Ecequiel Barricart (Pamplona, 1971) es un hombre conocido en el campo de la comunicación navarra. Propietario y director creativo de la Agencia Youmedia, ha publicado ‘El ser digital’, en Ediciones Eunate, su cuarto libro. En él interpreta que el panorama digital actual está cargados de oportunidades.

En su libro llega a decir que “el ser humano ha mutado a ser digital”, explíquenos su tesis.

-Creo que estamos en un momento muy importante en el progreso del ser humano, tenemos a nuestro alcance una serie de herramientas digitales que tienen que favorecer nuestra vida, y en tanto la favorezcan, las asimilaremos y las utilizaremos, y si no nos sirven para hacernos la vida más fácil o confortable las desecharemos, como ha sido siempre. No es una imposición, ni que tengamos que pasar por ese aro. Simplemente nuestra vida tenderá a ser mejor en tanto y cuanto las utilicemos, porque si es a peor no las vamos a utilizar.

Desprende optimismo.

-Tenemos una tecnología que para empezar nos va a dar muchas ventajas a la hora de trabajar, a la hora incluso de estar más tiempo en nuestra casa, y empezar a centrarnos más en el trabajo de valor y un montón de cosas que sin duda van a hacer que la sociedad y las empresas progresen. Por eso soy optimista, no lo veo como una amenaza.

Pero tras este primer cuarto de siglo de utilización de herramientas digitales, sabemos que ese cambio también trae riesgos.

-Bueno, pero la propia sociedad se autocorregirá, Toda la vida ha sido así. Ahora mismo nuestra guerra es la de hacer que nuestros hijos dejen la pantalla del teléfono, pero es la misma que tuvieron nuestros padres con usted y conmigo con la televisión. Al final todo se corrige. El progreso genera un caos inicial, quizá como ahora estamos en esa etapa, puede surgir como algo hostil. Pero nos iremos adecuando, llegará el progreso y veremos cómo el ser humano evoluciona a mejor, sin duda, como ha sido siempre. En el libro pongo el ejemplo de cuando al oeste americano llegó el tren, me imagino los debates de qué hacer con los caballos o las afecciones en los campos. Lo nuevo parece a veces que es una amenaza.

Destaca en su ensayo que en esta pandemia hemos descubierto el valor de las videoconferencias.

-A mí me gusta hablar de nueva digitalización. ¿Quiere decir que la tecnología es nueva? No, esto estaba aquí ya hace años. Pero es la sociedad en su conjunto la que ha adoptado todas estas herramientas, y las ha enfocado y utilizado de otra manera, afectando ya a todos los estratos. La digitalización ha sido una bendición durante esta pandemia, nos ha hecho poder humanizar algo que hubiera sido inhumanizable en otras circunstancias. ¿Es mejor abrazarse? Estamos de acuerdo, ya llegará el día de abrazarse, seguro, pero entre tanto tenemos otras herramientas para aunque sea ir parcheando. Antes de esta nueva digitalización, en el mundo de la empresa, tu presencia era física, tenías una reunión en Zaragoza o en Madrid o en Bilbao y debías ir, porque si no ibas parecía que despreciabas a tu interlocutor. Ahora puedes compatibilizarlo todo e ir a dormir a tu casa. Esto es muy bueno, multiplica tu presencialidad sin quitarte la opción presencial.

¿Cuántos viajes y presencia no productiva habíamos tenido en nuestra vida hasta ahora? Cada vez más agentes reclamamos la atención en el ámbito digital, y más complicado captarla.

-Hay que ponerse las pilas, porque efectivamente, ya hay mucho ruido, hay que profesionalizar la presencia digital rápidamente, para orientar las redes sociales al mercado. El mercado ha entendido que puede también comprar de forma no presencial algunos productos, los que no requieren valor añadido. Con lo cual, esa sociedad también está sumándose al ruido. En todo caso, también siempre en la presencia física ha habido mucho ruido, hay ruido en todos los aspectos de la vida.

¿Dónde están los límites de la digitalización? Estamos asistiendo a un cierre de sucursales bancarias, anuncios de despidos, y a una peor atención presencial.

-Hace muchos años que los bancos no tienen ni piel ni alma, con lo cual el siguiente paso es lógico que sea convertirse en robots. ¿Se me ha entendido bien?

Perfectamente. Este mes se cumplen 10 años del 15-M, asociado también al salto cualitativo de la comunicación política digital. ¿Qué balance hace de aquella época en términos comunicativos?

-Yo viví el 15-M en Madrid, porque entonces trabajaba muchísimo allí, y aquello fue uno de los grandes momentos de esperanza para la sociedad, maravilloso.

Muy efímero como tal, aunque hoy lo recordemos…

-Fue tan grande la esperanza como grande ha sido la decepción. Tan grande la energía que se movió entonces con ese empoderamiento del ciudadano, como grande toda la decepción posterior, porque ha sido una gran mierda lo que ha venido después, por la utilización política de todo aquel movimiento.

Pero entonces se observó que esa esperanza se tenía que canalizar también en las instituciones.

-No, no, aquel movimiento empezó por ser cultural, social, de emprendimiento, y de apuesta por las personas.

Políticamente más polisémico de lo que parecía entonces.

-Yo no lo recuerdo como un movimiento político en ningún momento. Creo que respondió a la falta de respuesta de los políticos, que después se hicieron con esa movilización desde los diferentes partidos y la convirtieran en la gran decepción y frustración que se convirtió después.

¿Y qué supuso desde el punto de vista de la utilización de internet?

-Fue apasionante, por la comunicación líquida hirviendo en aquellos tiempos. Me refiero a la capacidad de movilizar a personas y comunidades. Todo eso fue gracias a que internet democratizó a la sociedad. Ya no había un emisor y un receptor, sino que el receptor se podía convertir en emisor. Fue el gran instrumento para mostrar nuestro hastío, y nuestras ganas de tomar las riendas de lo que estaba ocurriendo entonces.

A partir de ahí, los políticos intentaron cambiar su comunicación con la ciudadanía y la militancia.

-Los políticos han prostituido internet. Conforme por ejemplo los políticos entendieron que Twitter era un instrumento para manipular a la sociedad, prostituyeron este canal.

Pero los partidos también necesitan acercarse a la ciudadanía, y contar lo que hacen, aunque sea desde su prisma.

-Los partidos lo que necesitan es comunicar con honestidad, cuestión que no hace ninguno. Y dejar de manipular, cuestión que no hace ninguno.

¿Cómo cree que la digitalización está cambiando el periodismo y nuestra forma de informanos?

-Creo que los medios de comunicación han sido parte del gran problema de estos últimos años, en términos de manipulación, porque han estado muy cerca del poder o del contrapoder. Y sin embargo, creo que es el mejor momento para el periodismo, porque precisamente ahora mismo no hay grandes certezas en la información que recibe el ciudadano. Creo que la sociedad está pidiendo que salgan los buenos periodistas con rigor a contarnos las cosas, porque entre el ruido que hay y la poca credibilidad de los medios en los últimos años, nos es difícil acceder a la información pura y dura.

¿Qué espacio le otorga a la lectura de información en papel?

-Yo vengo trabajando en la digitalización desde el comienzo, y sin embargo cada día me gusta más el papel. Creo que hay una necesidad de que el ser humano camine sobre la hierba, toque el papel, se abrace... está muy bien poder tener mucho impacto digital, pero también cerrar los cacharros y en un momento dado sentarte y disfrutar del papel. Tenemos tanto acceso a la información en digital, que está muy bien, que también seguramente empezaremos a poner en valor leer en papel.

¿Cuál cree que debe ser una exposición sana diaria en el uso de las pantallas, fuera del trabajo? ¿Usted se marca un tiempo?

-No, yo no tengo ningún tipo de tiempo establecido, realmente porque noto muy rápido si estoy saturado. Hay un momento que sí genera una cierta ansiedad o dependencia. Te puede invadir excesivamente y perderte muchas cosas del día a día maravillosas. Una de las cosas importante de mi vida es salir a andar en bicicleta, porque me hace conectar con la naturaleza, respirar aire puro, y me ayuda precisamente a no sentirme cautivo de las pantallas.