Benh Zeitlin obtuvo 4 nominaciones al Oscar con su debut, Bestias del sur salvaje (2012), donde apabullaba con su forma de dirigir a una niña de cuatro años sobre la que recaía toda la película; ahora estrena Wendy, de nuevo cargada de niños, en una versión salvaje y mágica que reinventa el clásico Peter Pan.

“El mayor cambio es estético, pero también hay cambios en la trama, hay nuevos personajes, situaciones que no están en el original. Queríamos vivir la experiencia de vivir en Nunca jamás, pero hacerla creíble. Que cualquiera que viera la película sintiera que se puede hacer”, explica el neoyorquino. Zeitlin es consciente de la dificultad de rodar esta historia “tan poco realista” y hacer creer al espectador que las decisiones que toman los niños “son las mismas que tú puedes tomar”.

“El mito original dice que ser adulto es algo terrorífico y eso era una de las cosas que mas nos interesaba cambiar (...) cuestionar por qué siempre es terrible crecer y que siempre sea una tragedia que las cosas cambien”, señala.

Así empieza Wendy, con la rebelión de un niño el día que cumple once años. Está en el restaurante de una estación de tren, donde una mujer cocina para sus clientes con la ayuda de su hijita, Wendy. Mientras todos le felicitan, alguien le dice que su futuro está escrito: será camarero o limpiará los váteres de ese mismo bar. El niño se niega a aceptarlo y se sube al primer tren que pasa, donde una figurilla salta de vagón en vagón. Es Peter, un niño que se ha negado a crecer.

Wendy, apunta Zeitlin, “no dice ‘nunca crezcas’, sino que queremos cambiar la narrativa de lo que significa crecer y demostrar que no es una pérdida tremenda sino que podemos permanecer salvajes y libres y espontáneos durante toda nuestra vida”. Zeitlin (Nueva York, 1982) habla en plural porque siempre trabaja en sus proyectos con su hermana Eliza. “Desde pequeños, mi hermana y yo habíamos soñado con hacer algo así”, asegura.