aizka Aranguren, periodista y productor audiovisual; Iñigo Balbas, bombero; Toñín de la Cuesta (Tonino Carotone), músico; Juan Kruz Lakasta, periodista de Euskalerria Irratia; Fernando Mendiola, coordinador del Grado de Historia y Patrimonio de la UPNA, y Jaxinto G. Viniegra, periodista y técnico de cooperación. Son los seis protagonistas de Bi urte, lau hilabete eta egun bat, documental que se puede ver ya en los cines Golem de Pamplona y que pronto llegará a otras ciudades de Euskal Herria y del Estado, con dirección de Lander Garro y producción de Izar Films y Labrit Multimedia.

Junto a ellos, en la película aparecen otros activistas como Mabel Cañada, miembro del MOC y fundadora de la aldea ecológica de Lakabe; Pepe Beunza, primer objetor de conciencia encarcelado en el Estado; SC Nátzab mujer transfeminista que fue a la cárcel de Pamplona por insumisión, e Ignacio Robles, bombero que se negó a embarcar un camión con armas y explosivos en el puerto de Bilbao, entre otros. También prestan sus testimonios madres como Conchita Salinas, Fuencis Manrique o Libe Urroz. No en vano, el “colchón social” que tuvieron los presos fue “formidable”, como destaca Jaxin Viniegra en el filme y ratificó ayer en conversación con este periódico. “La idea de hacer la película surgió de un grupo de insumisos, capitaneados por Gaizka Aranguren, que pensamos que era necesario hacer algo que en su día no hicimos, que era identificar la insumisión como una victoria”, contó ayer Juan Kruz Lakasta, horas antes del estreno vespertino entre amigos y compañeros. Una victoria “parcial, porque no acabamos con el militarismo, pero sí con el Servicio Militar Obligatorio”. El objetivo era, pues, celebrar ese éxito y, a la vez, “mostrar que la lucha no violenta es un modo de lucha radical y transformador que les puede servir también a las nuevas generaciones”, agregó el periodista. “Nos parece que es importante contar con una herramienta poderosa, con calidad cinematográfica, que se pueda ver en institutos o en las casas, porque a veces es complicado transmitir solo con palabras la fuerza que tuvo todo ese movimiento de la sociedad civil”, añadió Viniegra.

Asimismo, para Fernando Mendiola, otra de las aportaciones del documental es que “pone sobre la mesa el protagonismo colectivo”. “Nosotros somos un poco la excusa de la película, pero hubo miles de insumisos en todo el Estado, y en Navarra muchísima gente se implicó en grupos antimilitaristas; hombres, mujeres, padres, madres... Y nuestra intención con este proyecto también era dar a conocer todo ese movimiento y tratar de mantener la unión que se dio entonces, queva más allá de la gente que fuimos a la cárcel en un momento dado”, explicó el profesor. Lakasta coincidió en que, aunque hubo quien militó en primera línea, “lo que se consiguió fue un gran consenso, que, según las encuestas de la época, llegaba al 60 y al 70% de la sociedad navarra, que estaba, en primer lugar, a favor de liberar a los insumisos presos y, además, en contra del Servicio Militar Obligatorio”. De manera que lo que comenzó como una lucha marginal, logró concitar el apoyo mayoritario de la ciudadanía de la Comunidad Foral.

Viniegra incidió en esa idea y llamó la atención sobre otro tipo de figuras que no aparecen en el filme, pero que tuvieron su importancia, “como fueron las personas autoinculpadas”. Eran personalidades con proyección pública, caso de Montxo Armendáriz o de Mario Gaviria, entre otras, “que se autoinculparon ante los jueces, declarando que nos habían apoyado y animado a seguir el camino de la desobediencia civil”. Y recordó también a las abogadas y a los abogados que, muchas veces de manera voluntaria, les acompañaron en todos los procesos, que fueron muchos, teniendo en cuenta que no solo les encarcelaron, sino que, además, quebrantaron el tercer grado cuando el Estado les otorgó esta prebenda pensando que iba a desactivar su lucha. Nada más lejos de la realidad.

Sin duda, lo que vivieron Aranguren, Balbas, de la Cuesta, Lakasta, Mendiola y Viniegra cuando apenas eran veinteañeros les marcó para siempre. “Lo que somos hoy tiene mucho que ver con lo que fuimos entonces. Una lucha así de radical y encima exitosa te cambia la manera de ver el mundo, y no es casual que los que salimos en la película y mucha otra gente hoy sigamos, cada uno a su manera, enganchados al compromiso de transformar la sociedad”, subrayó Lakasta.

Como cierre de la conversación, qué mejor que emplear una de las frases del Discurso de la servidumbre voluntaria, que Étienne de la Boétie escribió en el siglo XVI y que Lander Garro ha querido introducir en Bi urte, lau hilabete eta egun bat: ¿De dónde ha sacado tantos ojos con que espiaros, si no se los dais vosotros? ¿Cómo tiene tantas manos para golpearos si no las toma de vosotros? Los pies con que pisotea vuestras ciudades, ¿de dónde los ha sacado si no son los vuestros? ¿Cómo es que tiene algún poder sobre vosotros si no es por vosotros?

Uno de los objetivos de la película era “mostrar a las nuevas generaciones que este modo de lucha es radical y transformador”