Grupos, discos, artículos, conciertos, fanzines, salas, festivales, programas de radio... Mucho de lo que ha sucedido en el ámbito musical del Bilbao Metropolitano en el último medio siglo está recopilado en el libro Lluvia, hierro y rock&roll, de Álvaro Heras. De Los Mitos a Fito y Fitipaldis, pasando por Eskorbuto, Platero y Tú, Dinamita pa los Pollos, El Inquilino Comunista y Cancer Moon hasta los actuales Belako, Capsula o WAS. El libro, que agotó sus 2.000 copias hace diez años, se reedita ahora “ampliado, actualizado, revisado y exhaustivamente mejorado”, según su autor.

Heras, músico en Bonzos y The Painkillers, acaba de publicar esta edición actualizada de un libro que ofrece “un viaje minucioso” por cinco décadas de música. “Al acercarse la fecha de los diez años y ver que se había agotado, pensé que era el momento. ¡Ahora o nunca!”, explica Heras, que le ha dado “un empujón” al libro “tanto en contenido como en continente”, ya que se ha ampliado su tamaño, gramaje y su parte visual, ya que “pasa de ofrecer 400 a 600 fotos”, según el autor. “Luce mucho más, como los libros anglosajones de música y cine”, apostilla.

El viaje por la banda sonora del Bilbao Metropolitano arranca en los años 60, rescatando los txitxarrillos, guateques y salas de fiestas de la época de nuestros aitas y amas (Arizona Club, Pocker, Villa Rosa...) que amenizaban Los Dinámicos, Los Daikiris, Los Espectros, Los Optimistas, Los Tañidores o La Orquesta Nervión, formados por “músicos semiprofesionales, muchos pertenecientes a la Orquesta Sinfónica de Bilbao”, recoge Heras.

A Los Optimistas le cabe el honor de ser el primer grupo bilbaíno en “dejar constancia fonográfica de algo que tuviese que ver con el rock and roll”, aunque el libro recuerda el papel de Soroak y Oñarriak en el ámbito euskaldún y los programas de Radio Popular o Radio Juventud, especialmente Pasajeros de la Felicidad, cuando, según según protagonistas como Iñaki Egaña (Barrabás) y los mitos J. Ignacio Millán y Eduardo Robles, nadie conocía a Elvis, Chuck Berry o The Shadows.

El triunfo del pop y lo yeyé animó la prensa y radio de la época (y al público joven, que empezó a llevar “pintillas y el pelo largo, pero sin pasarse”, según Egaña) y desembocó en grupos de gran éxito como Los Mitos, con Tony Landa y Carlos Zubiaga (después en Mocedades), así como otros pioneros como Los Apaches, Los Magmas, Los Cetros... de quienes se muestran nostálgicas fotos y carteles.

El salto de los 70 La década siguiente se recordará siempre por la apertura a los conciertos de bandas de reconocido prestigio internacional como Uriah Heep, ELO, Rick Wakeman, Suzi Quatro, Focus... Actuaron, entre otros lugares, en La Casilla y “dieron vida a la ciudad”, que acabó “explotando” en grupos y salas como Ovni, “la catedral hippie y rebelde”, según el radiofónico Carlos Arco, La Jaula, Holiday o el Flash. Y de Mezcla y La Quinta Reserva se pasó a Tarkus, Andrómeda, Zen, Fase... y a la explosión del punk, que hizo correr como un reguero las radios libres, los fanzines (Sorbemocos, Sintonía Cerebral), la revista Muskaria y la edición de canciones en sellos como Discos Suicidas.

Heras dibuja un triunvirato del género, con Eskorbuto, MCD y Vulpes, pero no obvia el trabajo de Zarama en “la explosión definitiva” de los años 80, como el de Primitivos, Cómo Huele o Nueva Religión, y locales underground como Gaueko y el gaztetxe bilbaíno. “Era una música más urbana y comprometida, con algunas bandas muy reivindicables como respuesta al duro contexto social y político de la época, aunque acabó estancado, politizado y sectario, como denunciaron los grupos de pop y heavy”, explica el autor.

Indies y festivales Con la remisión de la crisis y el descenso de la heroína, “el abanico estilístico se abrió mucho en los 90”, explica Heras, que destaca de esos años la explosión del Getxo Sound, con El Inquilino Comunista como “referente principal”; el nivel creativo de los añorados Cancer Moon (“una anomalía fantástica”) y La Secta; y el éxito estatal de grupos vizcaínos como Dinamita pa los Pollos y Platero y Tú.

El libro, que dedica un capítulo al rock duro, al urbano y al heavy con paradas en Carlos Creator, Éxodo, Neurosis, Halley, Rabia, Beer Mosh, Anarko o Idi Bihotz, destaca de los primeros años del siglo XXI “la profesionalización de los músicos y la apertura estilística absoluta”; la estabilidad del circuito de salas (Bilborock, Azkena, Kafe Antzokia, Sala BBK...); o la consolidación de grandes festivales, caso del Bilbao BBK Live, tras los fracasos de los pioneros Rockazoka y B.A.R.