Solo la nieve que obligó la cancelación de la primera etapa de la O Gran Camiño alejó a Jonas Vingegaard del pleno, ganador en todas las metas que se contaron. La tempestad fue lo único capaz de frenar al campeón del Tour, un tirano en Galicia, que dejó una profunda huella en su geografía. Todos los caminos gallegos le pertenecen. Conducen al danés. Vingegaard tiene hambre. Mucha. Insaciable.

Está avisado Pogacar, el primero en darse un festín en Andalucía. En la otra punta, en el otro extremo de la península, se mimetiza el danés con la lógica del esloveno. No dejó ni las migas el liviano Vingegaard, voraz apetito el suyo, insaciable en todos los frentes. De este a oeste. Nada se aproximó al danés, salvo sí mismo. Insultante su superioridad en las montañas y también contra el reloj, en el tiempo de cierre de Santiago de Compostela.

Fue el danés el peregrino más veloz, capaz de derrotar a su compañero Rohan Dennis, uno de los grandes especialistas, bicampeón del mundo de la modalidad. Batió al australiano por 35 segundos en un recorrido de 18 kilómetros. Casi 2 segundos cada mil metros. Una barbaridad.

Vingegaard honró a la carrera gallega. Ambicioso al extremo, firmó un hat-trick. Tierra, mar y aire. Conquistó todo los ecosistemas posibles el danés. Hizo suya la empalizada de Santa Trega, el infierno vertical de Castelo y dio la hora en la catedralicia Santiago. Las campanas sonaron en su honor.

Aviso a Pogacar

Aunque no había nadie que pudiera molestarle la gloria, Vingegaard evitó hamacarse el día de la coronación. Los campeones lo son a tiempo completo, más cuando se peritan a diario, aunque sea a miles de kilómetros. Vingegaard corría contra sí mismo y también, en la distancia, esprinta en su duelo cerrado con Pogacar.

Ambos se lanzan mensajes antes del gran pulso de julio, el del Tour, donde el esloveno desea vengarse y el danés mantener el trono en la Grande Boucle que se despereza desde Bilbao. Cuatro meses antes colisionarán en la París-Niza con el comienzo de marzo. Toma de contacto. Vis a vis. Ellos mantienen la tensión dramática de una carrera que se presupone un thriller maravilloso.

Distancias siderales

De momento, pesan y calibran la pegada en el cuadrilátero noqueando al resto con directos al mentón que los mandan a la lona. Jesús Herrada, a 2:31, y Ruben Guerreiro, a 2:48, fueron los sparrings más consumados del danés en la carrera gallega.

Las diferencias entre el danés y sus acompañantes en el podio en una prueba que contabilizó tres jornadas para la tabla de resultados son siderales. Vingegaard compitió mirándose al espejo. Tanto le gustó lo que vio, que lo atravesó, fugaz.

El final en Santiago de Compostela evidenció que el danés no solo es un ser alado cuando se trata de enfrentarse a la montaña. Los engranajes del reloj tampoco esconden secretos para él. Bordó la crono como aquella que completó para cerrar el Tour del pasado curso. 

Al igual que entonces, el hombre que llegó del frío domina todos los registros con enorme solvencia. En Galicia, tras las nieves, se encumbró el danés, imperial. El O Gran Camiño de Vingegaard.