La cita es a las 19.00 horas en el escenario grande de la Ciudadela, donde la actriz y el pianista pondrán en escena textos narrativos y poéticos en torno a piezas de compositores como Beethoven, Debussy, Poulenc y Satie, con espacio también para creadoras invisibilizadas como Lili Boulanger. Diversión y reflexión en un concierto que forma parte de la programación que el Pamplona Reclassics quiere dirigir a toda la familia. Con ese mismo propósito Hernández Sanchiz y Huertas impartieron este martes el taller infantil Miniclassics.¿Cómo ha ido el taller?

-Ha ido muy bien. Teníamos un poco de incertidumbre y, además, al principio no podíamos sentarnos en la hierba porque había llovido, y nos daba pena porque que este rincón de la Ciudadela es precioso. Salvo eso, ha ido muy bien, aunque reconozco que el distanciamiento es raro porque no te puedes sentar en un corro pequeño cerca de los niños. Han venido niños de 11 y 12 años y también otros de 4 y 5 y ha funcionado porque varios de ellos eran hermanos o se conocían y ha habido mucho apoyo y colaboración entre ellos, que es de lo que se trataba, que entre todos imaginasen historias. Ha sido muy divertido, han conectado muy bien con la música.

Seguramente tienen menos miedos y prejuicios que los adultos. ¿Qué es lo que le suele sorprender más de estos encuentros?

-Lo que más me sorprende es que vengan niños como Oihan, por ejemplo. Me ha comentado mi compañero Miguel (Huertas) que en un momento se ha dirigido a él para preguntarle si podía tocar cuando en el cuento hablaban del agua de un lago. Le ha pedido que improvisara. La sesión la hemos empezado con el Septimino de Beethoven y a partir de ahí los niños han entendido enseguida que lo que queríamos era que le dieran la vuelta a los cuentos y de ahí han deducido que también se le podía dar la vuelta a la música. Esa desinhibición siempre me sorprende. Si les preguntas qué instrumento tocan, mientras que un adulto diría ‘yo no toco ninguno’, un niño dice ‘yo quisiera tocar tal o cual’. Ya no solo no se cierran al mundo de lo posible, sino que, además, se mueven en el mundo de lo deseable y lo imaginable, y es maravilloso.

Uno de los propósitos de Isabel Villanueva con este programa es acabar con los clichés que rodean a la música clásica. Y eso es algo que, como pedagoga musical, Ana Hernández Sanchiz lleva años trabajando.

-Exactamente. La idea central del concierto Requeteclassics de hoy es que todos estamos perfectamente preparados y dispuestos para que nos guste todo tipo de música. Muchas veces hay demasiado pudor ante estos géneros, sobre todo entre los adultos, y por eso los conciertos familiares son tan interesantes, porque con la excusa de acercarnos a los niños lanzamos mensajes a los mayores también. En el arte en general no hace falta entender para disfrutar. Hay que cerrar los ojos o quizá abrirlos más todavía y dejar que la obra de arte se abra paso y nos emocione.

Hábleme un poco más de este concierto Requeteclassics

-Pues estaremos Miguel y yo en ese gran escenario; ¡madre mía! (ríe). Empezaremos con Beethoven para celebrar el 250 aniversario y después haremos un repaso por piezas breves de Debussy y de Satie, uniendo la música y la palabra. A algunas les he escrito partes literarias y poéticas para hacer de hilo conductor y para que el público pueda evocar imágenes. Y entre las interpretaciones musicales hay un guión que intenta romper algunos mitos o acercar a la gente realidades como que, por ejemplo, no conocemos los nombres de muchas compositoras. Fuera de programa el público va a poder escuchar obras de algunas mujeres a las que se ha invisibilizado. Sabiendo que habrá niños y que el espacio es grande, será un concierto dinámico y divertido, pero también con algún mensaje importante. El concierto, en definitiva, consistirá en escuchar buena música, en pasar un rato agradable y en intentar que la gente participe. Será complicado porque siempre lo es, pero las distancias animan menos, así que invitaremos al público a sumarse a las propuestas que le vayamos haciendo.

La complicidad con el músico, en este caso con el pianista Miguel Huertas, será fundamental.

-Sin duda. Es el tercer programa que hacemos juntos. Conocí a Miguel por medio de otros compañeros y hubo conexión desde el primer momento. Y muchas ganas de trabajar juntos y muchas risas. Todo fluye muy bien y estamos felices. Cuando el vínculo funciona, eso se transmite al escenario. Él estuvo la semana pasada en Olite y también ha tocado en Almagro, pero para mí es mi primera actividad con público tras la covid. Está siendo muy especial venir como artista invitada a un festival en mi ciudad. Lo estamos disfrutando mucho.

Actuar en casa en un festival de música clásica que celebra su primera edición en estos tiempos tan raros... ¿Qué le parece?

-Me parece impresionante. Y le dedico un aplauso lento a Isabel (Villanueva). Ella y las personas que ha reunido en torno a la idea tuvieron unos arrestos increíbles de montar un festival de este tipo ya sin covid. Desde el principio fue un proyecto muy ambicioso, queriendo hacer las cosas muy bien, y han formado un equipo fantástico, con gente que tiene experiencia en música diversa, lo que es una gran idea. Y cómo están tratando a los artistas y cómo están cuidando la comunicación y todos los detalles es de agradecer. Ojalá que se convierta en un festival de referencia como lo son ya el SantasPascuas y el Flamenco On Fire. Han hecho un gran esfuerzo, con la dificultad de tener que cambiar y rediseñar el programa unos meses antes del inicio, y espero que vaya bien y dure muchos años.

Uno de los apartados que no ha podido salir adelante este año ha sido el campus. Precisamente, la educación, la pedagogía musical es su principal línea de trabajo, en la que ha desarrollado múltiples proyectos para distintos colectivos.

-Sí, y, curiosamente, yo empecé aquí, en Pamplona, con Fernando Palacios, que hoy (por ayer) está en el festival. Formó un equipo y comenzamos a dar los conciertos escolares/familiares para el Gobierno de Navarra. De ahí salimos profesionales como Belén Otxotorena o yo misma, que luego fuimos a otras ciudades y países a trabajar con otras orquestas y músicos. Para mí aquellos años fueron muy importantes y me encanta que la primera vez que regreso al escenario después de la covid coincida con la presencia de Fernando en Pamplona. Es emocionante.

¿Fue una niña musical?

-Pues mira, fui una niña musical, pero sobre todo en casa. En mi familia no hay artistas profesionales, pero mi madre cantaba todo el tiempo y creo que eso educa el oído. Eso me animó a cantar y a querer entrar en el conservatorio para aprender a tocar la guitarra. Además, ella era maestra y nos estimuló mucho. Recuerdo que íbamos a Elizondo, de donde es mi familia, y cantábamos en el coche todo el tiempo; y lo mismo cuando íbamos de vacaciones. No parábamos (ríe). También hacíamos festivales con los vecinos en la calle. Soy de la Chantrea y como no había casi coches, salíamos y organizábamos muchas cosas. En aquella época no teníamos muchas opciones de ver conciertos y demás, no como ahora desde luego, estaba Gorgorito y poco más.

¿Y qué compositores le han robado siempre el corazón y le siguen inspirando guiones y cuentos?

-Un compositor que me apasiona es Stravinski. Me encantan su lenguaje, sus obras y su concepto escénico en Historia de un soldado, por ejemplo. Tiene mucho que ver con lo que hacemos nosotros habitualmente, que es conseguir a un grupo de músicos, los que libren esa semana en la orquesta, y montar un programa pedagógico. Bach me parece maravilloso, pero nunca he hecho nada con él, supongo que es más íntimo y lo disfruto de otra manera. Y me gusta mucho Satie, del que hoy haremos Deportes y diversiones. Es un artista apasionante por su locura sana, por su mente, por cómo habla de los músicos... También Ravel... Todo lo que tiene que ver con los inicios del siglo XX me atrae. Y como intérprete, me gusta la música antigua; quizá porque me lleva al teatro clásico, que me encanta.

Y ahora también tiene su compañía Arquetípicas, con la que quiere rescatar a mujeres artistas silenciadas.

-Es importante reivindicar a las mujeres invisibilizadas. Por ejemplo, hoy haremos escuchar a Clara Schumann y a Lili Boulanger. Con Arquetípicas hemos creado Las Boulanger, un texto sobre estas hermanas, Lili y Nadia, que estrenaremos en septiembre. No quiero centrarme solo en el público infantil, que me encanta; me apetece también involucrarme en otro tipo de proyectos y discursos.

Pero, antes de nada, la cita de hoy.

-Todo el que venga se lo pasará bien porque podrá reflexionar sobre algunas cosas, participar y escuchar buena música. Y estoy segura de que pasará lo que siempre pasa en los conciertos familiares, que los niños se lo pasan bien, pero los adultos, muy bien.

“A diferencia de los adultos, los niños se mueven en el mundo de lo imaginable y lo deseable, y es maravilloso”

“En los conciertos familiares, con la excusa de acercanos a los niños, también lanzamos mensajes a los mayores”