Se han coordinado muchos servicios y profesionales para salir todos adelante.

Tras la primera ola vimos cómo la sociedad se relajó y la situación volvió a empeorar. ¿Podría ocurrir algo similar cara a las navidades?

-Partimos de un momento peor, la epidemia está menos controlada de lo que estaba en junio y en invierno, por el clima, se tiende a compartir espacios cerrados. Es el momento en el que los virus respiratorios se propagan.

¿Qué le pediría a la sociedad?

-Somos responsables del cómo se desarrollen los próximos meses, tanto por el número de contagios, como de los medios que quitamos para atender a otras enfermedades, como del impacto económico y de futuras medidas que puedan ser necesarias.

¿Qué les diría a quienes luchan por preservar la salud de todos?

-Que estoy muy agradecido y que valoro enormemente su esfuerzo. Queremos ayudar en lo que podamos, pero nuestro alcance es limitado. Les diría que tienen que valorarse y sentirse orgullosos de cómo se esfuerzan por curar, cuidar y acompañar. Hacen extraordinariamente bien su trabajo y el impacto que tiene en las vidas de la gente no tiene precio.

¿Qué sintió al saber que Navarra les otorgaba la Medalla de Oro?

-Un poco de incredulidad y vergüenza, después gratitud. Para un profesional el mejor agradecimiento es conseguir que la gente no enferme, se cure y esté bien cuidada. El mayor agradecimiento sería que se actuase con responsabilidad. Buscamos tener la satisfacción de hacer bien nuestro trabajo y para ello, seguir en la línea de procurar disponer del tiempo y los medios necesarios para mejorar la salud.