concierto de antonio orozco

Lugar:Auditorio Baluarte. Fecha: 24 de septiembre de 1996. Público: Sala de butacas casi llena y más o menos la mitad del palco. Unas dos horas y cuarto de actuación.

Del bullicio popular y callejero de San Fermin txikito al “recogimiento” del auditorio del Baluarte media un abismo, aunque entre el público pudimos observar algunos pañuelos de cuadros con escudo de peña incluido y Antonio Orozco, nada más concluir su primera canción -Mírate, que tiene un aire indie y guitarras bastante rockeras-, azuzó a sus seguidores: “Todo el mundo arriba, ¿sí o no?, ¡porque esta noche el chupinazo va a ser aquí!” Pero en realidad no le hacía falta hacerlo, porque todo ese mundo al que se refería ya estaba en pie (la función de las butacas sería el de mero adorno durante muchos momentos del concierto).

La actuación comenzó con retraso, a las 20.20 horas, pero lo hizo como un cohete, parecido al que proyectaron en la pantalla desplegada detrás de un sobrio escenario cuyo único mobiliario era una silla blanca con ruedas en las que había inscritas las iniciales del cantante de Hospitalet de Llobregat. Después de la ignición, el cohete siguió quemando combustible con Llegará, muy bailable y “coreable”, hasta el punto de que la banda dejó de tocar para que el público, de todas las edades y principalmente femenino, la cantara. Y afinando bastante bien, por cierto. Tras concluir la canción, ovación y cambio de tercio. Con los motores al ralentí tocaron Por pedir pedí, pero antes Orozco se mostró agradecido con su suerte: “Si es por pedir, que sea una vida como ésta, una gira como ésta y un público como éste”. A lo que el público replicaría, en un toma y daca que se alargó hasta el final, cosas como éstas: “¡Eres grande!”, “¡Txapeldun!”, “¡Te como la cara!” o “¡Tú si que vales!”

La banda sonaba segura y compacta -verso-estribillo, verso-estribillo-, con más fuerza que en las grabaciones de estudio. En el tema Pídeme las fans volvieron a ponerse de pie, pero quizá uno de los momentos álgidos de la actuación llegó cuando sonó Devuélveme la vida, que en su día cantara con Malú. La banda calló y el público cantó, y a su conclusión lo que nos temíamos: ovación por todo lo alto.

Antonio Orozco, que se mostró cercano y juguetón con su público y dio la mano a sus seguidores y algún abrazo que otro, siguió encadenando baladas con temas más briosos como Hoy será. Incluso en la canción Podría ser se quitó el micrófono de en medio y cantó a pelo para regocijo de sus fans. Más tarde llegaron Estoy hecho de pedacitos de ti, que interpretó con voz aflamencada, o Mi héroe, antes de la cual apeló a la solidaridad del respetable, con la ayuda de su hijo, para un proyecto solidario. En la parte de los bises prescindió de su banda para salir solo con la guitarra. El ambiente se tornó más íntimo y Antonio recordó su infancia, a sus abuelos y a sus padres de clase trabajadora. Y cantó otra vez Devuélveme la vida y le volvieron a decir cosas como “¡qué bueno eres joder!”.

Nota a pie de libreta: Las canciones de Antonio Orozco no están hechas para mí. Salgo del Baluarte con cierta sobredosis de azúcar, pero honestamente, dentro de los parámetros de la música comercial de la que tan lejos me siento, el de Hospitalet se lo ha currado mucho y bien, se ha ganado el sueldo con creces (¡dos horas y cuarto de concierto!) y sus fans han vibrado, cantado y se han emocionado con él, y eso, a la postre, es lo único que vale e importa de verdad.