Lugar: Baluarte. Fecha: 26/04/2021. Incidencias: Sala llena. Público muy entregado durante toda la actuación.

legaba Taburete a Baluarte para presentar su último trabajo, La broma infinita, con las entradas agotadas con bastante antelación. Saludaron tras los dos primeros temas, que habían sido recibidos con auténtica euforia (El último baile de Dunas Mitchell y Belerofón, esta última con coros muy épicos). Se anudaron los pañuelicos rojos al cuello para gritar: “¡Viva Navarra! ¡Viva España! ¡Viva México!”. Es curioso, pero a un servidor le llamó la atención el arrebato patriótico, puesto que siempre que escucha proclamas políticas en algún concierto, estas tienen invariablemente otro contenido ideológico. Que cada uno diga lo que quiera, faltaría más, y bienvenida sea la variedad, por supuesto, aunque uno nunca entendió ese afán por mezclar la música con otros temas que nada tienen que ver con ella y que bastante tiempo nos roban en nuestro día a día. En cualquier caso, es una forma de posicionarse ante su público, y el que llenaba el Baluarte respondió con cerrada ovación y grandes aplausos. Aplausos y gritos de euforia, esa fue la tónica de la velada. Daba exactamente igual la canción que interpretaran, pues todas recibían idéntico entusiasta recibimiento. Brazos al aire, gritos y sonrisas que ni siquiera las mascarillas lograban ahogar.

A pesar de tener el partido ganado de antemano, el grupo se entregó, sudó la camiseta y ofreció un buen espectáculo. De entrada, traían una espléndida banda: dos guitarras, trompeta, teclados, bajo y batería acompañaron a Willy Bárcenas y Antón Carreño. El sonido fue, por tanto, muy solvente y permitió al grupo ofrecer diferentes ambientaciones musicales (mención especial a la trompeta, que hacía viajar sus composiciones hasta otras latitudes). Porque, aunque lo suyo sea el pop rock, también introdujeron pinceladas de otros estilos. Así, la mayor parte de las veces se manejaron con soltura en los medios tiempos, aunque de vez en cuando cambiaban el ritmo de la actuación, bien para ralentizarlo en la búsqueda de una mayor intensidad (como en Tuyo es ese tren, interpretada a solas por el dúo sentado al borde del escenario, o en John Ford, baladón arrebatado que comenzaron a piano y voz y terminaron con toda la fuerza de la banda), bien para pisar el acelerador y subir las revoluciones (como hicieron en Madame Ayahuasca o en Walter Palmeras, en la que salió un figurante para engullir un cañón de cerveza, imagino que acorde con la historia de la letra).

Y siguieron la misma tónica en los bises, que comenzaron con una balada de Willy solo con su guitarra acústica (Mamá), seguida de las más fornidas Sirenas, Amos del piano bar o Caminito. Al presentar este último corte, el cantante explicó que, en circunstancias normales, ese suele ser el momento de que el público se levante y arrase con todo. Obviamente, en la actual situación, tal cosa no fue posible, pero sus seguidores la cantaron y bailaron, eso sí, sin levantarse de las butacas, como había sucedido durante toda la actuación. Noche de euforia.