Probablemente sea uno de los textos teatrales más conmovedores de las últimas décadas del siglo XX”. Así lo indica Fernando Renjifo, responsable de la traducción y dirección de La noche justo antes de los bosques, obra que Bernard-Marie Koltès, fallecido en 1989 a los 41 años, escribió en 1977, cuando tenía 29. “Cuatro décadas después es sorprendente su actualidad y su potencia literaria y política. Su actualidad, porque el asunto de la extranjería y de la otredad, lejos de estar superado, cada vez inquieta más a nuestras sociedades”, agrega el director sobre esta propuesta teatral que podrá verse esta noche, a partir de las 22.00 horas, en el nuevo espacio de la Carpa, cerca del polideportivo de Olite, con Juan Ceacero solo ante el público.

Renjifo, que lleva en la escritura y la creación escénica desde los años 90, conoció este texto hace dos décadas, antes como espectador que como lector, y “desde entonces me ha acompañado en mi percepción del mundo”. Así que cuando los Veranos de la Villa de Madrid le propusieron montar la obra, “vi que la traducción existente no me gustaba, estaba desactualizada, así que traducirla fue una manera de meterme de lleno en el texto, que es muy complejo y tiene muchas capas y muchos matices”. Además, “se trata de un libreto muy oral, con mucha verborrea y muy rítmico”, señala Renjifo, para quien La noche justo antes de los bosques es “una encarnación tan fuerte del sentimiento de extranjería y del imaginario árabe, que cuando luego te encuentras con personas o en situaciones que te recuerdan a eso, el texto vuelve”. Y subraya que la obra de Koltès no habla del otro, sino “desde el otro”. Esa es la clave fundamental de este montaje unipersonal en el que ante el público se presenta una persona que en ningún momento revela quién es ni dónde viene, pero que por sus palabras podemos intuir que se siente fuera de sitio. Su monólogo pinta un retrato, “lúcido, envolvente, a veces incómodo y ambiguo” de un otro que no sabemos muy bien quién es, un inmigrante que da vueltas por la ciudad y que interpela a pecho descubierto a un que podría ser cualquiera de nosotros. Así, traza un retrato de la soledad urbana, la frustración, el desclasamiento, pero también de la ternura y la necesidad del otro. Es un hombre que habla desde la conciencia de su diferencia.

Para Renjifo era importante disponer de una traducción actual también porque las nuevas generaciones del público no la han podido ver en escena. Y teniendo en cuenta que parte de la sociedad española vuelve a vivir envuelta en el miedo hacia el diferente y algunos segmentos de la población se amparan en él para justificar las atrocidades que se están cometiendo hacia miles de personas, poner en escena esta obra es un gesto oportuno. “Muchas veces, los discursos xenófobos tienen que ver con la desconfianza y, sobre todo, con el desconocimiento, y este texto es interesante porque no cae en el maniqueísmo ni en convertir al inmigrante en víctima o en señalar a buenos y a malos”. Lo que sí hace Koltès es poner la palabra en boca de un extranjero, “que nos interpela directamente”.

Y lo hace sin medias tintas, porque el traductor no ha querido suavizar el original, en el que Koltès no se cortó en ningún momento, planteando un texto crudo, rabioso, áspero, difícil, sin concesiones a la corrección política. Más que nada porque, en tiempos del francés, esa práctica de la autocensura no estaba tan extendida como ahora. “En escena hay una persona que habla de lo que piensa sin censura de ningún tipo, y hoy en día puede que resulte chocante, sobre todo porque nuestros oídos no están acostumbrados a oír esa crudeza. A veces me pregunto si se escribiría hoy en día así”, señala Renjifo.

juan ceacero Al director le costó encontrar al actor adecuado para esta propuesta. “Es un texto largo, un monólogo difícil de interpretar, pero a la vez para un actor es casi como un sueño, y yo tenía claro que la relación con quien lo interpretara debía ser de extrema confianza, porque todo descansa en él”. Renjifo no conocía a Juan Ceacero, “de hecho estuve meses buscando al actor, hice varias pruebas y entrevistas y no las tenía todas conmigo hasta que apareció Juan”. “Tiene una técnica enorme, viene de la RESAD y su formación es clásica, pero luego se ha formado por su cuenta en distintas técnicas y ha investigado, de modo que no incurre en estos vicios y formalidades que tienen muchos actores de escuela, y el resultado que ofrece es impecable, el público se queda sorprendido”.

Hasta la fecha, el público ha respondido bien ante La noche justo ante de los bosques. “Es un texto que suele impactar y conmover bastante. Es muy grato ver la capacidad de impacto de la palabra; estamos hablando de una hora y veinte durante la cual lo único que ocurre es que un tipo habla casi sin parar, y es muy positivo ver cómo la gente sigue el texto desde la primera palabra hasta la última en un silencio increíble”, apunta el director. Ese personaje cuenta anécdotas, experiencias de su vida, reflexiona... “Pasa por muchos lugares y la gente lo va acompañando; más de una vez a la salida de la función hay gente que te dice que ha visualizado las cosas que esta persona les iba contando”.

Al público que acuda esta noche a Olite no le resultará muy complicado imaginarse quién es este hombre que les habla y de dónde viene. “El fenómeno de la inmigración era el mismo en 1970 que ahora, aunque Koltès no habla tanto de la inmigración como del sentimiento de extranjería, de diferencia”. Fernando Renjifo anima al público a que acuda a la cita de hoy en la Carpa “sin prejuicios” y “con ganas de escuchar y de sorprenderse”. “Y espero que le ocurra lo que me pasó a mí cuando vi la obra por primera vez; salí sorprendido, impactado, conmovido y, sobre todo, con una perdurabilidad. Este es un texto que quedó en mi memoria para siempre”.