o hay conciertos. No hay posibilidad de entregarse a la magia del directo, ni sobre el escenario ni ante él, como público. Y toda una industria se está viendo afectada.

Con la esperanza puesta a mediados de junio para una posible reapertura, eso sí, con medidas muy exigentes y aforos limitados, las principales salas navarras como Tótem, Zentral o Indara sobrellevan la crisis con preocupación pero trabajando ya en protocolos para poder reiniciar la actividad en verano, si lo aprueban las instituciones.

Mientras, la música sigue en las redes sociales. Pero los fotógrafos freelance habituales de conciertos no pueden inmortalizarla. Han visto truncada su pasión. De momento, solo les queda el recuerdo.

La crisis del coronavirus la está viviendo Javier Escorzo "como todo el mundo, con mucha paciencia y deseando que podamos superarla cuanto antes". El hecho de que se hayan suspendido las actuaciones en directo le "afecta personal y profesionalmente". "Por un lado porque es mi actividad de ocio favorita, y por otro porque escribo las crónicas de los conciertos para este periódico, cosa que ahora, obviamente, no puedo hacer", cuenta este profesional que lleva diez años en esto, retratando "a razón de unos 150 grupos al año". Sacar fotos de directos le "permite vivir de manera más intensa" su "verdadera pasión, que es la música". Con sus fotografías busca "captar la esencia del artista; que alguien que no haya estado en la actuación pueda hacerse una idea de lo que ha sucedido". La instantánea que quiere compartir en este reportaje es del último directo que vivió en Zentral, el de Rulo y La Contrabanda, el pasado 6 de marzo, "justo el fin de semana anterior a que se decretase el confinamiento", recuerda Escorzo, a quien le gustaría que tras esta crisis "hubiese un cambio social hacia posturas más solidarias". En lo referente al mundo de la música, espera que se recupere el ritmo lo antes posible. "Y no solo por los artistas, también por todos los gremios que trabajan a su alrededor: técnicos, mánagers, conductores, montadores, todo el personal de las salas, auditorios y pabellones, acomodadores, seguridad, limpieza, taquilleros, comunicación... Aunque habitualmente no se hable de ellos, su trabajo es imprescindible, también son cultura y lo están pasando mal. Confío en que puedan salir todos adelante", desea.

Un trabajo con alma

La fotógrafa Saioa Gauilunak se recuerda desde los 14 años ligada a la música. Yendo a conciertos todos los fines de semana, y más tarde, inmortalizándolos. Esta bilbaína, habitual de la sala Tótem, se está viendo "afectada anímicamente" por esta crisis. "Para mí el disfrute de la música en vivo es esencial, y esto está siendo un bajón. Lo vivo con incertidumbre y preocupación por toda la gente que conozco y que curra en ello, no solo encima del escenario, detrás hay mogollón de trabajadores, la mayoría autónomos, que cobran por concierto", dice. Para Saioa, retratar un directo es "el intento de atrapar la esencia del grupo o del músico, lograr que se vea su alma, y trasladar a quien contempla la fotografía a ese momento de entrega". Como el que vivió ella en el directo de Alba Reche en Tótem el pasado 6 de marzo, el fin de semana anterior al inicio de la cuarentena. "He elegido esta imagen porque me trae muchos recuerdos, es el último concierto que fotografié, el último al que pude ir. Y muestra a una artista que supone mucho para mí, que con sus canciones y su voz me ayudó en una época bastante baja anímicamente", cuenta Saioa Gauilunak, quien reconoce que al comienzo de esta crisis albergaba "muchas esperanzas" de que la humanidad cambiara a mejor, pero "viendo cómo va la desescalada", dice no tener mucha fe en ello. Siendo un poco más realista, sí le gustaría que en un futuro "la gente apreciase más el arte, la música, los libros, el cine... En esta cuarentena el arte nos está ayudando mucho y hay que apreciarlo también cuando no estamos tan mal. Ojalá entendamos que la cultura es esencial para el ser humano y la valoremos como una profesión que se hace con trabajo y con alma", dice.

A Aritz Sola este "parón tan abrupto" también le ha "afectado bastante anímicamente". "No solo por el hecho de no poder asistir a los conciertos, también ha supuesto un momento de crisis a nivel creativo y personal", reconoce. "He pasado de compaginar la actividad de fotógrafo autónomo con mi trabajo de técnico informático, a perder mi empleo, verme encerrado en casa por más de 50 días sin encontrar una motivación para continuar fotografiando mi entorno. Esta pandemia ha llegado en el peor momento, justo antes de la temporada estival, lo que ha significado la cancelación de varios trabajos en festivales, pérdidas en reservas, desplazamientos, etcétera", lamenta este profesional que lleva algo más de cuatro años en la fotografía musical, una actividad en la que trata de "captar las emociones y los sentimientos del momento, tanto del artista como del público".

La imagen que Aritz Sola quiere compartir a través de estas páginas muestra a un joven con los brazos en alto, emocionado y cantando a pleno pulmón durante un concierto de Soziedad Alkoholika el pasado enero. "No ha sido fácil escoger una, ya que cada imagen me transporta a su momento. No es mi mejor foto, pero creo que el significado que ahora adopta es más importante. En los conciertos, la música es protagonista, pero sin público, pierde su sentido", valora, preguntándose "¿cuándo volveremos a poder gozar de la libertad de disfrutar de un concierto juntos?". "Ansío ese momento y hasta que no llegue para mí no habrá una nueva normalidad", afirma. En su opinión, en esta crisis la música ha sido "el sector más generoso de todos", reinventándose para deleite de todos en las redes sociales, "y a su vez, está siendo uno de los sectores más maltratado e invisibilizado". "Me gustaría que se visibilizase a todas las personas que hay detrás de los cantantes y bandas que todos admiramos; a todos los técnicos, mánagers, distribuidoras, salas de conciertos, periodistas, fotógrafos, editores, autores... Esta industria en su gran mayoría se compone de autónomos y pequeñas pymes que con mucho esfuerzo arriesgan su capital para alimentar a miles de familias que ahora mismo tienen un futuro incierto. Me gustaría que se proporcionasen ayudas adaptadas al sector y que el Estado fomentase el consumo de bienes culturales", apunta Sola.

Antes que fotógrafo, Oiartso Los Arcos Urbina es un apasionado de la música y, por lo tanto, de los directos. Por eso, estos meses sin poder ver un concierto le están resultando "muy duros" como espectador, pero también "como parte de la industria musical" en la que tiene "amigos y conocidos que lo están pasando muy mal". Él, por lo menos, no está viviendo "un desastre total" porque sigue en activo en la principal labor que le da de comer, el diseño gráfico. Para Oiartso la fotografía musical es "congelar momentos llenos de sensaciones, de sentimientos". "La música en directo es un género muy agradecido de retratar, es energía pura, hay fotos en las que el pie de foto no es necesario, sobran las palabras, solo con la imagen se consigue transmitir esa entrega del músico encima del escenario, esos miles de vatios retumbando en el publico, la emoción de ese espectador viendo a su artista favorito por primera, última o enésima vez", destaca este profesional que en sus casi 15 años en esta labor ha inmortalizado esa energía en imágenes tomadas en infinidad de conciertos, desde bares minúsculos, pasando por salas, hasta grandes festivales. Para este reportaje elige una imagen de la gira de despedida de La Raíz en Tótem, única sala en que actuaron en aquel 2018. "Se programó un concierto impresionante, en una sala totalmente entregada. Consiguieron recrear esa atmósfera que solo se logra en los grandes festivales pero entre las cuatro paredes de la sala. Fue un concierto memorable, cercano, acogedor y familiar pero con toda la potencia de un gran formato", recuerda con nostalgia.

Cuando salgamos de esta crisis, a Oiartso Los Arcos Urbina le gustaría que su hijo, que cuenta solo con unas semanas de vida, "tenga la oportunidad que he tenido yo de disfrutar de la música en directo, da igual que sea en un festival junto a miles de personas que en un bar viendo a una banda local con otras tres personas. Como se suele decir, the show must go on, y para ello se deberían hacer los mismos esfuerzos que se están haciendo con otros sectores", reclama. "Un virus no puede acabar con esta parte del mundo de la cultura, porque no nos engañemos, la mayoría, tanto artistas como público, no entendemos la música sin el directo", afirma.

"Fotografiar un directo es captar la esencia del artista y trasladar allí a quien no estuvo en el concierto"

Fotógrafo y crítico musical

"En los conciertos la música es protagonista, pero sin público pierde su sentido"

Fotógrafo musical

"Se debería hacer con la música los mismos esfuerzos que se están haciendo con otros sectores"

Fotógrafo musical

"El arte nos está ayudando mucho en esta cuarentena, a ver si lo valoramos después"

Fotógrafa musical