pamplona. El realizador Karlos Alastruey estrenará hoy, a las 19.00 horas, en el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte su película La extensión del cielo, la primera parte de una trilogía que girará en torno al comportamientos de los seres humanos cuando se les traslada del mundo cotidiano, lleno de prisas, materialismo y ruido, a un contexto en el que pueden empezar a escucharse. La soledad, la fragilidad y la identidad son, pues, los temas centrales de este proyecto cuya segunda entrega, Entre el agua y la tierra, comenzará a rodarse en febrero y para la que la productora Erroibar Films ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo. La entrada para asistir a la proyección de hoy es libre.
La trilogía de Alastruey, profesor de la UPNA y responsable de un buen número de cortos y de algunos largos, se inspira en Los Siete Valles, libro del místico persa Bahá'u'lláh (1817-1892), que aborda el viaje del alma desde su morada terrenal a los reinos de la proximidad de Dios. "Hoy en día resulta subversivo hablar de mística o espiritualidad; la gente quiere que cambies de tema cuando empiezas a tratar de lo trascendente", afirma este bilbaíno afincado en Navarra. En su opinión, esos reparos están controlados, en gran medida, por quienes dirigen nuestra sociedad, a los que "no les interesa que tomemos consciencia de que el mundo físico y todo lo que nos rodea es perecedero porque empezaríamos a dar importancia a otras cosas". Entre ellas, a esa voz interior que normalmente "no podemos escuchar en medio de una vida de prisas en las que tenemos demasiados estímulos alrededor que no nos permiten escuchar". Y es que, la pregunta última que se hace Alastruey con estas películas es si, en efecto, en el contexto en que vivimos, "en el que todos tenemos varias vidas, la del trabajo, la de esta entrevista, la de casa, la de las redes sociales, etcétera, es posible desarrollar una espiritualidad". En ese sentido, la "vulnerabilidad" de la persona en el entorno cotidiano, "que parece sencillo, pero resulta amenazante", es otra de las claves que el realizador integra en esta propuesta.
adolescencia En La extensión del cielo, los protagonistas son dos grupos de personas. Uno es una especie de Bilderberg cuyos miembros son agentes poderosos de la sociedad, que, cuando se aburren, deciden jugar con otras personas, colocándolas en un desierto y probando su supervivencia. Sin embargo, no esperan que, de pronto, serán ellos los náufragos en busca de la salvación.
El mismo mecanismo imprevisto activará la acción en el segundo largo, que narra la peripecia existencial de dos jóvenes que acuden a una fiesta en un centro de arte desocupado para aparecer en un monte nevado, primero, y luego en un desierto. Nuevamente y como ya ha hecho en otros de sus trabajos, esta historia se encarnada en personajes adolescentes, una etapa que al director le interesa especialmente porque "a esa edad, casi todos creemos que podemos cambiar el mundo". Sin embargo, "cuando llegamos a la veintena nos volvemos cínicos y nos decimos que aquello solo eran sueños de adolescencia, aunque no acabamos de creérnoslo"; tanto es así, que ya en los 40, "mucha gente sufre una crisis porque se da cuenta de lo mucho que se ha alejado de aquellas ideas, de aquel yo auténtico". "Me gusta volver a ese momento, cuando esos anhelos eran ingenuos e inocentes", explica.
micromecenazgo Entre el agua y la tierra se rodará en febrero en Navarra y en agosto en Fuerteventura. O esa es la intención, ya que todo esto conlleva un coste. Para afrontarlo, la productora Erroibar Films, que aportará el equipo técnico y el reparto, así como los gastos de postproducción, ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo para los gastos del viaje y la estancia en la isla canaria. Para participar, en febrero se abrirá una campaña popular en Verkami, aunque los particulares y las empresas interesadas en participar pueden informarse en el correo karlos.alastruey@gmail.com.