Fecha: Viernes, 15 de abril. Lugar: Auditorio de Barañáin. Intérpretes: Demode Quartet, cuarteto integrado por Mikel de la Fuente, Joli Pascualena, Iker Huitzi, y Mikel Espinal, a las voces y a los teclados, a la guitarra, al cajón flamenco y a la viola, respectivamente. Incidencias: Presentación del primer CD del cuarteto. Hora y ½ de duración, dos bises incluidos. Asistencia más que aceptable, público participativo.

LOs cuatro jinetes, bajo, barítono, tenor y mezzosoprano, que dan hálito artístico a Demode Quartet, desplegaron sus encantadoras voces y demás artes en el Auditorio de Barañáin, cosechando una muy buena entrada y llenando el recinto de belleza natural y sugerentes vibraciones.

Tras una irónica presentación suponemos que pregrabada, la actuación arrancó de manos del por tantos artistas versioneado Son of a preacher man, punto de partida que puso en evidencia la magnificencia de las voces de los integrantes del cuarteto, perfectamente empastadas. Una composición la citada que, tal y como todas las de dicha noche llamadas a sonar (además de las registradas en el disco, también encontraron su espacio otras no incluidas en el mismo), lució atrevidamente reinventada. Y, salvo en los casos de algunos de los temas brindados hacia el ecuador de la velada, contándose únicamente con las cuerdas vocales de los miembros del cuarteto como únicos pinceles con los que colorear la noche: alternándose los cuatro dichas herramientas a la hora de pintar los trazos más finos del lienzo, según la canción de que se tratase, siguiendo la máxima del uno para todos y todos para uno. Y todo ello, entre ciertos aires de music hall, presidido por una puesta en escena de esencia muy teatral; desarrollándose la función entre constantes sketches y gags entre interpretación e interpretación, tal vez concebidos para desdramatizar un tanto la sesión. Para quitarle hierro, al menos en apariencia, a un show que, para ser sacado adelante de manera exitosa, además de un ingente trabajo previo, demostró requerir grandes dosis de concentración por parte de todos y, de forma directamente correlativa a lo dicho, de tensión. Sí, toda vez que, salvo en las contadas ocasiones en que se contó con el concurso de instrumentos como el piano, la guitarra, el cajón o la viola, todo el encanto del espectáculo fue materializado básicamente mediante la voz humana: incluso cuando pareció sonar un solo de guitarra eléctrica en I want to be freak, ofrecido por lindes sonoras más propias de la ópera o de una coral, fue una voz su artífice, recreándose el cuarteto, y cómo, en el encanto suscitado por el minimalismo surgido de las voces, realmente precioso; de unas voces que, comentémoslo asimismo, lucieron perfectamente respaldadas por la iluminación, minimalista -igualmente- pero cómplice y acertada siempre. ¿Lo mejor, en cuanto a títulos ofrecidos? Sin desmerecer los temas de The Police, Steve Wonder o Prince que sonaron, Aitormena, de Hertzainak; el reconvertido Laztana, de Latzen (con guiño flamenco incluido a su final); el Billie Jean, de Michael Jackson (todo un homenaje al Rey del Pop a la vista de cómo fue cantado y bailado, protagonizando el momento estelar de la velada) o, ya en los bises, el más que desenfadado y osado Txoriak Txori: originalmente revisado, ideal para noches de fiesta y verano.

Pasando las canciones de una ambientación a otra y de un estilo a otro cual si de páginas de un libro se tratase, haciendo aparentemente fácil lo verdaderamente difícil, Demode Quartet satisfizo totalmente a los presentes con su espectáculo: más que variado el mismo, toda vez que en la botica artística que, si se nos permite, demostró ser el grupo, presidido por el canto y el encanto, hubo de todo. Y bueno. Muy bueno.