pamplona - ¿Cómo está viviendo el rodaje de este thriller?

-Más que thriller es una película de cine negro. Una película más de miradas que de acción pura y dura. En ese aspecto hay más suspense que acción, aunque tenemos una historia con bastante ritmo a nivel de estructura, porque es una película que va hacia adelante y hacia atrás constantemente. Una de las grandes apuestas formales del filme es hacer de todos los tiempos un tiempo único; hacer un presente en el que se alternan los tiempos sin ser digresivos. Entonces, tenemos una historia familiar, con el núcleo en un caserío donde surge un cráneo bajo tierra, y a partir de ahí se va desgranando todo. A grandes rasgos se puede decir que es la historia de una venganza. Y los personajes tienen historias bastante negras, se comportan como si estuvieran en una tragedia, están al borde del abismo constantemente.

¿Qué le inspiró de la novela de Miren Gorrotxategi 33 ezkil?

-Sobre todo, la base estructural. Está capitulada en 33 secciones y el número también hace referencia a los años que tenía Jesucristo cuando murió en la cruz. Hay una cuestión de pasión, el tema sacrificio está muy presente en la novela. Hemos mantenido la idea de la estructura, que es por una parte elíptica porque es circular; y la elipsis, los espacios de intersección, el dejar huecos en los que se van completando cosas que no mostramos en principio, eso está muy presente ya en la propia novela y forma parte del cine que a mí me interesa. Pero argumentalmente hemos dado a la historia una vuelta completamente distinta.

¿Qué le está permitiendo explorar el género negro?

-En la película hay varias tramas paralelas, y una de las más puramente de género es la que concierne a los policías: tenemos un inspector vinculado con los hechos que se van desarrollando... Pero tanto a nivel estético como incluso a nivel argumental Hil-kanpaiak está un poco lejos de todo lo que se está haciendo ahora en el mundo del thriller, lejos de El guardián invisible..., ese tipo de películas que tienen unos patrones muy claros. Aquí es una propuesta más porosa con una tendencia muy muy marcada hacia la tragedia desde el punto de vista de los personajes, por su carácter, que es muy pasional. El prisma del destino es otro elemento narrativo... Me interesa el cine negro porque es un género poroso, compuesto, que bebe de muchas fuentes. Y permite dejar un espacio amplio a la percepción. No quiero mostrar un todo sino partes parciales y que el espectador tenga su propia versión de lo que está viendo.

Un reto para los actores...

-Sí, para los actores estará siendo curioso, porque rodamos de forma muy fragmentada, con contextos muy diferentes pero tratando de hacer un tiempo único. La idea es desprevenir un poco al espectador.

¿Cómo ve el momento para sacar una película adelante? Su anterior proyecto para llevar al cine la novela Mundu Munduan de Gabriel Aresti se frustró por falta de financiación.

-Sí, de hecho he tenido 2 ó 3 proyectos en que trabajaba ya con actor- productor que no han salido adelante por cuestiones económicas y otros factores... Algunas tienen mejor estrella que otras y salen. No sé decirte cuál es la clave. Esto es un vaivén, yo llevo nueve años desde la anterior (Bi Anai) intentando sacar cosas... Hay muchos factores: el trabajo, la suerte, el contexto. El contexto ahora puede ser favorecedor, en parte, pero es muy relativo, porque ahora se están haciendo tantas series y no sé si eso es bueno o malo...

-¿Qué recorrido le gustaría que tuviera su segunda película?

-No tengo ninguna pretensión en ese aspecto. Mientras la película salga bien, al final hablará por sí sola. Espero que encuentre su espacio. Y está claro que debe tener su recorrido en festivales, aparte de su estreno en salas.